Río Dulce y Guatemala City

Fecha: 21 de octubre al 6 de noviembre de 2022

Tras el aviso de tormenta tropical caribeña que se acercaba a la costa, retornamos en el último barco que salió hacia Belice City, donde pudimos pasear un poco en lo que salía el bus hacia la frontera con Guatemala. El día era soleado y totalmente calmado, sin ningún viento ni nada que avecinase tormenta; menos mal que tenemos tecnología, porque si tuviésemos que fiarnos de nuestra percepción, muchas veces fallaríamos. En el paseo que dimos intentamos visitar el museo de Belice, pero en la puerta nos informaron que debido al pronóstico de huracán, se encontraban tapiando las ventanas y envolviendo todo en papel burbuja. Literal, pues al fondo encontramos que habían descolgado y empacado varios cuadros. Nos sorprendió el buen protocolo de emergencia que tiene este país.

El bus nos llevó de vuelta a la frontera por la que habíamos entrado; Benque Viejo / Melchor de Mencos. Allí cambiamos nuestros dólares belizeños (BZD) por quetzales mientras hacíamos la fila para salir; y cuál fue nuestra sorpresa, que a la salida resulta que hay que pagar 40 BZD, equivalentes a 20 dólares americanos. Si lo hubiésemos sabido no habríamos cambiado y perdido dinero en el cambio, pues era aproximadamente eso lo que nos quedaba en moneda del país. Por suerte pudimos pagar con algunos dólares que teníamos sin mayor dificultad. No aceptan tarjeta, por lo que puedes quedarte colgado allí de la manera más tonta si no estás preparado, pues tampoco te informan al entrar al país (que es gratis).

Seguimos el recorrido hasta Flores, por donde ya habíamos pasado en el camino de ida. Esto nos vino bien porque Vero se había olvidado su tarjeta de crédito ecuatoriana en un restaurante donde habíamos cenado y pudimos recuperarla sin gastos raros y sin ningún problema. Aprovecho para recomendar el restaurante, no solo por lo honestos sino por la buena comida y atención excelente: El Achiote.

A la mañana siguiente nos tocó otra panzada de kilómetros, con tan mala suerte que el transporte al que nos habíamos subido se estropeó a medio camino y nos quedamos, hasta que mandaron otra camioneta, tres horas tirados en una gasolinera. Pero finalmente llegamos hasta la localidad de Rio Dulce, ubicada en la desembocadura del Rio Izabal, desde donde nace el homónimo río que desemboca en el mar Caribe dejando en su márgen izquierdo a la ciudad Garífuna de Livingston. Este lugar es el principal enclave afrodescendiente de Guatemala, al que solo se puede acceder por vía fluvial y se caracteriza por haber conservado una cultura propia en cuanto a costrumbres, gastronomía, danza y música. Llegamos allí ese mismo día, pues en una media hora después de bajarnos del bus, conseguimos una lancha pública que nos llevó hasta la ciudad.

En el año 2010 yo ya había recorrido este tramo junto a mis amigas Ana y Merche. Tenía muy buenos recuerdos de los paisajes de ensueño que se observan entre las diferentes áreas protegidas que rodean todo el camino. Son impresionantes las paredes descubiertas de vegetación en cierto punto de la ruta y los jacintos de agua que aparecen en los lugares donde el agua se queda más estancada. Contrastan mucho las casitas humildes de madera construidas en pilotes a ambas orillas del recorrido con los inmensos yates de lujo que navegan este tramo. Tanta desigualdad y ostentación millonaria conviviendo probablemente indiquen algunos negocios de dudosa procedencia, pero mi especulación también tiene un origen sin verificar, por lo que no desarrollaré mucho más la idea.

Esa noche, como podrán imaginar, caímos rendidos en el primer hotel que encontramos, pero, puesto que solo pasaríamos una noche en la ciudad de Livingston, decidimos sacar fuerzas de flaqueza y buscar un restaurante donde cenar algo tradicional. Como no podía ser de otra manera, nos comimos un tapado guatemalteco (una sopa de mariscos y pescado con leche de coco, plátano y yuca) en uno de los lugares más conocidos del lugar, Las Tres Garífunas, que además de ofrecerte unos platillos deliciosos, está cubierto con banners que te cuentan la historia del pueblo Garífuna y de Livingston. Esta bomba alimenticia, caliente, en un ambiente muy caliente, nos dejó las neuronas justas como para caminar como zombies hasta el hotel y dormir plácidamente después de dos largos días en autobús. Al menos la tormenta recorrió en dirección noroeste y no nos cayó ni una gota gracias a la vuelta que dimos.

Como ya había averiguado en mi primera visita a esta localidad, no es que haya monumentos ni sitios históricos de gran importancia que visitar, lo importante aquí es la cultura y la tradición. Sin embargo, en medio de la Bahía de Amatique, donde se encuentra esta población, hay una estatua de “El Salvador del Mundo” construida sobre unos peñones rodeados de agua. Desde lo lejos parece más un Poseidón que una estatua católica, pero no podía irme sin acercarme para verla en persona.

Salí temprano para ir a visitar esta curiosa estatua mientras Vero se quedaba rascándole unos minutos más al despertador. Mientras le tiraba unas fotos, aparecieron dos jóvenes que venían de fiesta por la mañana y me pidieron que les hiciese unas fotografías. Quedaron bien, por lo que las comparto también por aquí.

Después de desayunar nos regresamos por donde habíamos llegado, remontando el río Dulce para subirnos al bus que nos llevaría a la Ciudad de Guatemala, donde pasaríamos los dos últimos días.

En Ciudad de Guatemala hicimos un free tour por el centro que fue muy interesante. Yo no conocía realmente la ciudad y nunca había paseado por allí; me sorprendió gratamente. Parece que en los últimos años se ha trabajado duro por recuperarlo, y lo están logrando. Paseamos por el Parque Central, vimos la catedral y el palacio nacional (al que no pudimos entrar porque estaba cerrado), entramos en el magnífico mercado central y compramos algunas artesanías. También recorrimos la avenida peatonal, llena de cafeterías y comercios, muy transitada y con mucha vida callejera. Y entramos al Pasaje Rubio, una galería comercial con mucha historia. En su entrada hay una placa conmemorativa al estudiante Oliverio Castañeda de León, uno de los líderes estudiantiles que participaron en la revolución del 44. Oliverio fue asesinado a tiros en este lugar y nunca se ha podido esclarecer quién fue el responsable. No obstante, él y otros estudiantes y trabajadores lograron que el ejército se revelase contra las eternas dictaduras que habían mantenido desde su independencia, logrando las primeras elecciones libres de Guatemala. En este pasaje se encuentra el restaurante El Portalito, fundado en 1932 y es el considerado más antiguo (y en funcionamiento) de toda la ciudad. Por aquí han pasado diversas figuras de Guatemala y del mundo, incluidos el Che Guevara y nosotros.

Esta última foto es un homenaje de la población de Guatemala a las 41 niñas que quedaron atrapadas y murieron en el incendio del orfanato Hogar Seguro. El centro, que estaba destinado a proteger a menores víctimas de violencia, ya había sido denunciado por abuso y malas condiciones de habitabilidad, acumulando diferentes negligencias que no habían sido bien atendidas. Este incendio suscitó un movimiento social que cabó con la detnción de algunos funcionarios acusados de homicidio y maltrto infantil.

Sumamos a estos paseos por la ciudad algunas comidas típicas y visitas a algunos amigos de Vero que viven en la ciudad, lo que nos permitió reposar un poco después de tantas vueltas y kilómetros por el país. Se acabaron las vacaciones.



Ruta: Antigua – Chichicastenango – Panajachel – San Marcos la Laguna – San Juan la Laguna – San Pedro la Laguna – Santiago de Atitlán – Lanquín – Semuc Champey – Flores – Ruinas Tikal – Ruinas Yaxha – San Ignacio (BZ) – Barton Creek (BZ) – Ruinas Xunantunich (BZ) – Ciudad de Belice (BZ) – Cayo Caulker (BZ) – Reserva Hol Chan (BZ) – Flores – Rio Dulce – Livingston – Ciudad de Guatemala

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