Aprovechando la cercanía y la motivación de estar por primera vez en estas tierras, compramos un ticket de bus para ir hasta Washington DC. Resulta que usamos un buscador cualquiera y acabamos comprando un bus chino que te lleva de un China Town a otro. A las 6 de la mañana nos encontrábamos en mitad de una calle oscura en la que solo pasaban los camiones de la basura y no había ninguna agencia de buses abierta. Lo único que nos hizo cerciorarnos de que estábamos bien eran dos viejitos esperando con su equipaje… Media hora después fueron apareciendo más pasajeros y finalmente abrieron una reja que teníamos a nuestra espalda y apareció una mugrienta estación, donde nos revisaron los tickets que habíamos comprado por internet y pudimos comprar un par de botellas de agua. Contra toda expectativa el bus estaba limpio, era nuevo y había hasta wifi. Una experiencia de viaje a toda velocidad con parada en bar de carretera de 15 minutos donde pudimos engullir un desayuno y que culminó puntualmente en el China Town de Washington DC, capital de Estados Unidos.
Previo paso por el hotel para dejar el equipaje, nos dirigimos hasta lo que llaman el National Mall, donde se encuentran todos los museos y monumentos famosos. Aunque no tuvimos tiempo de entrar en ningún museo, pudimos pasear por el monumento a Lincoln, famosísimo lugar donde en todas las películas el protagonista se acerca a consultarle alguna cosa a la estatua impasible sentada en su trono. En frente está el laguito artificial donde Jenny se lanza para ir a abrazar a Forest Gump durante su discurso en contra de la Guerra de Vietnam; emocionante.
Allí mismo hay un homenaje a los caídos en Vietnam, con una estatua con tres soldados, un libro tipo páginas amarillas gigantesco con todos los nombres de las personas que participaron en la guerra y además un muro con incontables nombres inscritos en homenaje a los fallecidos durante el conflicto bélico.
Al fondo se encuentra el obelisco conmemoración al presidente Washington y el gigantesco capitolio (que se encuentra en restauración y que no visitamos por dentro -tampoco sé si se puede-), con la Casa Blanca en un lateral del Mall, vallada a más no poder. Todo esto rodeado de incontables museos y edificios muy parecidos unos con otros, todos de porte monumental.
Por la noche nos fuimos a cenar a casa de mis amigos Rafael y Sony, a los que conocí en Mozambique y que ahora viven en DC. Nos ofrecieron una cena espectacular y reímos unas cuantas horas recordando viejos tiempos mozambicanos, qué saudades…
A la mañana siguiente fuimos a visitar la Embajada de Cuba, que abrió en 2015 y que no sabemos si seguirá mucho tiempo después de entrar Donald Trump en su mandato (este viaje fue a principios de noviembre de 2016, unos pocos días antes de las elecciones que le hicieron presidente). Después nos dirigimos hasta el cementerio Nacional de Arlington, que aunque está situado en otro estado (Virginia), se puede llegar en metro desde Washington DC. Se trata de un cementerio militar donde hay infinidad de lápidas (no sé si también cuerpos) representando a todos los caídos en las infinitas guerras en las que este país se ha involucrado. Allí visitamos el cambio de guardia en la tumba del soldado desconocido, con vistas hacia la ciudad de Washington. También pudimos ver la tumba de la familia Kennedy, con una llama perpetua encendida. Además, se puede observar desde lo alto el Pentágono, tan mítico y tan desconocido…
Esa misma tarde emprendimos la vuelta hasta Bridgeport, estado de Connecticut, donde viven los tíos de Vero y pasamos la noche para visitar Boston con ellos como último paseo de despedida.
Fecha: 28 de octubre al 6 de noviembre de 2016
Lugar: Nueva York – Washington DC – Boston