Sí, es cierto que este país tiene un gran número de atractivos, pero también es cierto que desde Cabo Delgado, el acceso a muchos de ellos es prácticamente impensable de tan remoto. El tiempo de un fin de semana tampoco ayuda, y las carreteras están en malas condiciones.
Por todo esto, y porque nos gusta, volvimos al Parque Nacional das Quirimbas. Contactamos con un pequeño campamento llamado Mareja, en la zona Sur-Este del parque, donde hay unas casas para quedarse a dormir y un grupo de chicos muy amables te enseñan la zona.
Al igual que en el campamento Taratibu, desde aquí paseamos con Peter, un “ranger” (guardaparques) inglés, que se dedica a patrullar la zona con su equipo y proteger el área de los furtivos. Sin embargo, el área está llena de ellos, y el control se escapa de las manos; haría falta mucha gente para cubrir efectivamente el área. Las matanzas de elefantes que están ocurriendo en la zona son excesivas, encontrándose cada dos por tres, cadáveres con los colmillos arrancados.
El lugar es muy interesante; situado en una elevación del parque, tiene una construcción colonial alemana que han aprovechado para montar un comedor con un toque decadente y fantástico, desde el que se puede ver una parte de la reserva.
Junto con Peter, hay otras personas que nos trataron de maravilla, nos pasearon por el parque y nos llevaron hasta una plataforma que han construido para observar la llegada de los elefantes hasta un río donde acostumbran a beber; sin embargo, estuvimos un buen rato y no conseguimos ver nada. Con todo, la sensación ahí arriba es emocionante.
También paseamos con el Land Cruisier por los caminos, y bajamos hasta las zonas más frecuentadas por los animales, hicimos una ruta a pie, pero fue imposible ver nada más que macacos. Entre el miedo que le tienen al ser humano y los pocos animales que van quedando, encontrarse con algún mamífero es infrecuente.
Por la noche, desde la cama se escucharon ruidos de elefante a nuestro alrededor; árboles cayendo, crujidos y pisadas varias, lo justo para cagarme de miedo a la hora de ir al baño a mitad de noche. Menos mal que Pedro me quiso acompañar y me cubrió…
Disfrutamos mucho, pasamos un fin de semana diferente, y conocimos a una gente excelente.
Mareja es un lugar 100% recomendable.
Nota: Algunas fotos por cortesía de Urko. En las imágenes también aparecen Eva y Pedro.
árboles cayendo, pisadas, estrellas nocturnas inimaginables…
¿Qué árboles son los de la quinta foto?
🙂
Son Cajueiros (el árbol que da el anacardo).