Fecha: del 1 al 4 de noviembre de 2021
Amaneció un día precioso y soleado, la bruma seca del día anterior, o harmattan, como la llaman en el Sahel, había desaparecido. Fue una suerte porque esta mañana la teníamos reservada para hacer una de las varias caminatas que se pueden disfrutar en el Parque Natural Monte Gordo. Por ser época de lluvias y haber descargado un poco de agua las semanas anteriores, el paisaje estaba verde brillante, con unas tonalidades preciosas.
Hace unos años, Cabo Verde organizó un concurso para identificar sus siete maravillas naturales nacionales, y, en la lista ganadora, salieron las siguientes; este día visitaríamos dos:
- Monte Cara (São Vicente)
- Vulcão do Fogo (Fogo)
- Carbeirinho (São Nicolau)
- Salinas de Pedra de Lume (Sal)
- Praia de Santa Maria (Sal)
- Deserto de Viana (Boa Vista)
- Parque Natural de Monte Gordo (São Nicolau)
Lo primero que salta a la vista es la cantidad de dragos (o dragoeiros, en portugués) esparcidos alrededor de la entrada del parque, en el pueblo de Cachaço. Estos árboles pueden tardar hasta 10 años en crecer solamente un metro, por lo que se trata de una especie con muy poca capacidad de recuperación, y de la que evidentemente quedan pocos individuos. Es una especie endémica de la Macaronesia y que se encuentra en peligro de extinción. Su forma tan peculiar otorga a este paisaje una composición de cuento.
Nos acercamos al centro de interpretación del parque, con un pequeño museo y allí encontramos un funcionario que nos explicó las rutas con mucha amabilidad. Desde allí nos indicaron las varias opciones que teníamos y los tiempos que tardaríamos, los diferentes miradores y pendientes. Salimos siguiendo el bonito camino empedrado que discurre entre casas de familias agricultoras asentadas en a zona. Se suponía que sería un “camino recreacional para familias” con poca pendiente y escasa dificultad. No obstante, hacer subir a mi padre esas cuestas fue una tarea complicada, pues se cansaba no de caminar, sino de tanto protestar. Poco a poco, y a golpe de frases motivadoras y poder de convicción, conseguimos que llegase hasta el primer mirador, cercano a uno de los cráteres del volcán, que es aprovechado agrícolamente por algunos habitantes. Por el camino pasamos por las ruinas de una vivienda con un cartel que indica “Casa de Igreja”. En este rótulo indicaba que en las épocas de hambruna y sequía que vivió esta isla en los años 40, una familia se asentó allí con sus 19 hijos y sobrevivió cultivando en estas zonas montañosas que retienen agua de las nubes.
Al regreso, finalmente por el mismo camino, porque no alcanzamos a realizar la ruta circular que nos habían recomendado, fue mi madre la que sufrió de las rodillas con la pendiente de bajada. En esta ocasión fue mi padre el que le decía las frases motivadoras a ella en tono de burla y en venganza por los “ánimos” que le habíamos dado a él en la subida.
Aunque fue un poco duro (principalmente para ellos) lo pasamos muy bien y disfrutamos de los hermosos paisajes y bosques de este bonito parque. Después de transpirar unos cuantos litros de sudor, nos fuimos directos a Tarrafal, donde almorzamos tranquilamente y nos bebimos unas Strela Kriola bien frías.
Por la tarde, fuimos haciendo la ruta de las playas hasta llegar al punto más conocido de esta isla, la Playa de Carbeirinho. La primera parada fue en la Praia D’Francês, con unas rocas muy pulidas y un paisaje bonito y remoto, rodeado de cactus y silencioso. En el camino se puede observar una de las grandes infraestructuras playeras abandonadas de las muchas que posee Cabo Verde. No he logrado encontrar información en internet, pero se trata de una super urbanización con varias viviendas adosadas, con pistas de acceso a las viviendas y ocupando una de las mejores playas de la zona sur de la isla. Completamente en ruinas y abandonado. ¿Cuál será la historia que tiene detrás? Casos parecidos se pueden ver en la Isla de Maio, por ejemplo, de los que tampoco se puede encontrar ninguna información. Es interesante cómo nadie dice nada ante estos megacomplejos completamente abandonados y convirtiéndose en ruina en varios puntos del país.
Un poquito más adelante se encuentra el faro de Ponta de Barril, también con un aire místico y silencioso. Allí paramos un momentito para contemplar el paisaje, disfrutar del sonido de las olas golpeando contra la costa y tomar un par de fotografías.
Al final de la tarde, cuando el sol del atardecer chocaba contra los acantilados del oeste de la isla, nos dirigimos hasta Carbeirinho, a donde se llega atravesando un páramo polvoriento con una única carretera de tierra batida con horizontes infinitos hacia los lados. Cuando ya parece que se acaba la carretera y te vas a lanzar por el precipicio, es recomendable dejar el vehículo, pues corres el riesgo de que después no suba. Desde allí continuamos a pie, luchando contra unos vientos alisios más fuertes que de costumbre, y llegamos hasta las escaleras que descienden a esta playa.
Una vez abajo descubrimos la espectacular formación geológica de este acantilado, compuesto por arena caliza y restos piroclásticos acumulados en capas de diferentes colores, erosionados por el constante viento y el agua. Se crea un perfil tipo hojaldre con suaves curvas hipnóticas que suplica ser fotografiado hasta quedarte sin batería, y que se acompaña de varias pequeñas piscinas y pozas escondidas entre los acantilados en las que se puede gozar de la contemplación de tortugas marinas que flotan disfrutando del vaivén de las olas. Allí pasamos un buen rato contemplando tan bello espectáculo al atardecer de un día perfecto. Lástima que mi padre, después de la paliza en Monte Gordo, se negó a bajar.
Ruta: Ribeira Brava- Fajã de Cima – Fajã de Baixo – Cachaço – Tarrafal de São Nicolau – Ribeira Brava – Cachaço – Parque Natual Monte Gordo – Tarrafal de São Nicolau – Praia D’Francês – Ponta do Barril – Carbeirinho – Tarrafal de São Nicolau – Praia Branca – Piscinas Naturais de Praia Branca – Ribeira Prata – Estância de Bras – Carvoeiro – Caleijão – Cabeçalinho – Preguiça – Ribeira Brava – Juncalinho – Piscina natural da Lagoa de Juncalinho – Aeropuerto