Existe un río, un río grande, que abastece otro río más grande aún, un río que da vida a una región gigante, tan grande que no puedes imaginarla dentro de tu cabeza. Y en esa región hay tanta vida, tanta, que podrías intentar entender las relaciones existentes entre cada uno de los seres vivos que allí habitan y podrías morir de viejo sin haber comprendido ni una décima parte de los procesos que allí ocurren. Ese río grande se llama Putumayo, uno de los múltiples ríos que abastecen al río amazonas y que forman la cuenca amazónica. Una maravilla de la naturaleza y que cada vez se encuentra más amenazada por presiones antrópicas.
Yo tengo la suerte de estar trabajando en una iniciativa para la conservación de esta región, y gracias a esto, tengo oportunidad de visitar lugares remotos, a los que muchos no han ido ni irán nunca. Lugares mágicos y escondidos entre árboles gigantes.
Pasé unos días visitando el Parque Nacional Natural La Paya, que se encuentra en Colombia, en la triple frontera que conforma este país con Ecuador y Perú. Lugares remotos separados por un río llamado Putumayo, el río de la vida, que abastece a lo que Javier Reverte llamó “El río de la desolación” (el Amazonas). Un río tan importante y tan conflictivo en su cuenca que logra difuminar tristeza a lo largo de su camino.
Allí pudimos reunirnos con los funcionarios del parque, pero también con las diferentes nacionalidades indígenas que allí habitan y confluyen. Nos enseñaron sus malocas, sus chagras y su forma de gobierno. Una experiencia de aprendizaje fantástica.
Dejo unas fotos de lo que allí pude contemplar. Una visita rápida y fugaz de un paisaje enorme y riquísimo. Espero poder regresar con más tiempo para observar y menos para trabajar, y siempre seguiré compartiendo esta ventanita al mundo a través de la pantalla.