Húmedo Zanzibar

Aquí finaliza el viaje de Septiembre. Cuatro meses me ha llevado el ir describiendo los lugares que pudimos visitar. Sé que he tardado, pero finalmente, queda reflejado en la página, que es lo importante. Poder compartir las fotos de los lugares es el motivo principal de la existencia de este blog; así que allá vamos.   La llegada a Stone Town supuso un brusco cambio de sensación; pasamos del calor seco del norte tanzano a la humedad chorreante que te envuelve y te atrapa en la isla de Zanzibar (y te seduce, como diría Javier Reverte). Aquí no nos podíamos mover, a los dos pasos ya estábamos empapados, pero hicimos el esfuerzo y paseamos, paseamos y nos dejamos seducir por

Inesperado Tarangire

Tras un abandono temporal del blog, retorno para continuar con lo que comencé: el fabuloso viaje desde Zambia hasta Tanzania.   Llegué con mi familia a Tarangire National Park. Después de haber visto los grandes parques del norte de Tanzania, ninguno nos esperábamos gran cosa al entrar aquí; y lo sorprendente es que resultó ser de los parques más interesantes de todo el viaje; no solo por su gran cantidad de elefantes, sino por la extensa vegetación y la gran cantidad de baobabs que inundan el paisaje. Algo excepcional.   Pudimos ver la típica jirafa bebiendo, que era algo que aunque sea una tontería, después de haberlo visto desde pequeño en los documentales de la 2, no podía pasar por

La extinción que dio paso a la vida

El volcán se extinguió, su cráter permanece, y la vida, vive. La zona de conservación de Ngorongoro es un espectáculo de la naturaleza. Una panorámica constante que te rodea y te atrapa. Te atrapa igual que voluntariamente se encuentran atrapados miles de animales dentro del perímetro de su cráter.   Allí se debe vivir bien, las temperaturas son más bajas y hay agua dulce durante todo el año. También hay turistas durante todo el año, pero eso parece no importarles.   Pasamos un día entero dando vueltas, viendo toda la vida que existe y las grandes poblaciones de cebras y ñues, felices entre leonas, hienas y avestruces. Creo que es la primera vez que siento frío de verdad en mucho

Serengueti, inmenso y masai

Lo que uno se espera la primera vez que llega a un parque nacional africano es encontrarse las infinitas llanuras del Serengueti. Es lo que hemos mamado y visto por la tele desde que existe La 2 de TVE. De sobra es sabido que allí se inventaron las siestas, y como muestra un botón; dos masai echandose la susodicha plácidamente después de haber estado observando una migración masiva de ñúes mientras eran atacados por voraces cocodrilos. O eso, o estaban muertos y no les ayudamos… En fin, que el parque es precioso, con unas acacias de película (o documental) y unas extensiones de llanura excelentes para contemplar las mejores puestas de sol de tu vida. Sin embargo, conlleva el gran

Malawi en un flechazo

Después del paseito por Zambia con mis queridísimas, hicimos una última barbacoa con productos de primera calidad; después cruzamos hasta Lilongwe, capital de Malawi, donde tuvimos que separarnos tristemente en su caótica estación de autobuses. Desde allí me esperaban dos días y medio de carreteras hasta el Noreste de Tanzania, Arusha; donde me encontraría con mi familia para comenzar con la segunda parte del viaje. Querría haber conocido Malawi, me habría gustado bañarme en su lago, probar sus comidas y conocer a su gente; sin embargo, me tuve que conformar con sus carreteras y sus adelantamientos al más puro estilo boliviano. Después de un día entero de camino, hice noche en Mzuzu y madrugué de nuevo para llegar hasta Mbeya,

Dar es Salaam, olores, impresiones y sudores

Escribo desde África, Mozambique, Cabo Delgado, Pemba. Para llegar hasta aquí he tenido que atravesar dos países; en el primer vuelo, hacia El Cairo, donde tenía mi primera escala, llegamos con dos horas de retraso, de modo que tuve que correr bastante para llegar al siguiente vuelo, que no podía perder, pues supondría quedarme tirado en Dar Es Salaam, Tanzania, algo más de 3 días. Tras la sudada, volamos. Casi ni lo recuerdo, porque las seis horas que duraba el trayecto Cairo-Dar, las pasé durmiendo. Una siesta en la que no pude descansar lo suficiente, pues a las 5:30 nos sacaron del avión para soltarnos al amontonamiento de personas de la ventanilla aduanera. Pasados los trámites migratorios, y tras otra