Retomo el blog después de unas pequeñas vacaciones alrededor del norte de Mozambique. Vino mi amigo Juan Ceñal de visita, y nos hemos recorrido algunos puntos impresionantes de este alargado y diverso país.
Normalmente, suelo actualizar esto durante los viajes, tratando siempre de hacer entradas por cada etapa del viaje; sin embargo, el acceso a internet es complicado y lento, de modo, que he esperado a estar en casa para poder ir subiendo las correspondientes entradas de cada etapa del viaje.
Comienzo con Ilha de Mozambique, pequeña isla colonial unida a tierra por un puente de 3 Km, donde los portugueses hacían antaño sus tratas de esclavos, al igual que en la isla de Ibo, sobre la que hablé en la entrada anterior. Allí llegamos con un transporte local conocido como Chapa (esta palabra resonará en las pesadillas de Juan durante bastante tiempo), que consiste en un camioncito o furgoneta tipo pick up, donde pueden llegar a entrar 25 personas amontonadas, sacos de banana, de mandioca, de carbón, gallinas, pescados y todo tipo de cosas que se te puedan pasar por la cabeza, hasta muebles enteros. Siempre que pienses que no puede entrar nada más en ese remolque, estarás equivocado, aún parará y meterá varias personas o bultos más. Una vez allí, paseamos por las calles y recorrimos las ruinas de las casas coloniales, y visitamos la enorme fortaleza, que sería el lugar ideal para rodar una película de terror. Un sitio donde no hay absolutamente nadie y los ecos resuenan en las paredes con el sonido del mar rompiendo en sus muros siempre de fondo.
Conocimos a varias personas, e hicimos un grupito de nuevos amigos con los que tomarse unas cervezas a la noche. Sin embargo, como es natural aquí, si quieres hacer algo, tienes que madrugar, así que a las seis de la mañana estábamos en pie para cruzarnos en barco de vela al continente para hacer snorquel (también llamado “buceo con gafas y tubo”) en el comienzo de una intrusión marina llena de manglar, donde se pueden ver a muy poca profundidad todo tipo de peces tropicales con mil y un colores (el lugar es conocido por el hotel de lujo que tiene al lado “Coral lodge”). Pasamos tantas horas allí que el sol abrasador nos dejó desmayados, pero aún teníamos una caminata de una hora hasta la playa Carrusca, un lugar espectacular en el que relajarse. Allí hay un lodge que te alquila cabañas con hamaca en la puerta donde nadie, absolutamente nadie te molesta.
A la mañana siguiente regresamos a la Isla para pasear de nuevo y disfrutar de la “Fiesta de la Ciudad”, donde se hacían varios conciertos y actividades callejeras. Por la noche disfrutamos de una velada a la luz de la hoguera en la playa con una luna enorme asomándose por el horizonte. Había que coger una chapa a las 4 para el siguiente destino…
Por fin!! Bieeen!! Cuanta impaciencia la mía!!
Por ahora sólo he flipado con las imágenes, ahora me leo el texto y sigo flipando con las imágenes.
asi que de las chapas viene la frase dar la chapa??
que pasada, de verdad que cada dia me pregunto que hago yo aqui perdiendome todo lo que ves cada dia..
un dia entero buceando con gafas y tubo? teletransporte YA
mcuha envidia, muchas ganas
un beso!
pd-sergio, tienes la marca d camionero por el codo…que te de el sol en los hombros por dios!!
Deseando leer el próximo destino! ^^
qué bonitas fotos.
qué majos sois.
qué bien luces la camiseta, Sergio 😉
qué ilusión!.
Muchos besos!!
fotazos¡¡¡¡