Reducciones Jesuíticas en Paraguay

El autobús me dejó en Encarnación sobre las siete u ocho de la tarde, y cerca de la estación encontré un hostal donde dejar mis cosas. Pregunté por algún lugar para salir a cenar y me recomendaron ir al malecón, donde se estaba organizando una fiesta japonesa…

Esta costanera no tenía nada que ver con la de Asunción. Múltiples bares y puestos callejeros adornan todo su recorrido, un clima agradable y unas bonitas vistas iluminadas de la ciudad argentina de Posadas a orillas del Paraná, hicieron que el tiempo aquí fuese muy agradable.

Los japoneses habían montado un escenario con espectáculos musicales en vivo. Pude ver un show de tambores y a una cantautora que cantaba en español con acento japonés. Además, la comunidad japonesa de Encarnación, que parece ser bastante amplia, estaba vendiendo toda clase de comidas típicas en puestecitos. Disfruté como un enano.

Puesto que la ciudad parecía tranquila, me aventuré a caminar de noche hasta la plaza de armas, donde descubrí que no solo había ocurrido una fuerte migración japonesa, sino que también otras nacionalidades como la ucraniana, habían venido en masa a esta ciudad. Curiosos jardines y estatuas rememoran a las comunidades migrantes de la ciudad.

Homenaje a Japón
Homenaje a Ucrania

Agotado, me acosté para descansar ante la jornada que me esperaba al día siguiente. Madrugué, y mochila a cuestas, me aventuré en un autobús hasta el pueblo de Trinidad, donde me bajé a los pies de la entrada de la “Misión jesuítica de La Santísima Trinidad de Paraná”, declarada patrimonio de la humanidad en el 93. Esta reducción es la más grande que existe, y está muy bien conservada. Pude pasear un rato entre sus muros y torres y luego pude disfrutar del pequeño museo, donde las encargadas de vender los boletos se habían quedado guardando mi mochila.

Desde Trinidad conseguí un taxi hasta otra misión cercana, “Reducción Jesuítica Guaraní de Jesús de Tavarangue”, un poco más pequeña y menos impresionante, pero aún así, espectacular y hermosa. Aunque la de Trinidad fue fundada en el siglo XVIII, esta data de finales del XVII y también está declarada por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad.

Después de pasar un calor insoportable en estas espectaculares misiones aladrilladas, esperé un buen rato en la carretera hasta que un bus pasó para llevarme hasta “Ciudad del Este”, donde pasé de largo y pude hacer la migración de manera muy rápida para entrar de nuevo en Brasil, hospedándome en la ciudad de Foz de Iguazú, donde al día siguiente me disponía a ver las cataratas.


Fecha: 1-18 de noviembre de 2018

Ruta: Santa Cruz de la Sierra (BO) – San Javier (BO) – Concepción (BO) – San José de Chiquitos (BO) – Chochis (BO) – Santiago de Chiquitos/Valle de Tucabaca (BO) – Corumbá (BR) – Passo do Lontra/Pantanal Sul (BR) – Bonito (BR) – Recanto Ecológico Rio da Prata (BR)- Pedro Juan Caballero (PY) – Asunción (PY) – Yaguarón (PY) – Encarnación (PY) – Trinidad (PY) – Jesús de Tavarangüe (PY) – Foz do Iguaçú (BR) – Porto Alegre (BR) – Rio Branco (UY) – Montevideo (UY) – Colonia del Sacramento (UY) – Buenos Aires (AR)

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