Un taller organizado en La Paz me permitió tener unas horas para pasear por esta bonita ciudad “sin terminar”. Digo que está sin terminar, porque aparentemente cuando terminas de construir tu casa, tienes que notificar a la alcaldía y pagar un impuesto. Por esto, nadie termina nunca de construir, la gran mayoría de las casas no tienen pintura y muestran al espectador un color rojizo de ladrillo visto.
Después de mi paso por Bolivia en 2009 no tenía muchos recuerdos de La Paz, pues después del largo viaje desde la Amazonia brasileña en bus me cogió el frío y la altura y pasé un día entero en la cama mientras mis compañeras paseaban. Y aunque sí pude pasear y hacer algunas fotos, en esta ocasión, la ciudad se me ha mostrado en todo su esplendor. Las palomas de la plaza Murillo seguían allí, como esperándome, y la gente sigue divirtiéndose mientras las alimenta. Pero lo más interesante de esta visita es que han construido tres líneas de teleférico (y creo que hay programadas dos más) que además de solucionar un gran problema de movilidad entre barrios periféricos construidos en escarpados arcillosos, le ofrecen al turista un paseo precioso sobrevolando las casitas y picachos característicos de esta preciosa y alta (3.650 msnm) ciudad.
También pudimos pasear por la calle Jaén, uno de los retazos coloniales que quedan vivos. Allí tuvimos la suerte de encontrar un grupo de baile de cueca paceña, que estaba organizado para grabar un documental sobre tradiciones bolivianas. Pudimos hacer unas bonitas fotos de esta cueca algo más lenta que la cueca chilena que yo conocía.
También paseamos por el mítico mercado de las brujas, donde las cholitas venden todo tipo de conjuros, talismanes, amuletos, velas y mejunjes para tener suerte, amor, salud, etc (o quitárselo a alguien). Uno de los bienes más preciados de este lugar son los fetos de llamas disecados que sirven para diversos fines. Las hay de todos los tamaños y colores. Además se han introducido con mucha fuerza los polvos mágicos peruanos que te prometen potencia sexual, curar cáncer o eliminar las piedras de los riñones. Todo un sinfin multicolor de artículos siempre bendecidos por el famoso Ekeko.
A la tarde fuimos a pasear al Valle de la Luna, a unos 20 minutos en coche, y que tiene unos senderos entre picachos surrealistas que forman peculiares formas en el horizonte. Un lugar muy interesante para visitar, y para ir a relajarse si tienes tiempo. En nuestro caso, solo tuvimos media hora porque ¡cierran muy pronto! Recomiendo ir por la mañana.
Y para completar con broche de oro, la ciudad me despidió soleada, el monte Illimani y el pico Milluni visibles en todo su esplendor. Y, al despegar hacia Cobija, el lago Titicaca, al fondo de las montañas nevadas de la cordillera, con las casitas pintadas por Roberto Mamani en El Alto, diciéndome adiós entre la multitud color ladrillo.
Sergio!!! Que bueno ver estas fotos!!! Esta vez, no pudiste visitar la carcel? Besosossss irati