Sorprendentemente, llegando a la comunidad Santa Rita, y adentrándose un poco, llega uno a la zona protegida por la propia comunidad, en la que tras un paseo de una hora, te haces a la idea de cómo debería ser esta parte del país si no se hubiese deforestado tan bestialmente. Como dice el slogan, “Un paraíso tropical al sur de Ahuachapán”.
Cuando me dijeron que había caimanes me imaginé que habría unos pocos, y los alimentarían para los turistas, pero me sorprendí cuando vi la barbaridad de caimanes que había allí, a los que te puedes acercar desde una plataforma, y además, éramos los únicos turistas. La guarda recursos nos acompañó todo el rato y nos explicó la zona, y la verdad, que ha sido una de las mejores guías que he tenido en el país. La gente de este lugar está muy bien concienciada sobre la importancia de lo que tienen y su conservación.
También fuimos al Zanjón El Chino, que está al lado, y pudimos ver el baile típico de la machorra (Atractosteus tropicus), un fósil viviente conocido como pez lagarto, que sale fuera del agua dando un coletazo y se vuelve a meter para el fondo. Por lo visto esta danza solo se puede observar en esta época. Además, ha mantenido su forma durante los últimos 80 millones de años, casi nada.