Luambe, o el dulce canto del hipopótamo

La salida desde North Luangwa es a través de las arenas del río, por un lugar llamado el pontoon, donde, si no fuese por las indicaciones de los rangers que vigilan la puerta, probablemente nos habríamos quedado hundidos en el lodo. Salimos airosos de aquello y continuamos por las carreteras de arena que se bifurcan tantas veces como estrellas hay en el firmamento. Pasamos entre las múltiples aldeas que circundan el parque y sus respectivos cultivos; admiramos las bonitas casas de arena redondas y pintadas de colores, y nos perdimos tantas veces que aún me sorprende que esté sentado en esta silla escribiendo esto. No podemos dejar de agradecer a la página tracks4africa, a la guía Bradt, que nos proporcionó todos los datos GPS necesarios para poder introducir en nuestro aparato y salir vivos de aquel laberinto rural. Hay que reconocer que los lugares eran peculiares y las cosas que vimos se salian tanto de la cotidianidad europea que en ningún momento pudimos llegar a aburrirnos del camino.

La elaborada puerta de salida (o entrada) a North Luangwa NP.

No sé cuántas aldeas pudimos atravesar, ni con cuánta gente pudimos interactuar para que nos diesen indicaciones, pero finalmente llegamos hasta la entrada de nuestro siguiente destino: Luambe NP.

Nos habían advertido de que el único campamento del parque estaba cerrado, pero que sin embargo, no habría problema para montar las tiendas en sus instalaciones. Estábamos un poco nerviosos por lo que podría pasar, y además, sería la primera vez que montábamos la tienda en un lugar abierto dentro de un parque, la adrenalina empezaba a fluir agradablemente.    

Llegamos al parque y llegamos al Luangwa Wilderness Lodge, un lugar maravilloso a orillas del río plagado de hipopótamos. El lodge estaba cerrado, sí, pero los empleados lo gestionan como si no hubiese pasado nada; siguen limpiando la zona, vendiendo en el bar, los baños funcionan y te cobran por acampar tus 10 dolaritos de rigor.

Desplegamos el campamento, la mesita y preparamos nuestros sobres de pasta precocinada. A las 18:15, teóricamente los hipos salen del agua para ir a pastar, sin embargo, anocheció mucho y no conseguimos ver cómo salían. Disfrutamos de la puesta de sol que nos merecíamos mientras cenábamos con un vino sudafricano y nos fuimos a dormir con el arrullo de los gruñidos de hipopótamo; fue una noche fantástica en la que tampoco faltaron elefantes en los alrededores y chillidos de monos peleones.

Momento “repelente antimosquitos”
Deporte nacional, la pesca entre hipopótamos

0 Comentarios Agrega el tuyo

  1. trayon dice:

    me acuerdo de los nervios de dormir entre animalitos..y me mondo, que majo el mathew diciendonos que nos asomaramos a ver elefantes!

    Hay que ver sergio que cosas cuentas..

    1- las coordenadas gps las sacamos de mi super guia bradt..la mejor guia del mundo
    2- no podrias haber cogido una foto mia con peor cara? menudo repelente
    3-no olvidare la ducha de luambe con la puesta de sol
    4- y los nervios de pensar que nos esbaan cobrando mazo en la entrada al parque? y los bailes de la niña mocosa que lo daba todo?

    me encanta leerlo
    un besito

  2. Sergio dice:

    Esque, Teresa!! No había una cara mejor para describir el momento relec!! No sales tan mal, solo arrugada 😛

    Uy, lo de las coordenadas…. siempre pensé que había sido de esa página, ahora le daré las gracias a Bradt!!

    Un besote, me alegro de que te encante leerlo!

  3. Hace ya unos años, esperando a ver salir los hipopótamos del agua, fuimos atacados por uno. Tal cual, sobrevivimos por los pelos, tal cual.
    Un día del futuro si nos vemos te lo cuento, aunque no sé por qué tengo la impresión de que tú tienes más historias!!! Abrazo desde el Norte (de la Tierra).

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