Big Island, viendo crecer el mundo

Y salí volando hacia la Isla Grande de Hawái!! y sobrevolé alguna otra isla, y a lo lejos pude ver el gran volcán Puu Kukui de la isla de Maui, rodeado por nubes que me impidieron fotografiarlo en condiciones. Se me pasaba por la cabeza lo apartado que estaba del resto del mundo, y me planteaba cómo habrían podido llegar las primeras poblaciones hasta esta isla… un grupo de intrépidos navegantes en barcos rústicos y a la merced de los vientos y las olas.  

El primer día solo llegué al hostal que tenía reservado en la ciudad de Kona, donde dormí plácidamente después de los duros días de trabajo en el Congreso. Ah, olvidaba decir que había alquilado un vehículo 4×4 para poder desplazarme por la isla y llegar a los lugares a los que quería acceder, pues el transporte público aquí es casi inexistente.  

Por la mañana tenía reservado una doble sesión de buceo en los arrecifes cercanos a la ciudad donde me estaba quedando. Hicimos dos inmersiones espectaculares, donde por el camino pudimos ver a los delfines haciendo piruetas desde fuera del agua pero también desde dentro, donde proseguimos hacia el fondo disfrutando de diversos corales, peces enormes y todo tipo de fauna sorprendente bajo el agua (una pena el no tener equipo fotográfico submarino, si no, aquí estarían todas esas fotos).

Isla de Maui desde el cielo
El único delfín que pude captar enfocado mientras saltaba

Después de esto me fui con el coche a pasear hasta un área protegida llamada “Pu’uhonua O Honaunau Park” (nombre impronunciable e imposible de aprender) característica por tener unas esculturas tradicionales hechas en madera y una ruta que te va describiendo las costumbres ancestrales de los pueblos nativos hawaianos. Se trata de una fortaleza-refugio y centro de toma de decisiones aplicando las leyes Kapu. El sol era insoportable, pero el caminito es bastante corto y es interesante.

Luego, acercándome de nuevo hasta el punto en el que había buceado en la mañana, pues tenía otro buceo en la noche, fui a visitar otra área protegida, en esta ocasión el Parque Nacional “Kaloko-Honokohau”, donde existen diferentes caminos que te muestran las construcciones tradicionales y las formas en las que pescaban los pueblos de esta zona, haciendo pequeñas piscinas que mantenían retenidos a los peces cuando subía y bajaba la marea. En la playita de este parque había numerosas tortugas marinas echadas en la arena reposando (parecían de verdad exhaustas, no sé por qué). Estar completamente solo paseando por una playa y encontrar estos animales mirándote, no tiene precio.

Homenaje a un guardaparque asesinado
Grotescos cruceros everywhere

Finalmente me encontré de nuevo con la embarcación que me llevaría a hacer otras dos inmersiones, en este caso nocturnas. La primera de ellas fue en un lugar donde tienen instalados en el fondo unos focos de luz que atraen al plancton. Y este cúmulo grande de plancton atrae a varias mantas rayas gigantes que se alimentan en hipnóticos círculos de arriba abajo y de abajo arriba. Buceamos con linternas y disfrutamos de la danza de estos preciosos animales.  

Y después de esto, nos quedamos dos personas con el instructor para hacer la aventura que tanto había esperado, el buceo “black water”. No entendía muy bien lo que esto significaba, pero me sonaba a algo un poco tenebroso e inquietante. Consistía en que a pocos kilómetros de la costa hay una zona que ya es mar abierto y tiene profundidades abismales. Allí en medio a las once de la noche, apagan el motor, amarran dos cuerdas con un plomo al final y te lanzan a ti al agua amarrado a esa cuerda. Con una linterna enfocábamos al infinito, sin un punto de referencia hacia ningún lado, y esta luz hacía aparecer diminutos seres brillantes, espectaculares, y fluorescentes que cambiaban de colores, se movían con impulsos peristálticos y te dejaban boquiabierto….. hasta que…. apareció un tiburón oceánico de puntas blancas que nos rodeó, nos observó, nos miró muy de cerca y se fue. En esos pocos minutos me cagué de miedo, pues sin referencia alguna es difícil saber si viene otro detrás, por arriba, por abajo o por los lados… lo disfruté muchísimo, pero los nervios fueron tales que me acabé el aire en menos de media hora y me tuve que subir. Una experiencia espectacular. Menos mal que no había leído sobre este tiburón en Wikipedia antes de meterme al agua.

Frases como: “El afamado oceanógrafo Jacques Cousteau describió al tiburón oceánico como -el más peligroso de todos los tiburones-. A pesar de la gran notoriedad del gran tiburón blanco y de otros tiburones encontrados cerca de la costa, es al oceánico de puntas blancas al que se considera como la principal especie responsable de la mayor parte de las pérdidas humanas en alta mar, sobre todo como resultado de la predación de naufragios en mar abierto o de aviones caídos al océano“.  

En fin, una experiencia única, en un solo día de viaje.

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  1. Pues como te decía…
    Que maravilla!
    Por un momento me ha parecido estar buceado contigo.

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