Si uno visita la ciudad de Praia no puede dejar de conocer el barrio pescador más famoso de la capital. Achada Grande Frente se sitúa en un promontorio cercano al puerto, y desde allí los pescadores descienden cada día para subirse a sus barcas y encontrar provisiones para aguantar día tras día.
La colina en la que se sitúa este barrio tiene las que probablemente sean las mejores vistas de la ciudad. Desde lo alto se contempla el horizonte de casitas del interior, se observan al fondo los aerogeneradores de la Cabeólica y las montañas circundantes, pero también se distingue el perfil rocoso de la ciudad, con su playa de Gamboa, el acceso al Plateau con su bandera siempre ondeando y, como no, el faro de María Pía, entre otros puntos característicos e inconfundibles de la ciudad.
Este es un barrio muy dinámico, cuyos habitantes disfrutan cada tarde a ritmo de funaná sacando las parrillas a la calle y conviviendo entre vecinos. Muchos proyectos de desarrollo han sido puestos en marcha por aquí, con mayor o menor participación de la comunidad, y con más o menos éxito, pero se trata de un lugar donde todas las agencias de cooperación y ONGs quieren estar.
Uno de los proyectos artísticos que más repercusión ha tenido fue financiado por la Unión Europea. Denominado Xalabas, esta iniciativa trajo artistas de renombre de todas partes del mundo para decorar y colorear los muros de este conocido barrio. A lo largo de los últimos años, el barrio se ha ido tornando multicolor y diverso, atrayendo turistas y locales que lo visitan boquiabiertos.
Para nosotros, que solo íbamos buscando el famoso mural realizado por Vhils, con la cara de Amilcar Cabral, tallado en la pared de la escuela de Achada Grande Frente, descubrir este verdadero museo a cielo abierto fue toda una sorpresa. Paseamos con Belén visitando casa por casa y fotografiándonos en cada esquina, mientras los chicos del barrio se nos acercaban para darnos conversación y curiosear.
Cuando terminamos de pasear por este barrio, bajamos hasta la Rua d’Arte, un pasaje estrecho en el barrio de Terra Branca, donde se encuentra la galería de Tutu Sousa, un reconocido artista caboverdiano que convenció a otros tantos artistas nacionales para, entre todos, llenar la calle con sus obras. Este lugar se hizo muy famoso entre los habitantes de la ciudad, que se empezaron a dirigir hasta allí para almorzar y tomar cervezas en el único bar de la calle, convirtiéndola en un espacio de “convivio”. Poco a poco, Tutu Sousa, junto a su hijo, fueron ganando subvenciones y pintando algunas de las calles aledañas. La más llamativa es una campaña de promoción de la importancia de la biodiversidad marina, financiado por el Ministerio del Mar.
Este día tuvimos suerte, y pudimos ver a Tutu y su hijo Junior pintando las farolas, papeleras y bancos de la calle, transformando la ciudad poco a poco. Su mujer, Claudia Barbosa, motivada por el confinamiento pandémico, se lanzó también al mundo del arte, y, por el momento, hace círculos concéntricos sobre todo tipo de tejidos y objetos.