Comenzamos acercándonos a la aldea Karen de exiliados de Myanmar, donde un pequeño grupo de mujeres Kayan (las famosas mujeres jirafa) han sido toleradas en este área y han prostituido su aldea y tradiciones, convirtiéndose aquello en un “antropológico” donde se comercia con artesanía y se dejan fotografiar amablemente. Quizás es triste esta situación, pero de este modo pueden sobrevivir sin la constante opresión de sus países originales. Lo peor de todo, como siempre, es que no solo se han quedado ahí en modo museo, sino que algún misionero consiguió introducirles el cristianismo, y la construcción mas grande de la aldea es una iglesia con el crucifijo al fondo.
Tras eso, nos fuimos adentrando en la zona de montana, hasta entrar en la “zona de los elefantes”, que ya no existen en libertad. Está repleto de criaderos a los que llevan a pasear a algunos turistas; no estoy seguro de si tendrán otra función en las comunidades de la zona. Allí, paseamos en elefante un rato (cosa de la que no me siento muy orgulloso…) y luego nos metimos a caminar por la montaña. De nuevo, humedad y ejercicio, mi cuerpo suda incluso quieto, chorreo por todos los poros de mi piel y la sensación es como si lloviese. Lo que más rabia me da de esta situación es que la cámara la tengo que llevar bien guardadita en la mochila, no solo por el peso y la incomodidad al caminar, sino porque con tanta chorrera de sudor, puedo estropearla, así que las fotos que aquí aparezcan son de un par de paradas en el camino (que fue precioso, entre campos de bambú, y colina arriba, plantaciones de maíz de las aldeas de la zona). Llegamos a la aldea, cuyo nombre fue imposible de averiguar, y dormimos en una casa de una familia, donde nos dieron de cenar y vimos el atardecer.
Volviendo, ya colina abajo (aunque siempre sudando) pudimos bañarnos en un par de cascaditas y luego hicimos un rafting algo aburrido hasta llegar al lugar en el que nos recogerían para de nuevo regresar a Chiang Mai, donde me encuentro esperando un autobús para Bangkok, donde creo que me quedare ya hasta mi vuelta.
Los dos días un sol precioso.
me parece estar viendo uno de los programas de ANthony Bourdain…
… pero sin la comida… xD
Abrazos, lindo…
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Unas fotografías preciosas, felicidades. Ya he leído que has tenido que sufrir para sacarlas con ese calor.
Es una pena que pierdan sus tradiciones (lo digo por la iglesia). Te debes sentir inútil delante situaciones así, con tanta pobreza en tu alrededor y no poder hacer nada, solo estar de paso.