He pasado toda esta última semana en el Parque Nacional de las Quirimbas, que se extiende a lo largo de muchos kilómetros, y en la zona de costa se transforma en un archipiélago de ensueño. El motivo del viaje ha sido conocer las iniciativas que AMA (Associação do Meio Ambiente) está llevando a cabo en la zona para sacar ideas aplicables a nuestro proyecto. Allí llevan seis años trabajando y lo tienen muy avanzado, entre paisajes espectaculares nos hemos encontrado con viveros de manglar, espacios para producción de miel, areas de engorde de cangrejos, zonas rotativas de ostras y asociaciones de artesanía.  

Cruzar de una isla a otra depende de las mareas; el agua baja tanto que no es navegable y hay que esperar a las horas precisas para poder embarcarse. Es bonito depender tanto de la naturaleza, de los vientos y el oleaje…  

La isla principal y más importante es Ibo, de la que quedan los restos de enormes edificios coloniales pertenecientes a las altas clases portuguesas que se dedicaban al tráfico de esclavos en la época. Todo está construido con coral y se desmorona con el paso de los años, poco a poco, polvo eres… y nadie hace nada. Se han restaurado algunos edificios importantes por capital extranjero como la iglesia o los hoteles y algún restaurante, y por capital nacional las casas de los mandatarios de la isla…. el resto tiene un futuro incierto. También tiene varios fortines y un fuerte, donde se han instalado algunos artesanos para vender sus productos.  

Conocimos la isla de Quirimba, que tiene unas playas arenosas infinitas y unas explanadas de cocoteros entre los que te pierdes contando. Allí el tiempo pasa despacio y el sol abrasa las pieles. Tumbarse en esa arena mientras te rodean quinientos locales curiosos puede llegar a ser estresante, pero ¿qué hace un blanco en mitad de un pueblo de pescadores? Yo también iría a mirar si la situación fuese la contraria.

Pero, sin duda la isla más bonita e impactante es Matemo, rodeada de rocas volcánicas que crean unas pozas preciosas cuando baja la marea. Allí hay un lodge comunitario con unas condiciones bastante adecuadas donde te puedes quedar a dormir, sin embargo, nosotros nos fuimos con unos pescadores locales en su barco de vela para acampar en la isla de enfrente, muy pequeña y donde sólo vive una persona, el guardarecursos local. Allí, según dicen, hay unos cangrejos que miden alrededor de un metro de ancho y que se suben a los cocoteros para bajar los cocos y comérselos. Sin embargo y aunque paseamos bastante por toda la isla no logramos verlos. Suena bastante a cuento chino y las personas con las que hemos hablado de la zona, tampoco lo lograron, sin embargo todos los habitantes de la zona, aseguran que existen. Según cuentan, si te intentas llevar uno de estos cangrejos, el mar se pone bravo y tu barco se hunde; son seres mágicos como tantas otras cosas en este país…  

Hemos estado en total ocho días, incomunicados y relajados en este lugar maravilloso y único.  

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