Pistas infinitas en el Sur del valle

Con el depósito del coche al límite, llegamos a Mfuwe, donde se encuentra la única gasolinera en kilómetros a la redonda. Entramos en ella y nos dicen que no hay combustible, que llega “pasado mañana”. Entonces tuvimos que formular la famosa pregunta: “dónde queda el mercado negro?”, y el tipo nos señala un techadito de hoja de palma lleno de bidones. Total, que llenamos el depósito de black market petrol y ya estábamos listos para enfrentarnos al Parque Nacional de South Luangwa. Antes de salir hacia el parque, decidimos comer algo de comida local en un restaurante tipo chamizo que encontramos en Mfuwe, y aunque estuvo bueno, se nos olvidó consultar precios antes de comérnoslo, y fuimos asaltados a mano armada al pedir la cuenta…  

Esta vez había muchas más opciones de acampada, y nos fuimos a otro campamento a orillas del río, pero esta vez en el área que queda fuera del parque. Lo bueno es que los animales no entienden de fronteras y no distinguen si están dentro o fuera del parque, por lo que la vida salvaje que pudimos disfrutar acampados aquí fue de lo más variopinta; monos por todas partes intentando robarte la comida, hipopótamos saliendo del río al lado de la tienda y elefantes pastando alegremente mientras les miras a unos pocos metros de distancia. Lo típico de ir a mear y chocarte con un elefante a mitad de noche es una experiencia que puede ser divertida.

En este parque hicimos un self driving safari; vimos miles de jirafas y muchos otros animales; el paisaje es mucho más húmedo que lo que vimos en North Luangwa o Luambe y por tanto, la vegetación mucho más verde. Nos perdimos entre las miles de pistas y los mapas que nos proporcionaron eran completamente absurdos. Finalmente decidimos tomar uno de los caminos que se llamaba “Rhino Loop”, por lo que dimos por hecho que veríamos miles de rinocerontes, más tarde supimos que en este parque no hay rinocerontes. En este camino todo estaba seco, no vimos casi ningún animal, el terreno estaba hecho polvo y todo era secarral de gramíneas a la altura de la cintura. De pronto, en un descuido, una “pequeña” rama se metió en el neumático y reventó. Hicimos rápidamente un equipazo y dos vigilaban si venían leones mientras los otros tres cambiábamos la rueda; no tardamos ni 10 minutos, pero fue la vez en mi vida en la que he cambiado una rueda de una forma tan peculiar y emocionante.  

El típico safari a pie al lado de hipopótamos
Un palito

Por la noche, contactamos con JJ, el guía que nos llevó de safari nocturno en North Luangwa, que vive por esta zona, y alquilamos un coche y salimos a recorrer, de nuevo con la esperanza e ilusión puesta en la búsqueda del leopardo. Tampoco lo encontramos esta vez, pero no por ello dejó de ser bonito recorrer el parque en la oscuridad total. Además, a lo lejos, unas jirafas con cara de preocupadas, observaban fijamente entre el matorral; nos acercamos, y encontramos una familia de leones comiéndose un búfalo. La peste era insoportable, la adrenalina máxima, y las sonrisas no cabían en nuestras caras….

¿Por qué sonreímos tanto? Yo no lo sé, tu lo sabes? Yo no

0 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Anónimo dice:

    Que bonito volver allí con tan solo un click.
    El mejor viaje hasta ahora vivido… muy dificil de superar.

    Un besazo!

    PD: Quiero saber de ti.. envía un correito ¿no¿

    Ana…

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