Después Chonchi, previo paso por el Parque Nacional de Chiloé nos fuimos a Castro, con un poco más de bullicio que el resto de los lugares chilotas pero igualmente pequeño y tranquilo comparado con el resto del mundo. Ahí dormimos en el hospedaje más cutre en el que he dormido en mi vida. Segun la señora de la casa “estaban reformándole la casa”. Alucinante, he hecho alguna foto, fue divertidísimo. Después de Castro, Eider ya se volvió a Santiago, porque ella luego bajará a esta zona cuando vengan sus amigos de visita. En pocos días nos reuniremos con ella de nuevo. Aprovechamos para comer pescados y mariscos típicos de la zona y hacer algunas compras de artesanía. Luego fuimos a
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Bueno, después de unas 12 horas de viaje en el autobús más subrealista de la historia llegamos a Quellón, la “ciudad” más al sur de la isla grande de Chiloé. Poco a poco fuimos haciendo contacto con las gentes que habitan esta zona en el bus que nos llevaba. Prácticamente no entiendo nada de lo que me dicen, es como si no hablasen mi mismo idioma, pero al mismo tiempo se les ve una gente maravillosa mucho más amigable y de otra forma de ser completamente diferente a lo que me tiene acostumbrado Santiago. Aquí no me da miedo caminar con mi cámara por la calle, en Santiago a veces sí. Ayer pasamos la tarde en Quellón, en unas cabañas
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Escribo de nuevo desde Bariloche, tenemos que hacer noche acá para partir mañana hacia Chiloé, regreso a Chile. Tengo ganas de conocer yo esa isla de la que todo el mundo habla… Estos dos días los hemos pasado, primero en Villa la Angostura, a orillas del enorme lago Nahuel Huapi y del lago correntoso, ambos unidos por uno de los ríos más cortos del mundo, el río Correntoso, de solo 70 metros. Un lugar precioso, con rutitas hacia cascadas con nombres mapuche y caminando entre casas de poblaciones indígenas que reivindican su cultura a través de frases potentes o chequeando la entrada de cada uno de nosotros. También allí fuimos a una península pequeña que se mete 12 kilómetros en
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