Cuyabeno, amazonía ecuatoriana

Vinieron mis padres de visita a Ecuador. Ya muchos años sin que ellos pisasen Latinoamérica, estaban emocionados, y sobre todo, porque esta vez iban a visitar la selva amazónica. Entre las excursiones que organizamos, fuimos a la Reserva de Producción Faunística Cuyabeno, en la triple frontera Ecuador-Perú-Colombia.  

Salimos desde Quito en avión, pensando que podríamos sobrevolar un poco la zona amazónica del país (que aquí llaman “el oriente”), sin embargo llovía tanto que solo vimos un mar de nubes grises que se extendía hasta el horizonte. Aterrizamos en la ciudad de Lago Agrio (Nueva Loja), y no paraba de llover. Allí nos recogieron junto a otros turistas y nos llevaron por carretera, bajo una lluvia torrencial hasta el puente donde se acaba la carretera y comienza la vía fluvial hasta el interior del área protegida. Justo cuando teníamos que cambiarnos del bus a la barca, dejó de llover, y no llovió en todo el trayecto hasta el lodge, donde comenzó de nuevo mientras nos entregaban la habitación. Y así estuvo durante los 4 días que pasamos en la selva, lloviendo justo cuando entrábamos al lodge y parando justo cuando teníamos actividad… una suerte que no pudimos creernos en todo el viaje.  

Las actividades fueron diversas, caminatas por la selva, paseos por el río, visita a las comunidades y búsqueda de animales nocturnos. En esta época del año (junio) es muy posible ver anacondas, y encontramos bastantes de ellas reposando en las ramas a las orillas del río, sin embargo, la búsqueda nocturna de caimanes fue un fracaso, porque no vimos ni uno… aunque doy fe de que “haberlos, haylos”, pues estuve unos meses antes de la visita de mis padres y vi uno enorme.  

Por la noche pudimos ver algunas culebras, tarántulas, amblipígidos y todo tipo de insectos interesantes. Durante el día, vimos diversas aves, monos, reptiles y los delfines rosados amazónicos, que siempre te acompañan saltando felices detrás del barco.   Fue una experiencia muy bonita, donde disfrutamos de la naturaleza, conocimos una comunidad Siona que nos enseñó a preparar el casabe y a extraer el color rojo del achiote para pintarse la cara, pudimos ver todo tipo de plantas medicinales y aprendimos a subir y bajar de las canoas sin caer al agua.  

Los atardeceres en la laguna, con los guarangos de agua o Macrolobium que viven constantemente inundados y que forman unas siluetas negras con el horizonte rojo al fondo es lo más espectacular de toda la excursión, y se contrapone a lo menos espectacular que es la pequeña masificación de turistas de todos los lugares del mundo.  

Para despedirnos y única vez que nos mojó, la lluvia nos acompañó durante todo el camino de regreso desde el lodge hasta el puente donde cogimos el bus de vuelta al aeropuerto.   Subo mezcladas las fotos de la salida con mis padres y de la que hice unos meses antes.

Amblipígido
Macrolobium o Guarango de agua
Y de fondo, la lluvia…

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