Fecha: del 1 al 4 de noviembre de 2021
Durante este día recorrimos casi todas las carreteras de la isla. La falta de hospedajes en la zona nor-oeste de la isla, hizo que nuestra ciudad de descanso fuese Tarrafal de São Nicolau, donde también se concentran los restaurantes.
Es muy interesante la visita al Museo de la Pesca, anexo a la fábrica de conservas Sucla, que, como expliqué en entradas anteriores, fabrica el mejor atún enlatado del mundo. Allí te explican la historia del puerto de São Nicolau y, a través de fotografías antiguas, se puede apreciar la evolución de la pesca en Cabo Verde hasta el día actual. Los comienzos estuvieron relacionados con la captura ballenera, cuya grasa era muy útil para hacer aceites, conformándose la empresa con los fines actuales a partir de 1835. El museo te muestra todos los artilugios y herramientas utilizados para la pesca en esta zona del Atlántico, además de enseñarte las diferentes especies del mar y cómo se realiza el proceso de enlatado de todos estos productos del mar. Este atún es muy apreciado por los caboverdianos en todo el mundo, y uno de los souvenirs que los familiares suelen llevar a sus allegados de la diáspora son estas latas redondas, rojas y grandes, que acompañadas con un buen grogue, reducen el nivel de saudade.
Por la mañana nos dirigimos hacia el pueblo de Praia Branca, desde donde nos acercamos a las piscinas de Boca Ribeira. El viento azotaba fuerte y no teníamos muchas ganas de descender para bañarnos, por lo que nos quedamos un rato desde lo alto observando a los pescadores que merodeaban en los recovecos que forman las rocas y que se rellenan de agua de mar.
Praia Branca es mundialmente conocida por ser el lugar de nacimiento del productor caboverdiano Paulino Vieira, y también el lugar donde se compuso la morna “Sodade”; la famosa canción que todos conocemos por la interpretación de Cesária Évora. Esta morna, que fue cantada en 1954 por primera vez en el puerto de Preguiça por Armando Zeferino Soares, natural de Praia Branca, fue registrada por otros caboverdianos que reclamaron su autoría, aunque, juicio mediante, años después se reconoció al verdadero poeta que la escribió en su tiendita de abastos.
Quem mostra’ bo ess caminho longe? Ess caminho pa Sã Tomé Sodade, Sodade, Sodade... dess nha terra d’Sã Nicolau Si bô ‘screvê’ me ‘m ta ‘screvê be Si bô ‘squecê me ‘m ta ‘squecê be até dia qui bô voltá Sodade, Sodade, Sodade... dess nha terra d’Sã Nicolau
¿Quién te mostrará ese largo camino? Ese camino para Sao Tomé Saudade, Saudade, Saudade... de esa tierra mía, São Nicolau Si tú me escribes, yo te escribiré Si tú me olvidas, yo te olvidaré hasta el día que tú regreses. Saudade, Saudade, Saudade... de esa tierra mía, São Nicolau
Las diferentes sequías, la inadecuada elección de cultivos, la erosión del suelo, sus consecuentes hambrunas, y la pésima gestión del gobierno colonial portugués, hicieron que en los periodos 1941-43 y 1947-48, murieran más de 45.000 personas de hambre. Específicamente, en las islas de Fogo y de São Nicolau, fallerieron entre el 28% y 31% de sus habitantes.
La respuesta del gobierno portugués durante los años posteriores consistió en ofrecer la “oportunidad” de evacuar la isla hacia otros territorios de ultramar para aquellas personas con capacidad de trabajar en los cultivos y plantaciones existentes, principalmente, en São Tomé y Príncipe. Si existía algún contacto o la suerte te favorecía, podrías ser destinado a Angola y Mozambique, con unas expectativas mucho mayores de prosperidad. De este modo, entre 1900 y 1970, unos 80.000 caboverdianos se desplazaron hasta las islas para trabajar en los campos de cacao de las islas.
Las familias, en la ruina, después de vender su pedazo de tierra, de desprenderse de los pocos bienes que pudiesen tener, y de vender hasta las tejas de la vivienda, no tenían otro remedio que acudir a los encargados de las políticas migratorias para pedir empleo en ultramar. En ese momento, después de evaluar sus condiciones físicas para trabajar, les hacían firmar un contrato y les entregaban un anticipo para aguantar hasta que llegase el primer barco con destino São Tomé. Cuando llegaba el barco, antes de subir, les entregaban otra parte de anticipo para que la familia pudiese tener algo de sustento hasta que el trabajador llegase al destino final.
Y, de este modo, cientos de familias se despidieron de sus padres, madres, abuelos, tíos y sobrinos, para, probablemente, nunca volver a verlos. A ritmo de morna, cantaban en el puerto de Preguiça, frente al barco, todos los lamentos como los que expresan los versos de “Sodade”. Cuando el destino era Angola o Mozambique, el ritmo era más alegre, y se cantaban funanás que expresaban felicidad por tanta dicha. A continuación un ejemplo que habla de Holanda, otro de los países receptores de gran emigración caboverdiana a partir de los años 80.
En Praia Branca pudimos ver la Casa Museo de la Morna Sodade. Este museo, construido en la que fuese la tienda de abastos del señor Armando Zeferino Soares, muestra un poco de la historia que acabo de narrar. En él se exponen algunas de las maletas que llevaban los migrantes, ejemplos de letras de mornas típicas, sus instrumentos musicales y, por supuesto, las herramientas de labranza que se llevaban hasta São Nicolau antes de su partida. Una sala adicional tiene un mural con los músicos más representativos del país y algunos de los instrumentos musicales más representativos de la musicalidad caboverdiana, conocida internacionalmente.
Desde allí nos dirigimos por carreteras montañosas que serpentean entre acantilados que miran al mar hasta el pueblo de Ribeira Prata, enclavado en una ribeira tan profunda como la de Ribeira Brava. Yo tenía interés en visitar este lugar porque había leído sobre la historia de la Rotcha Scribida. Algunas personas llegaron a considerar que los hallazgos localizados en esta villa pudiesen ser vestigios que demostrasen la vida humana anterior a la llegada de los portugueses. Sin embargo, todos los geólogos coinciden, y han demostrado que se trata de un proceso natural causado por la filtración de minerales con ayuda del agua que ha penetrado en las diferentes capas de sedimentos piroclásticos. Sea lo que fuese, se trata de unas formas interesantes y extrañas.
Para encontrarlas, tuvimos que preguntar a las pocas personas que vimos por la calle, y a gritos desde la ventana de una casa, me fueron orientando hasta llegar al la especie de gruta abierta al aire en la que se encuentran. Ni Verónica ni mis padres quisieron acompañarme hasta este lugar de complicado acceso, pues el calor era insoportable y ya estábamos empapados en sudor. Este lugar se encuentra cercano a la iglesia del pueblo, construida al lado de una roca gigante con forma redonda, en cuyos alrededores hay una pequeña escuela.
Al fondo pudimos contemplar la villa de Fragata, que se asoma escondida en su ribera rodeada de cultivos de caña de azúcar. Se supone que en esta isla se produce el mejor grogue del país, pero en esta ocasión no pudimos probarlo. En el siguiente video encontrado por youtube se puede apreciar la maravilla de este enclave. Recomiendo mirar más videos de este autor, son formidables.
Una vez visitada esta zona de la isla, regresamos hasta Ribeira Brava, previa parada breve en Estância de Bras. Cuando llegamos a la capital, nos encargamos de buscar dónde almorzar, y tuvimos suerte, porque probamos el famoso Modje de São Nicolau, un guiso de cabrito delicioso. Nos lo preparó la señora Netinha Santos, que gestiona el restaurante del hotel Bela Sombra, hospedaje durante nuestras dos últimas noches en la isla. Netinha es uno de esos personajes famosos en la ciudad, a la que todo el mundo conoce, quiere y aprecia. Además de preparar unas comidas espectaculares y abundantes, te cuenta historias del São Nicolau de antaño, de su familia y de sus aventuras cuando era joven. Pasamos un buen rato en las comidas y cenas que hicimos con ella. En toda la ciudad solo encontramos 2 restaurantes donde poder comer.
Por la tarde nos fuimos primero a la villa de Caleijão, famoso por ser el lugar donde habitó en su infancia Baltasar Lopes da Silva, escritor de Chiquinho. Allí pudimos conocer las ruinas del que fuese el Orfanato Rainha Santa Isabel, que funcionó desde 1943 hasta la década de los 70. En este lugar, las monjas educaban a niñas huérfanas de la zona, que probablemente hubiesen perdido a sus padres por las hambrunas o la migración. Se supone que algún día construirán aquí un museo de arte sacro, pero mientras tanto, la naturaleza lo va devorando poco a poco.
Algo más adelante, existen zonas de cultivo con casas dispersas construidas en piedra, algunas de ellas abandonadas y ruinosas. Una de estas estructuras es el lugar donde Baltasar Lopes pasó sus años de juventud, y lugar en el que se inspiró para escribir la historia de Chiquinho. Después de haber leído el libro, es muy emocionante poder conocer este lugar.
La última parada del día fue en Preguiça, donde se encuentra el puerto desde el que partieron y se fragmentaron tantas familias caboverdianas. Aún existe la estructura donde se amarraban los barcos mientras estaban en puerto. En la parte alta de este pueblo quedan las ruinas del fuerte, construido en el siglo XIX para proteger la bahía y el puerto. Este lugar era el único punto de anclaje y almacén de provisiones, y perderlo suponía la incomunicación con las otras islas y la falta de insumos y provisiones. A día de hoy queda poco del fuerte, pues sus piedras fueron utilizadas para construir muchas de las viviendas de esta zona. Se pueden contemplar algunos cañones antiguos y un pilar conmemorativo de los 500 años del paso por esta isla, para proveerse de agua, de Pedro Álvares Cabral, descubridor de Brasil en el año 1500.
En la parte baja, se puede contemplar el muelle donde atracaban los barcos y las diferentes infraestructuras que en aquellas épocas se utilizaban como almacén en el puerto. Hoy en día varias familias viven en su interior, y las han compartimentado, en muchas ocasiones, con sábanas colgantes. En el lateral hay una pequeña playa donde los niños juegan mientras la memoria del sufrimiento de la población de esta isla se va difuminando generación tras generación.
Concluyo esta entrada compartiendo un video precioso que he encontrado por internet:
Ilha de São Nicolau from 32 Cabo Verde on Vimeo.
Ruta: Ribeira Brava- Fajã de Cima – Fajã de Baixo – Cachaço – Tarrafal de São Nicolau – Ribeira Brava -Cachaço – Parque Natual Monte Gordo – Tarrafal de São Nicolau – Praia D’Francês – Ponta do Barril – Carbeirinho – Tarrafal de São Nicolau – Praia Branca – Piscinas Naturais de Praia Branca – Ribeira Prata – Estância de Bras – Carvoeiro – Caleijão – Cabeçalinho – Preguiça – Ribeira Brava – Juncalinho – Piscina natural da Lagoa de Juncalinho – Aeropuerto