En Mayo, y aprovechando un taller que se realizaba en la ciudad de São Paulo, pude dedicar un día a pasear por sus alrededores. Se trata de una ciudad impresionante, con un centro histórico que me recordó bastante al de Madrid, con sus edificios monumentales y avenidas grandes atravesadas por mínimas callejuelas.
Mi plan de visita fue totalmente improvisado, buscando en google los principales monumentos del centro y lugares visitables por la zona. Fui marcándome puntos en el mapa y caminando uno detrás de otro. Inicié temprano en la mañana, y al ser domingo, las calles estaban desérticas, solo podías ver por las esquinas pequeños bultos de mantas, de donde, según iba entrando la mañana, se iban desperezando personas que viven en las calles. La gran mayoría de ellos, adictos a múltiples drogas, principalmente al crack. Cuando me quise dar cuenta, me encontraba rodeado de cientos de personas completamente desubicadas caminando sin un sentido ni dirección aparente. Ha sido lo más próximo que he estado en mi vida a una experiencia zombie. Con la cámara de fotos caminando entre toda esta gente, la sensación de seguridad fue bastante reducida, aunque ciertamente, en muchos de los puntos a los que me acerqué, había patrullas de policía controlando. Fue muy difícil poder hacer fotografías, pues la sacaba un segundo y la volvía a guardar.
Pude visitar lugares como el palacio de justicia, la catedral metropolitana, el teatro municipal, el mercado, la iglesia de la consolación, el monasterio de san bento, la zona 0, o el patio de colegio. Este último sitio fue donde los jesuitas portugueses erigieron la primera construcción de la ciudad en 1554, y actualmente tiene una pequeña iglesia y un museo que te habla sobre los orígenes de la ciudad.
Otro de los atractivos interesantes son los múltiples rascacielos que tiene São Paulo, como por ejemplo el Edificio Copán, o el edificio Martinelli; mires a donde mires puedes verlos en el horizonte. Por la tarde subimos con Stephanie al edificio Italia, desde donde pudimos observar la ciudad desde el cielo y su mar de edificios oscureciéndose durante el atardecer urbano.
Es una pena que entre todas estas maravillas, se encuentren intercalados cientos de edificios deteriorados, con los cristales rotos y convertidos prácticamente en viviendas de gente sin vivienda, una paradoja interesante, porque no puede decirse que sean edificios abandonados. Los parques de la calle están plagados de esta gente consumiendo drogas y viendo la vida pasar. La zona de la catedral y sobre todo, la zona cercana al mercado central y la pinacoteca (la cual también visité) en el barrio de La Luz, son los puntos que detecté más colapsados de estas personas con problemas. Parece que una semana después de mi visita, la policía federal hizo una intervención en “cracolandia” (así es como llaman al barrio de La Luz de São Paulo) y desmanteló todos los asentamientos de adictos al crack en el centro, prometiendo desde la alcaldía que se demolerían estos edificios ocupados para reinventar de nuevo el centro. Lo que no sé es de qué sirve, ¿será que tienen una alternativa para ellos?, ¿o simplemente se trasladarán a otros sectores de la ciudad? Parece que es el inicio de la remodelación del centro y la recuperación de esta maravillosa zona histórica. Mi camarita y yo salimos impunes y disfrutamos mucho de este lugar difícil de visitar, pero interesantísimo.
Por la tarde visité el barrio de Vila Madalena, una zona bohemia llena de bares, de tiendas fashion, gente cool y muy tranquila. Todo lo opuesto a lo que había conocido en la mañana. Aquí pude visitar el “beco de Batman”, un callejón lleno de grafitis donde asisten artistas de todas partes del mundo a exponer sus murales. Almorcé por esta zona y me fui a pasear al atardecer por la Avenida Paulista, que los domingos se convierte en peatonal y las familias salen a pasear tranquilamente, a disfrutar de los artistas callejeros y a caminar sin peligros. Desde aquí sale un carril bici que recorre toda la ciudad, incluido el peligroso centro que visité en la mañana (podréis ver los conos en las fotos señalándolo). Me asomé al Museo de Arte de São Paulo, el cual no me pareció especialmente interesante, ni por su construcción modernista semejante al Reina Sofía en Madrid, ni por su colección de pinturas, la cual mezcla artistas, estilos y años en una misma sala diáfana.
Estatua a la que le huele el sobaco
Aprovecho también para subir unas pocas fotos del parque Ibirapuera, sus lagos y su monumento a las banderas. Estas fotos las pude hacer en otra visita rápida a São Paulo el año pasado, donde solo tuve tiempo para pasear por este parque y comer en la Avenida Paulista.
Fecha: 14 de mayo de 2017
A mi el museo por dentro me gusta. Parece un bosque de cuadros!
Gracias Aurora por tus mensajitos!! Sí, es bonito! Has visto que no hay etiquetas de artista ni título de obra? Habría que rodear cada cuadro para leerlo. Parecíamos todos idiotas dando vueltas a los cuadros. Quizás formábamos parte de la exposicion? (más bien experimento)