Chã das Caldeiras: Sobrevivir dentro de un volcán activo

El tercer día en la Isla de Fogo subimos hasta Chã das Caldeiras, dentro del Parque Natural do Fogo, la zona más alta de la isla, donde unos cuantos habitantes resisten dentro de la caldera de un volcán activo. Por el camino, uno va atravesando pequeños pueblos hasta llegar a la entrada del parque. Es notorio cómo según uno se va aproximando a Chã, los colores de las pieles se van aclarando a la par que lo hacen los ojos de las personas.

Estos colores de piel claros y los ojos azules y verdes tienen una explicación. En 1870, un conde francés llamado Louis Armand de Montrond, dejó Francia por motivos no del todo conocidos; se habla de deudas, un duelo pendiente, o incluso diferencias políticas, llegando hasta el archipiélago de Cabo Verde, desde donde en un principio pretendía llegar hasta Brasil. Sin embargo, después de varias vueltas por algunas de las islas, acabó encantándose con la isla de Fogo, donde se instaló en 1872 hasta el fin de sus días. Allí, por lo que cuentan, tuvo mucha descendencia, hablan de 13 hijos/as con diferentes mujeres, pero probablemente fuesen muchos más, los cuales, a su vez, se han ido reproduciendo, llegando al punto de que en Chã das Caldeiras, casi todo el mundo tiene algo de Francés en su sangre, portando con orgullo el estandarte de los Montrond. Muchos de ellos migraron en la época de los barcos balleneros, y el clan Montrond pasó a engordar las filas de la enorme diáspora caboverdiana, que cuenta aproximadamente con un millón de personas, más que habitantes en el país.

El señor Montrond, además de a la reproducción, se dedicó a experimentar con la agricultura, sembrando plantas de café y vides. La fertilidad de la arena volcánica y el suave clima de este archipiélago lograron que ambos cultivos prosperasen, de modo que a día de hoy, estos dos productos son característicos de la isla. Tanto el vino de fogo, como su café, son dos delicias provenientes de una región con condiciones extremas, que por supuesto probamos y disfrutamos durante toda nuestra estancia.

Desde la entrada al parque hay unas vistas espectaculares del pico grande del volcán, y poco a poco van apareciendo casitas dispersas construidas en rocas de lava y algunas en ladrillos grises. En las laderas arenosas, el terreno es bien aprovechado para sembrar vides y frutales, los cuales son la economía principal de esta región del país. Según seguimos avanzando aparecieron algunas poblaciones que no fguran en el mapa, o que figuran en este como se puede apreciar en la foto de abajo.

El pueblo de Bangaeira está completamente sepultado por la última erupción, que ocurrió en 2014, y los tejados de las casas se aprecian en el horizonte. Poco a poco, los habitantes han ido retornando hasta aquí y hasta el pueblo de Portela, y quienes han podido escarbar y acceder hasta lo que queda de casa, lo han hecho. Muchas familias viven en estas “cuevas” sin ventanas enterradas en un suelo que aún permanece caliente. De hecho, el hotel en el que nos hospedamos, calienta el agua de la ducha con una simple tubería subterránea enterrada en la lava seca. Por las noches, unas tenebrosas fumarolas salen del suelo creando unas neblinas fantasmagóricas.

Debido al coronavirus, el turismo que llegaba a la isla se quedó paralizado, y todos nos miraban con cara de sorpresa. Sin embargo, y al contrario de lo que cualquiera hubiese esperado, la gente nos saludaba como si fuésemos uno más del pueblo. Una gente super agradable, sonriente, acogedora y amigable habita esta caldera; nos sentimos como en casa.

El primer día estuvo despejado y soleado, por lo que caminamos con Elías, un guía de la zona que nos llevó a pasear por la lava hasta una cueva donde han instalado unas escaleras colgantes. Una vez abajo, uno descubre que es una cueva de lava que se creó con una de las tantas explosiones ocurridas en tiempos pasados. Mientras caminábamos, los habitantes del Chã le decían a Elías palabras de felicitación, al ser el primero que conseguía visitantes en los últimos 7 meses. La cara de esperanza se volvía a ver en los habitantes, ojalá pronto puedan regresar a la normalidad.

Verbascum cystolithicum, planta endémica de la isla

Por la tarde fuimos a visitar a uno de los artesanos de la zona; Tarzon, un chico que con un martillo y un cuchillo partido a la mitad, talla máscaras hechas en roca de lava en muy poco tiempo. Nos sentamos a la puerta de su casa y vimos el proceso con el pico de Fogo al fondo. En 40 minutos nos preparó una preciosa artesanía que nos llevamos como recuerdo de la isla y que ahora luce en el salón de nuestra casa. Una experiencia inolvidable.

Esa misma tarde nos sentamos en un lugar con encanto; Casa Ramiro, donde se detuvo la lava en la última erupción de 2014, y donde el señor Ramiro Montrond tiene su taberna. Allí vende vino manecon (característico de la zona) con queso de cabra producido en la isla, y mientras el cliente disfruta de estos placeres sentado en una mesa al borde de la ola de lava detenida en el tiempo, Jacinto y sus hijos se arman de instrumentos y comienzan a cantar y a tocar canciones acompañadas de violín hasta que oscurece. Éramos los únicos, pero cuentan que en este lugar se arman unas fiestas que duran toda la noche, donde los habitantes cantan y bailan disfrutando de las ocurrencias de los vecinos de la zona, el vino peleón y el queso fresco que lo acompaña.

Por la mañana teníamos intención de que Elías nos guiase hasta el “pico pequeno”, una cumbre accesible en hora y media, pero como amaneció nublado, decidimos no intentarlo, con un poco de miedo a los pronósticos pluviosos que anunciaba nuestro teléfono móvil. No obstante, nos dimos varios paseos entre las casas, nos detuvimos a hablar con los habitantes y llegamos hasta el bosque de Monte Velha, desde donde se puede ir caminando a Mosteiros, pero como amenazaban lluvias y además los casos de coronavirus en esta ciudad estaban en auge, preferimos no hacerlo. De regreso al hotel, comenzó a chispear y nos libramos del diluvio que comenzó en cuanto estuvimos en la habitación por unos pocos minutos. Desde ese momento no paró de llover en dos días.


Fecha: del 4 al 25 de septiembre de 2020

Ruta: Isla de Santiago – Isla de Fogo – Isla de São Vicente – Isla de Santo Antão – Isla de São Vicente – Isla de Santiago


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