Desde Cobija, en Bolivia, puedes sentir el ambiente brasileño constantemente, estas ciudades fronterizas se separan del país vecino por el río Acre, y al otro lado, y con libre acceso, puedes entrar a Brasiléia o Epitaciolância, sendas ciudades brasileñas, que si bien, pegadas a Cobija, son completamente diferentes.
Cruzamos la frontera, donde si no te empeñas en hacerlo, el trámite migratorio no existiría, y nos subimos a un taxi rápido que nos propulsó por carreteras infinitas hasta la ciudad de Río Branco, capital del Estado de Acre. Desde allí, un conductor de la Secretaría del Medio Ambiente, nos llevó (ya de noche) por unas carreteras llenas de agujeros. El señor, ya entrado en años, manejaba tranquilamente y relajado, dando frenazos bruscos parando a un milímetro de caer por los precipicios que se abrían a los lados de la carretera. Sobrevivimos al temerario itinerario y dormimos en la ciudad de Manoel Urbano, donde al día siguiente tomaríamos una lancha rápida para llegar a uno de los parques amazónicos mejor conservados y más remotos de esta zona, en la frontera con Perú, el Parque Estadual Chandless. El parque lleva su nombre debido al explorador británico William Chandless.
El trayecto en lancha fue de seis horas aproximadamente, y aunque no lo crean, el frío que pasamos fue tan grande que mi cara era una piedra de músculos entumecidos. Hasta los músculos de los ojos se me congelaron y no pude enfocar la vista durante un buen rato. Menos mal que al día siguiente salió el sol, por que este “friagem” del sur casi nos mata, y uno nunca va a la Amazonia preparado para el frío, evidentemente.
Allí nos recibió Jesús, director de la Reserva, quien nos atendió maravillosamente y nos enseñó los procesos de diálogo que están facilitando entre las 11 familias de habitantes de la Reserva y los pueblos indígenas que habitan en los alrededores. La idea es llegar a acuerdos sobre la gestión de los recursos y evitar los conflictos futuros.
También conocimos a Mark, que está haciendo un análisis sobre la factibilidad de la implementación del turismo científico y de aventura, pues es experto en escalada de árboles y plantean colocar plataformas en las copas para realizar el avistamiento de aves. Sin duda este parque es un lugar muy interesante a la par que impenetrable, aislado del mundo y con vestigios de que por él transitan pueblos indígenas sin contactar que no entienden de fronteras y circulan por aquí y por Perú.