Multitudes en Villa de Leyva

En otro de los varios viajes a Colombia que tuve a lo largo de mi anterior trabajo, me di una escapada de fin de semana desde Bogotá hasta Villa de Leyva y alrededores. Este pueblo colonial del que tanto había oído hablar no decepciona para nada, aunque al ser festivo colombiano el lunes, la cantidad de turistas había superado con creces la capacidad de carga del pueblo y casi no se podía ni caminar.  

Lo que más impresiona al llegar es la enorme plaza mayor empedrada, con una iglesia que parece minúscula mirada en el contexto, y una pequeña fuente en el medio que tampoco puede lucirse con tal inmensidad de plaza. Los balcones, las paredes blancas y las calles empedradas por todo el pueblo dejan al visitante maravillado. Este lugar es cuna de personas importantes, como el libertador de la patria Antonio Ricaurte, que participó en la independencia de Colombia y Venezuela, y cuya vivienda, convertida en museo militar, se puede visitar hoy en día. También acabó sus días aquí Antonio Nariño, conocido por traducir a finales del 1700 el texto de los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano aprobados en Francia por la Asamblea Nacional a inicios de la revolución. Su casa también es visitable y te ambienta sobre los utensilios que se encontraban en las casas coloniales en aquellas épocas. El pueblo está lleno de rinconcitos preciosos, iglesias, claustros y patios escondidos, que imagino, un día más tranquilo, debe ser maravilloso de recorrer, además de los múltiples restaurantes que ofrecen delicias de la zona.

En los alrededores de Villa de Leyva hay lugares interesantes para visitar, como el museo del fósil, pues se trata de un lugar lleno de yacimientos paleontológicos; habiéndose encontrado múltiples fósiles de diversas especies prehistóricas. Tanto es así que hasta en las construcciones de la zona (suelos, muros, etc…) se han utilizado fósiles de todo tipo, es increíble la cantidad de ellos que hay. También hay un parque arqueológico llamado popularmente “El Infiernito“, que tiene algunos dólmenes y un calendario hecho con piedras gigantes por culturas precolombinas anteriores a los muiscas.

Otro de los lugares bonitos para visitar son unas lagunas llamadas Pozos Azules, de unos colores azul turquesa muy llamativos, y también visité la Casa de Terracota, una casa gigante hecha en adobe por dentro y por fuera; muy interesante y que funciona como museo pudiéndose alquilar también para eventos privados.

Al día siguiente me fui a otro de los pueblos interesantes de la zona; Ráquira. Este lugar me pareció precioso, con casas de mil colores que venden artesanías cerámicas de todo tipo. La plaza tiene también unas estatuas de arcilla muy curiosas y pude respirar la tranquilidad que Villa de Leyva no me había dejado.

Desde aquí me acerqué al monasterio de La Candelaria, a pocos kilómetros de Ráquira, y que se erigió en el año 1604 por los monjes agustinos. El lugar tiene algunos cuadros y mobiliarios antiguos. De hecho, hace unos pocos años, se encontró un escondite en un lateral del altar mayor donde se habían escondido obras de gran valor durante (sic) “una época de gobierno colombiano en la que fue muy perseguida la iglesia“. También se puede visitar una de las cuevas en la que vivía uno de los ermitaños de la zona que fueron invitados a formar parte del monasterio cuando este se construyó.

Cueva de uno de los ermitaños católicos de la época

A la vuelta el bus pasaba por el Puente de Boyacá, donde sucedió la batalla decisiva de Simón Bolivar que sirvió para garantizar la toma de Bogotá y por tanto la independencia de Colombia (Nueva Granada). Aquí se puede visitar el puente (no es el original) y un museo donde te relatan la historia de esta famosa batalla, además de varios monumentos conmemorativos.


Fecha: 1 y 2 de julio de 2017

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