Territorio Étnico Waorani

Después del viaje realizado al Parque Nacional Yasuní el año pasado, seguíamos con curiosidad sobre este salvaje lugar. En esta ocasión, contactando con Pablo, quien fue nuestro guía la otra ocasión, conseguimos programar una salida al Territorio Étnico Waorani, justo insertado en el hueco que deja la U que forma el parque, y siendo parte de la Reserva de la Biosfera Yasuní.

Sin tener muy claro ni hacia dónde íbamos, nos encontramos con él en el Coca, desde donde bajamos por la vía Auca hasta el puesto de control conjunto que tienen el Ministerio del Ambiente y el de Defensa. Aquí supimos que el río que íbamos a tomar (Shiripuno) era el que pasaba por la Zona Intangible del parque, donde viven los TagaeriTaromenane, pueblo indígena en aislamiento voluntario, que aunque también son Waorani, hace varios años que decidieron no entablar relaciones con el mundo exterior. Sin embargo nosotros nos quedaríamos mucho más arriba, en una comunidad llamada Ñuneno.

En el puesto de control nos esperaba una señora wao con sus hijos, quienes nos guiarían hasta la comunidad. La comunicación es bastante difícil, pues solamente uno de los hijos habla castellano, y con dificultades. Fuimos avanzando por el río y nos pasamos de largo la comunidad, llegando hasta una zona con un par de construcciones, que recientemente habían sido construidas por el abuelo Gaba y su esposa. Parece que el motivo por el que el pueblo de Ñuneno se había conformado fue porque el gobierno puso allí una escuela; sin embargo, un día el profesor dejó de ir, y nunca más lo repusieron. Desde ese momento, cada familia buscó su lugar a las orillas del río para establecer pequeñas aldeas unifamiliares, quedándose únicamente en Ñuneno la familia que nos acompañaba desde el puesto de control (quienes se quedaron allí a excepción del hijo que hablaba castellano que sí nos acompañó hasta la casa de Gaba).

Allí conocimos al famoso abuelo Gaba, un señor waorani nacido antes de que las petroleras contactasen a esta etnia, por lo que nació aislado del mundo occidental, y actualmente vive también casi aislado de este. Ellos allí viven con los animales que van domesticando, unos cuantos perros y algunos de sus hijos. Ni él ni su esposa hablan español, y ver la cara de Gaba y su comportamiento hace imaginarse su infancia naciendo en mitad de la Amazonía sin consciencia de la existencia de nada más. Él nos llevó a hace varias rutas por la selva, donde tuvimos que cruzar diversos ríos por troncos precarios y vimos algunos primates. Allí nos llevó a un mirador desde donde se veía la inmensidad infinita del Parque Nacional Yasuní. En lo alto del mirador nos contó algunas historias sobre los encuentros con los tagaeri y lo peligrosos que pueden llegar a ser si te los cruzas.

Esa noche la pasamos en su casa y al día siguiente fuimos a visitar lo que queda de Ñuneno, donde las sillas y muebles de la escuela han sido utilizados para hacer fuego de cocina (también la iglesia tabla por tabla ha sido quemada para cocinar). Allí no pudimos hacer mucho, pues un diluvio universal inició y ya no paró hasta la noche. Las mujeres se pintaron la cara con achiote e hicieron unas danzas improvisadas.Aprovechamos la noche para salir a buscar caimanes, pero solo encontramos uno muy pequeñito.

La experiencia fue inolvidable, y nos quedamos con ganas de seguir explorando, llegando cada vez a pueblos más sumergidos en la inmensa selva amazónica. Volveremos!


Fecha: 28 al 30 de abril de 2018

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *