Amanecimos en Medellín, donde nos habíamos inscrito en un free tour llamado “Medellín, ciudad de contrastes”. Nos convocaron en la estación de metro de Parque Berrío, desde donde fuimos caminando para visitar algunos lugares cercanos.

Los primero que visitamos fue la Basílica de la Candelaria, fundada en 1649, pero que ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de la historia. En ese momento estaban dando misa, una misa colapsada de gente, que apenas nos dejó asomarnos un poco a la iglesia.

Desde allí caminamos hasta el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, el que en su momento fuese el Palacio de la Gobernación de Antioquia y que ahora sirve como lugar de eventos y exposiciones. En su interior había algunas exposiciones de artistas colombianos, y desde la azotea se puede apreciar la vía del metro y un bonito mural de Botero con dos gorditos bailando.

Justo a los pies del palacio se encuentra la Plaza Botero, en la que diferentes esculturas de este artista son expuestas a la intemperie. Es un bonito lugar para disfrutar de su arte y hacerse unas cuantas fotografías. De nuevo, la gran cantidad de personas dificulta un poco la movilidad y la toma de fotografías; el verano colombiano no es el mejor momento para visitar el país. Allí también se encuentra el museo de Antioquia, pero por los tiempos tan apretados que llevábamos, no tuvimos tiempo de visitarlo, otra vez será.

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Después nos dirigimos al tranvía, subiendo poquito a poco hacia los cerros más alejados, haciendo finalmente un trasbordo hasta el metrocable que nos subió por encima de los barrios hasta la comuna La Sierra, donde nos paramos en el último mirador para observar Medellín desde las alturas. Ver las barriadas existentes en las colinas de esta ciudad y contrastar con las zonas financieras es espectacular, se pueden apreciar de primera mano las grandes desigualdades. Sin embargo, el plan de accesibilidad que tiene Medellín para los barrios más pobres es impresionante, un ejemplo para todo Latinoamérica y el mundo.

Regresamos por donde habíamos venido y nos dirigimos hasta la parada de San Javier, desde donde caminamos hasta las famosas escaleras mecánicas de la internacionalmente conocida Comuna 13. De nuevo, impresiona ver los planes de accesibilidad a las comunas y las medidas para democratizar la ciudad que ha utilizado esta ciudad. Aquí los turistas pasean entre grafitis, quedándose impactados con las vistas a la comuna y con las historias de violencia y narcotráfico que te cuentan los guías improvisados. Se veía también pasar a algunos grupos haciendo tours lamentables, en los que todos los turistas visten una camiseta de Pablo Escobar y escuchan la historia de su vida, como si fuesen obra y milagros de cualquier santo católico.

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