Ribeira da Barca y su Laguna de Aguas Belas

Fecha: 3 de octubre de 2020


Seguimos aprovechando los fines de semana para hacer escapadas por los múltiples lugares desconocidos de la Isla de Santiago. Ciertamente son pocas las informaciones turísticas que uno puede encontrar en Praia o en internet. Llama la atención, primero, que un lugar tan pequeño esconda tantos secretos, y segundo, lo fáciles que serían de sistematizar esos “tantos” secretos. Poner a disposición del turista todos estos destinos sería una tarea no demasiado complicada; sin embargo parece que alguien haya tomado la decisión de mantenerlos ocultos para darle un misticismo y singularidad especial a todos estos recovecos maravillosos.

En esta ocasión, acompañados de Belén, nos fuimos hasta el pequeño pueblo pesquero de Ribeira da Barca; un poco a la aventura, porque aunque sabíamos que desde ahí se podía visitar un lugar llamado “Aguas Belas”, poco más conocíamos del lugar ni de la excursión. Y con esta poquita información, emprendimos el camino hasta Ribeira da Barca, que discurre entre dos ribeiras bastante profundas, permitiendo ver acantilados y montañas a sus lados, verdes o marrones según la época del año, pero siempre bonitos. Hay un par de puntos del camino empedrado donde es irresistible detenerse para hacer un par de fotos.

En plena pandemia, bajamos del coche y un par de valientes se nos acercaron, mientras el resto de personas observaban sorprendidas. Parece que hacía muchos meses que ningún turista llegaba hasta allí para visitar su pueblo y mucho menos para hacer el paseo en barca. Después de negociar un poco, acordamos que nos llevarían a hacer una visita hacia el sur, a lo largo de los acantilados rocosos hasta llegar a la cueva conocida como “Laguna das Aguas Belas”, y a la vuelta pararíamos un rato en una playa, para finalmente regresar a Ribeira da Barca donde habíamos reservado el almuerzo en uno de los dos restaurantes del lugar. El pueblo está enclavado en un lugar muy bonito, y sus habitantes viven tranquilamente de cara al mar y aprovechando sus recursos. Allí pudimos charlar un rato con los pescadores que en ese momento limpiaban la captura del día tranquilamente en la sombra del bar del pueblo. En la playa los niños se divertían revolcándose en la poca arena que queda, pues hace tiempo que la extrajeron para construir con ella.

Morenas
Hasta los cerditos disfrutan en la playa

Después de preparar el bote, caminamos entre casitas de pescadores y barcas puestas en la orilla hasta llegar al pequeño muelle desde el que entramos en la embarcación. Arranca el motor, comenzamos a alejarnos del pueblo poco a poco, y tras unos 15 minutos de navegación, se para el motor de súbito, dejándonos a la deriva; silencio absoluto. Nos miramos, se miran entre los guías, nos miramos entre todos; tiran de la cuerda del motor una vez, dos veces, diez veces, cien veces… y finalmente sacan los remos. Por motivos técnicos debemos regresar a puerto. El esfuerzo físico de regresar hasta el pueblo, combatiendo el oleaje, y bajo el sol, debió ser agotador, pero después de más de 40 minutos remando, logramos regresar al punto de origen. Tras hacer el amago de desistir de hacer la excursión y tras unas cuantas súplicas e insistencias por nuestro líder de expedición, acabamos por ceder y decidimos intentarlo de nuevo con otro motor. Esta vez salió bien y disfrutamos de una experiencia inolvidable.

El primer tramo pasa a lo largo de una serie de rocas bajas que sobresalen en la mar, y por las que el conductor experto consiguió zigzaguear con destreza, provocándonos ciertos nervios pero brindándonos unas imágenes de ensueño. El día estuvo soleado, y el agua turquesa y transparente permitía ver las formaciones rocosas cubiertas de coral y con pececillos deambulando por sus orificios y grietas en el fondo. Hacia la isla, acantilados rocosos formados por lava proveniente de antiguas erupciones, dibujaban unas formas extravagantes y preciosas en la primera línea, un poco detrás, playas rocosas y arenosas daban paso a unos acantilados verdes con palmeras y plataneras. Estos tonos aún se mantenían después de las lluvias de septiembre, dándole a la isla un brillo especial.

Pasamos por una columna basáltica enorme que nace en mitad del mar, conocida como “Pilon de Achada Leite” o “Pilon di Nhor Dês”; nos aproximamos a ella y la disfrutamos desde todos sus ángulos. Por esa zona, atravesamos un par de playas rocosas, donde grupos de vacas se daban un baño y se refrescaban apartadas de la humanidad. Desde la orilla nos observaban con esa mirada de vaca indiferente, que parece que te juzga a la par que mastica en bucle cualquier cosa que se haya metido a la boca.

Finalmente llegamos hasta la gruta, a la que llaman laguna porque se puede acceder a su interior, y el efecto del sol atravesando el agua, sumado al contraste de iluminación entre fuera y dentro, hacen un efecto muy bonito. El agua de esta laguna brilla fuerte y deslumbra con colores de una amplia gama entre el azul y el verde. Un lugar fantástico, donde es posible darse un baño o sentarse en las rocas a disfrutar de este fenómeno de la naturaleza.

Al regreso nos paramos en la única playa con arena del camino, enclavada en un desprendimiento del terreno superior, dejando una media olla en mitad de la nada, y a donde solamente se puede acceder desde un bote. Allí se puede hacer snorkel, y en las rocas de alrededor se puede disfrutar de algunos pequeños corales anaranjados y múltiples bancos de peces alimentándose en sus alrededores. En esta ocasión no hicimos snorkel, pero lo he hecho en otras visitas posteriores, y el lugar vale mucho la pena. Los pescadores, pacientes entre las rocas, nos miraban sorprendidos al pasar.

El restaurante que nos esperaba al regreso, con una caldeirada de garoupa lista, fue la guinda del pastel para un día precioso, que inició de manera improvisada y que se convirtió en una de nuestras excursiones de referencia en la Isla de Santiago. Al regreso aprovechamos para hacer unas fotos desde el mirador de Assomada, segunda ciudad más poblada de la isla y situada en el corazón de la misma.


4 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Clara dice:

    ¡Hola Sergio!

    Quería decirte que acabo de leer todos tus artículos sobre Cabo Verde y quiero asegurarte de que son muy útiles, especialmente dado lo poco que se encuentra en internet sobre este destino.

    Este post en particular me ha parecido muy interesante, y definitivamente no quiero irme de Santiago sin visitar Ribeira da Barca. Me encantaría saber cómo organizaste la excursión en barca. ¿Fuisteis directamente al puerto y preguntasteis allí? Crees que en general en la isla de Santiago sea mejor alquilar un coche? O al ser extranjeros nos podrían poner problemas?

    Muchas gracias por tu ayuda!

    1. Hola Clara, cómo me alegro de que te haya servido. Ribeira da Barca es muy bonito y es relativamente fácil llegar. Nosotros vivíamos allí, por lo que teníamos coche. Nunca he alquilado, no sé cómo saldrá. Quizás puedas contratar un transporte para el día. Ir en Hiace no sé cómo será de complicado… Nosotros llegamos allí y preguntamos a la gente que por allí había y un chico nos llevó. Se llama Dino. +2389254434, Ese era su número, pero no tenía whatsapp… En cualquier caso no creo que te cueste mucho encontrar a alguien allí que te quiera llevar a ver la cueva de agua azul y luego a la cascada.

      Mucha suerte y disfruta.

      1. Clara dice:

        Hola Sergio, muchísimas gracias por tu respuesta!

        Probaremos suerte y iremos allí directamente. Las fotos de las vacas son preciosas, son en Ribeira o las visteis de camino con la barca?

        Muchas gracias por tu ayuda!

  2. Seguro que todo te sale bien! solo dedícate a disfrutar. Las vacas las vi desde el barquito, si!

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