Albania, el país de Skanderbeg

El casco histórico de Berat está enclavado en una ladera montañosa, y las callejuelas del centro son pasillos estrechos con cuestas pronunciadas que suben laberínticamente entre un entramado de casas blancas apoyadas unas sobre otras. Por la noche no pudimos pasear mucho por ahí, pues la inclinación de las calles lo complica bastante, además de que la falta de iluminación nocturna tampoco ayuda mucho. Hay otras calles más accesibles, como las que se encuentran de camino a la parte nueva de la ciudad o las que bordean el río. Estas calles están iluminadas y son bastante agradables para dar un paseo nocturno. Allí cenamos cordero y el plato típico albanés “fërgesë”, hecho con hígado, huevos, queso de oveja y perejil.

Ohrid, un lago de ensueño

El hostal que elegimos por booking no resultó ser el mejor del viaje. Pared con pared con una sala de juegos de donde entraban y salían personas de dudosa reputación, nos hizo pensar en la posibilidad de que la ciudad de Ohrid no fuese el destino que esperábamos.  Sin embargo, al despertar, todo ese bullicio (imagino que más del habitual por ser viernes) había desaparecido, y en su lugar, se había instalado un pequeño pueblo a orillas de un lago quieto como el hielo, cubierto de neblina y adornado por los graznidos de las gaviotas.  Primero desayunamos relajadamente y paseamos un poquito a orillas del lago, disfrutamos del sol que alumbraba su superficie y su horizonte en neblina donde se