Desde Zamora rodeamos el Parque Nacional Podocarpus hasta llegar a la entrada cercana a la zona de Vilcabamba. El ecosistema aquí ya no es amazónico, es un bosque andino al que estamos más acostumbrados, sin embargo, la belleza de los paisajes y los caminos que se recorren, es abrumadora.

Paseamos un rato por el parque y después fuimos a visitar Vilcabamba, característico por las preciosas montañas que le rodean y la teórica longevidad de sus habitantes. En realidad, esperábamos ver a los famosos viejitos de este pueblo, y lo que nos encontramos fue miles de turistas (o residentes) extranjeros que se instalaron aquí por las propiedades de longevidad que se promocionan. Tan alto es el número de extranjeros que hasta existe un puesto migratorio en este lugar. Sorprendente. Debe reconocerse que es bonito, pero como ocurre en todos los sitios turísticos, se pierde el encanto con todas estas gentes y los restaurantes preparados para ellas.  

Lo que sí nos encantó fue Loja, donde además de disfrutar de las iglesias y casitas de colores de esta pequeña y linda ciudad, nos quedamos a dormir en la reserva privada Madrigal del Podocarpus, en la zona de amortiguamiento del parque, donde la familia Tapia lleva un proyecto de restauración de antiguos potreros además de la escuela Amauta, un referente internacional sobre educación alternativa, con unos niños que se vuelcan en las labores de cuidado y respeto por la naturaleza, una auténtica maravilla. Aquí nos trataron como a reyes, nos contaron historias, nos invitaron a cenar y nos llevaron a pasear por los senderos. Recomiendo a todo el mundo que vaya a visitar este fantástico lugar!!  

En Loja, además de disfrutar de los bonitos edificios de esta tranquila ciudad, pudimos comer los deliciosos tamales lojanos, un manjar que debía ser patrimonio mundial de la humanidad, excelentes!!!

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