Fim do vento leste

Llegamos a Cabo Verde a finales de diciembre de 2019, muy emocionados por iniciar una nueva etapa en nuestras vidas. La primera aventura juntos fuera de Ecuador, y la primera experiencia africana de Verónica. No sabíamos nada de este país, apenas que era un archipiélago conformado por diez islas, y que si lo buscabas por su nombre en Google, aparecían infinitas fotos de playas de arena blanca y aguas turquesas.

La primera impresión tras llegar a la capital del país, Praia, en la Isla de Santiago, fue la de haber llegado a un pueblo. Esta sensación se confirmó posteriormente, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Los primeros días mirábamos hacia todas partes y no encontrábamos las playas paradisiacas; posteriormente supimos que “habíamos sido engañados”, pues nuestra isla, aunque sí tiene algunas playas bonitas, es más característica por sus formidables montañas y paisajes agrestes.

Los primeros dos meses pasaron un poco lentos, sin muebles ni vehículo, pero rápidamente llegó nuestra mudanza aportándonos un poquito de comodidad en forma de sofá y un transporte propio que nos facilitó mucho las cosas en una ciudad con un transporte público muy limitado y en ocasiones peligrosa para el viandante. El último contenedor que salió del puerto antes de ser cerrado por el COVID-19 fue el nuestro. No sé a quién agradecer por haber podido tener nuestras pertenencias el mismo día que tuvimos que encerrarnos durante unos meses en los que nuestros pocos amigos se fueron del país y la ciudad quedó desierta.

Pasó rápido el encierro total, y conocimos a nuestros vecinos chilenos que fueron nuestra salvación durante los momentos de vida social reducida. Gracias a esta hermosa familia tuvimos diversión para rato, pasando tanto tiempo en la terraza del quinto piso de nuestro edificio como en nuestra propia casa.

Cabo Verde es característico por su música en vivo, sus festivales, conciertos y carnavales. Los caboverdianos son una gente maravillosa que siempre han tenido los brazos abiertos y una sonrisa en la cara. Nos han hecho disfrutar de dos años estupendos donde nos hemos apropiado del archipiélago y lo hemos podido llamar hogar.

Muchos son los amigos que poco a poco fuimos haciendo según se fueron reduciendo las medidas de distanciamiento, y hemos vivido momentos memorables, sobre todo, en la ciudad de Praia. Sin embargo, con mucha planificación, pues los barcos y aviones que permiten el desplazamiento entre islas, dejan mucho que desear, pudimos disfrutar también del resto de las islas visitables del país. Algunas de ellas pudimos pasearlas y gozarlas en varias ocasiones.

Hemos recibido visitas de amigos y de familia, a los que hemos podido mostrar con orgullo estos pedazos de roca que el viento este puso en el mar. Les hemos podido contar la historia de la preciosa Cidade Velha y han podido darse baños en playas tan salvajes, blancas y azules como las de Maio o Sal.

A nivel laboral tampoco puedo quejarme, pues mis compañeros/as de la Cooperación Española y de la Embajada fueron siempre una compañía fantástica. Nos llevamos algunas amistades para siempre. Cabe destacar a los queridos socios caboverdianos de los proyectos con los que trabajé, que, estoy seguro, me recibirán con abrazos si regreso alguna vez. Verónica aprendió a hablar portugués gracias a la gente maravillosa del Centro Cultural Brasil y a las largas charlas con nuestro dentista de confianza, nos faltó el krioulo, pero tenemos certeza de que todo estará sabi cuando nos volvamos a encontrar.

Se acabó, después de dos años y un par de meses, la experiencia en Cabo Verde, una experiencia un tanto incompleta, pues cuando salimos, comenzaron a reanudarse los conciertos y festivales que tanto habríamos disfrutado. Volveremos. Se acabó el viento constante y el sol infinito, en un país donde nunca llueve. Extrañaremos nuestros paseos hasta Tarrafal, las compras en el mercado de Sucupira y las barbacoas en Praia Baixo.

Empieza una nueva aventura en el otro lado del océano, pero Cabo Verde siempre estará allí para nosotros, esperándonos con una katxupa sobre la mesa y un vaso de grogue listo para recibirnos.

Gracias por tanto, paisito maravilloso. Nunca te vamos a olvidar. 26 de febrero de 2022.

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