En tierras de Chiquinho

Fecha: del 1 al 4 de noviembre de 2021


Entre finales de octubre e inicios de noviembre, mis padres regresaron a Cabo Verde, para acompañarnos a visitar el par de islas que nos quedaban por descubrir. Aunque en este viaje también visitamos la Isla de Maio, creo que no amerita subir otra entrada de esta isla que tantas veces visité durante mi estancia en el país. Nos centraremos en São Nicolau en las siguientes entradas y posteriormente dedicaré otra entrada a la famosísima isla de Sal.

La Isla de São Nicolau, junto con la Isla Brava, es un destino complicado, con pocas conexiones tanto aéreas como marítimas, y que, sin embargo, contiene mucha historia y encantos. Esta isla se sitúa en el punto medio del archipiélago de Cabo Verde y desde lo alto de su punto de mayor altitud, el Monte Gordo, en días despejados, pueden observarse todas las islas.

Durante 2021 solo disponía de un vuelo semanal, por lo que en un inicio planificamos llegar a la isla en avión y continuar en barco hasta Mindelo, regresando a Praia desde allí. No obstante, y como he explicado en otras ocasiones, la compañía de barcos suele tener averías, cambios de programación y cancelaciones. Tal fue el caso que una semana antes de viajar descubrimos que esa semana “no había barco hacia Mindelo”. Después de reconfirmar 4 veces, acabamos por comprar un vuelo hasta Sal, lo que nos sirvió para también conocer la isla más famosa del país. Lo divertido del caso es que una vez comprado el vuelo a Sal, la compañía naviera anuncia a bombo y platillo la puesta en funcionamiento de un barco nuevo, el Dona Tututa, que haría su ruta inaugural entre São Nicolau y Mindelo exactamente el día que habíamos planificado en un inicio. En ocasiones dan ganas de estrangular a alguien. Lo mejor de todo esto, es que finalmente el barco tuvo “problemas” y no inició esa ruta hasta tres días después. Nos alegramos, por tanto, y nos reímos finalmente de la confusão y estrés que nos causaron durante esos días.

Esta Isla fue descubierta en 1461, y en sus orígenes sirvió para criar ganado en libertad, pues solía tener abundante pasto. No se comenzó a poblar con habitantes permanentes hasta el siglo XVI, y se fundó la capital en los márgenes de un enorme río seco que se hace caudaloso cuando llueve. Se le denominó Ribeira Brava. A día de hoy es una ciudad pequeña situada en las pendientes de este cañón y con un centro histórico que se caracteriza por disponer de edificios grandes muy unidos entre sí, conformando un laberinto de callejuelas estrechas muy peculiar. Son famosos los carnavales de esta ciudad porque desfilan “apretaditos” entre sus calles.

Destaca en Ribeira Brava la Igreja Matriz de Nossa Senhora do Rosário, que es la iglesia más antigua del país que ha funcionado ininterrumpidamente desde su apertura. De hecho, algunas iglesias de Santiago son más antiguas, pero han estado abandonadas periodos largos de tiempo. Pero el que probablemente sea el edificio más importante de toda la isla y uno de los más importantes del país es el Seminario-Liceo, que fue la primera escuela secundaria del país y de toda África Occidental. Funcionó desde 1866 hasta 1918, transformándose en 1931 en campo de concentración de presos políticos del régimen fascista portugués. Aquí se formaron algunos de los escritores y pensadores más relevantes de Cabo Verde, entre ellos, Baltasar Lopes da Silva, escritor de la célebre obra “Chiquinho”. A día de hoy vuelve a funcionar sin la relevancia que tuvo en otros tiempos.

Chiquinho narra la historia de un niño que estudia en este liceo y cuyo padre emigra a Estados Unidos debido a la falta de empleo en la isla. Chiquinho consigue convertirse en maestro y es profesor durante una de las peores crisis de sequía y hambruna que azotaron el archipiélago. El libro te narra la dura realidad del hambre, la falta de oportunidades y la migración para nunca volver. La casa natal de Baltasar Lopes da Silva se encuentra también en el centro de Ribeira Brava, aunque vivió en Caleijão los primeros años de su vida.

Baltasar Lópes, autor de Chiquinho
Casa Natal de Baltasar Lopes da Silva
Seminario-Liceo
Abajo los restos de la capilla del Seminario-Liceo

A nuestra llegada, después alquilar un vehículo y de instalarnos en uno de los pocos hoteles de la isla, nos dirigimos hacia Fajã de Cima y Fajã de Baixo, donde nos habían comentado que se celebraba la festa do milho (la fiesta del maíz), y que habría todo tipo de manjares hechos con maíz. Sin embargo, cuando llegamos, no había nadie por las calles y a duras penas conseguimos que nos diesen de comer (en el único “restaurante” de esos pueblos) un pescado seco con arroz y una mazorca de maíz que tuvieron que ir a buscar a una finca cercana. Ahí nos empezamos a dar cuenta de las pocas opciones que existen en este lugar tan aislado y remoto.

Después de hacer unas paradas en los miradores cercanos al asentamiento de Cachaço, nos dirigimos a la segunda ciudad más poblada de la isla, Tarrafal de São Nicolau, con un puerto pesquero importante y famoso por las conservas de atún que hacen las delicias de todos los caboverdianos. El atún en lata de esta fábrica (Sucla – Sociedade Ultramarina de Conservas) es probablemente el mejor atún en lata que haya probado en mi vida. En otro post hablaré de la historia de este lugar, que tiene hasta un museo al lado de la fábrica; el museu da pesca.

Después de completar un par de veces el paseo que recorre la playa, regresamos hasta Ribeira Brava antes de que se hiciese de noche. Debíamos descansar bien porque al día siguiente haríamos una caminata por el Parque Natural de Monte Gordo.



Ruta: Ribeira Brava- Fajã de Cima – Fajã de Baixo – Cachaço – Tarrafal de São Nicolau – Ribeira Brava – Cachaço – Parque Natual Monte Gordo – Tarrafal de São Nicolau – Praia D’Francês – Ponta do Barril – Carbeirinho – Tarrafal de São Nicolau – Praia Branca – Piscinas Naturais de Praia Branca – Ribeira Prata – Estância de Bras – Carvoeiro – Caleojão – Cabeçalinho – Preguiça – Ribeira Brava – Juncalinho – Piscina natural da Lagoa de Juncalinho – Aeropuerto

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