A este inmenso parque hemos ido en dos ocasiones, la primera de ellas, de camino a Limoncocha, donde paramos para visitar unas cascadas espectaculares. A la ida hacia el oriente paramos a visitar la cascada de San Rafael, que cae en un hueco de piedra levantando una bruma de vapor de agua rodeada de exuberante vegetación y todos los tonos de verde que puedas imaginar. Al regreso bajamos para visitar la cascada mágica, la cual no me queda claro que esté dentro del parque, porque una señora te cobra un dolar al pasar por el camino que te lleva hasta esta. En cualquier caso, es una masa de agua que cae, y a la que uno se puede aproximar mucho, pareciendo que el agua te va a engullir. Las fotos hablan por sí solas.
La segunda ocasión fue en la visita a las termas de Papallacta, lugar famosísimo en Ecuador y al que todavía no había ido. Este lugar es conocido por encontrarse en un pequeño valle rodeado de aguas termales, y donde la gente va a pasar los fines de semana a relajarse. Por mi cumpleaños, Vero me invitó a que pasásemos una noche en el hotel y disfrutásemos de estas calientes aguas humeantes. El lugar es precioso, y las cabañas tienen su zona de piscinas en el patio interior funcionando 24 horas. Espectacular.
Por la mañana decidimos subir por el camino que conecta hasta la guardianía del Ministerio de Ambiente, desde donde sale un sendero que recorre las famosas lagunas de Oyacachi, entre los 3.500 y 4.300 sobre el nivel del mar, en un páramo declarado sitio RAMSAR con el nombre de “Complejo de Humedales Ñucanchi Turupamba“. Aunque no hicimos el camino entero, paseamos unas 3 horas y vimos las lagunas Loreto, Mogotes y Parcachocha, si no he averiguado mal… Un bonito paseo por el páramo en el que tuvimos la suerte de que no lloviese. Pudimos ver el Antisana despejado y un bonito lobo de páramo vino a visitarnos curioso.
Fechas: 26 de mayo de 2017 y 01 de octubre de 2017