Fecha: Mayo 2022 | Febrero 2023 | Abril 2023
Uno de los primeros viajes que hicimos en Costa Rica fue hasta Quepos, desde donde visitaríamos el archiconocido Parque Nacional Manuel Antonio. Este parque es paso imprescindible para cualquier turista que llega a Costa Rica. Nombrado en 2011 por la revista Forbes como uno de los parques más hermosos del mundo, se caracteriza por sus frondosos bosques primarios, su alta biodiversidad, y sobre todo, por sus hordas de gringos despistados mirando al cielo.
Siempre me planteé el por qué de un nombre tan feo para un parque nacional. Y como es de esperar, una primera búsqueda, arroja como resultado a un señor político costarricense llamado Manuel Antonio Bonilla Nava, pero no cuadra su vida con el año de creación del parque. No obstante, haciendo una búsqueda un poco detallada, y, aunque hay poca información al respecto, aparece la verdadera historia de la lucha por la creación de este parque y del señor Manuel Antonio Ramírez Muñoz como uno de los líderes encargados de la organización del movimiento que logró que este lugar ahora esté protegido y conservado.
Parece que todas las tierras de esta zona, como gran parte de Latinoamérica, eran propiedad de la United Fruit Company, que se dedicaba en esta zona, entre otras cosas, al monocultivo de banano. En las bonitas playas de lo que ahora es el parque, los trabajadores y habitantes de Quepos (incluso algunos atrevidos que viajaban desde San José) solían bañarse y pasar sus fines de semana disfrutando del buen clima de la zona.
Un buen día, estas tierras fueron vendidas a un señor extranjero, que decidió cerrar el acceso. Esto provocó reacciones, protestas y conflictos en la zona, siendo, Balu (como era conocido Manuel Antonio) uno de los muchos líderes que plantaron cara a la injusticia. Finalmente, tras mucho movimiento, en 1972 acabó por consolidarse la expropiación y consiguiente creación del Parque Nacional. Ahora este pedazo de tierra y mar son patrimonio del Estado de Costa Rica y un orgullo para todos los ticos.
En realidad, el parque, es un piquito de naturaleza exuberante en la costa pacífica de Costa Rica y que ha quedado rodeado de urbanización y monocultivos. En los alrededores de Quepos hay aproximadamente 40 fincas produciendo más de 11.000 hectáreas de palma aceitera. En esta franja costera, uno puede recorrer más de 35 kilómetros por la carretera sin dejar de ver plantaciones infinitas de palma africana. Impresionante y desolador.
Si uno viaja desde San José, tiene que parar obligatoriamente en el puente Tárcoles, donde siempre, 24 horas al día, 7 días a la semana, un montón de cocodrilos gigantes reposan en los bancos de arena de este ancho río que desemboca en el pacífico. Comerse un helado Pops mirando cocodrilos se ha convertido ya en todo un clásico para nosotros.
La ciudad de Quepos es una ciudad costera como cualquier otra ciudad latinoamericana que podrías encontrar en cualquier lugar de este bello continente. Su malecón es precioso, con una playa que se deja ver con las amplias subidas y bajadas de marea, y desde donde se puede vislumbrar una espectacular puesta de sol mientras cientos de pájaros se preparan para ir a dormir en los árboles de la costanera. El estridente piar de estas aves hace que el atardecer en este lugar sea inolvidable. Quepos no tiene muchos más atractivos que este paseo marítimo y el Parque Naomi, un poquito más apartado, pero con bellas vistas si hace sol.
Como habrán comprobado, al inicio de esta entrada, coloqué tres fechas, pues he recopilado fotografías de las tres veces que hemos ido en este año y pico en Costa Rica. No siempre hemos recorrido todos los senderos, pero narraré lo que hemos visto en las diferentes visitas.
Para acceder al parque, hay que dirigirse desde Quepos, por una carretera que se dirige hasta la entrada. Por el camino, sorprenderán la cantidad de hospedajes y restaurantes diseminados en sus laterales. Lo más sorprendente, si no lo conoces, es el intento de estafa constante por el camino. Una serie de personas vestidas como de guardaparque, te dan parada en mitad de la carretera, unos tres kilómetros antes de la verdadera entrada. Allí te explican que debes estacionar en ese sitio y que la entrada al parque es allí mismo. Tratarán de cobrarte entre 10 y 20 dólares por dejar el vehículo en este sitio, y, además, te tocará caminar toda esa distancia hasta la entrada. Estafa que, me consta, ha sido denunciada por muchos trabajadores del turismo de la zona, pero que nunca termina por ser sancionada. Algo debe haber.
En el camino, también habrá múltiples personas ofreciéndote aparcar en la zona bajo su control. La verdad es que será imposible -o muy difícil- estacionar sin acabar pagando al menos 3.000 colones (tarifa diaria). Por lo menos, podrás hacerlo cerca del parque y ahorrarte ser estafado.
La entrada hay que comprarla en línea, en la página del SINAC, y conviene hacerlo con tiempo porque este es probablemente el parque más visitado de todo Costa Rica, y en ocasiones se agotan. Otra de las medidas de dudosa eficacia es la prohibición de la entrada con botellas de plástico, por lo que se ha creado un negocio de venta de botellas reutilizables en la puerta. La gran mayoría de turistas tiene que tirar a la basura la botella de plástico con agua fría que acaba de comprar para meter el agua en otra botella de plástico “reutilizable” comprada (a un precio bastante elevado) en la puerta y que al final del día también acabará desechando.
Según el día, los caminos del parque están más o menos llenos de turistas en chanclas o domingueros cargando neveritas, pero sorprendentemente, la fauna siempre es visible y cercana. Por las pasarelas que recorren el interior del parque hasta la zona de las playas, es raro no encontrarse con monos capuchinos, monos aulladores (mono congo), algún coatí (pizote lo llaman aquí), venados de cola blanca, mapaches o agutíes. Siempre es común encontrarse también con algún guía rodeado de turistas a los que muestra, a través de un telescopio, a un perezoso camuflado entre las ramas de un árbol de guarumo. Este árbol, que se extiende desde México hasta el norte de Argentina, es característico por ser uno de los favoritos de la fauna residente de los trópicos.
El sendero principal te lleva hasta un quiosco (antiguo restaurante que últimamente permanece cerrado). Nosotros, generalmente, continuamos a mano izquierda primero, desde donde se puede acceder por una buena pendiente, hasta un bonito mirador. Desde lo alto se puede contemplar el infinito océano azul, rodeado de islotes de vegetación tropical, tan característico de esta costa pacífica. Descendiendo por el mismo camino, y continuando un poco hacia el sur, se alcanza una pequeña playa llamada “Playa las Gemelas”. Generalmente hay mucho oleaje como para bañarse, pero es bonita y suele haber poca gente. Desde allí sale otro camino que en teoría lleva a otra playa remota denominada “Playa escondida”, pero este camino permanece cerrado desde hace más de un año y medio.
Después de regresar por el mismo camino hasta el quiosco, sale un camino a lo largo de las playas, por una pequeña franja de bosque que las separa. El lugar está habilitado con cuartos de baño, duchas y cabinas para cambiarse de ropa. Mucha gente pasa el día entero aquí, disfrutando de las aguas cristalinas. Se trata de dos playas, una de espaldas a la otra (playa Manuel Antonio y playa Espadilla Sur), que concluyen en una pequeña isleta de bosque, que también tiene un camino con varios miradores, todos ellos derruidos y con el paso cerrado desde hace un año. La última vez que fuimos, directamente medio camino estaba cortado. Considerando que aproximadamente entran 3.000 turistas por día, y que la mayoría son extranjeros, que pagan 16 USD, se trata de una recaudación importante como para tener tantos de sus caminos deteriorados desde hace más de un año. Algo no cuadra aquí.
Disfrutar de estas playas al final de las caminatas por el parque es uno de los atractivos más importantes de este lugar. El único inconveniente son los pequeños monos capuchinos, los cuales se han unido en una suerte de mafia que se dedica a robar todo tipo de bolsos y ropa de la gente que entra a bañarse a la playa. El disfrute no es total, pues siempre debe quedarse alguien vigilando.
Fuera del parque también hay una playa hermosa con todos los servicios, donde pasar el resto del día si lo que quieres es descansar o tomar el sol. Esta playa (Espadilla) tiene todos los servicios de restaurantes, tumbonas y actividades que se te ocurran. Las puestas de sol desde aquí también son un espectáculo.