Las cataratas del Niágara

Nos despertamos en el hotel del que hablaba en la entrada anterior. El hombre que nos atendió, un señor de (aparentemente) nacionalidad china que chapurrea un poco de inglés y te cobra con un aparato de ciencia ficción que conecta al móvil para pasar la tarjeta nos explicó que el desayuno era libre (o eso quisimos entender). En la cocina descubrimos que había un sinfín de cosas, desde gofres congelados hasta bollería de todo tipo, pasando por tostadas, cereales, zumos y frutas. Este día Vero descubrió una cosa llamada Aunt Jemima, un sirope muy dulce que se echa en los gofres, y todos nos quedamos impresionados con su capacidad de llenar cada cuadradito de este, con sirope, hasta casi rebosar;

Casinos y ferias en Niagara Falls

Por la tarde, después de abandonar Detroit y pasar el túnel fronterizo hacia Canadá, fuimos discurriendo paralelos al lago Erie, hasta llegar al pueblo de Niagara-on-the-lake, a los pies del lago Ontario, donde desemboca el río Niagara (que conecta ambos lagos). Durante todo el camino nos sorprendieron los viñedos que cubrían el horizonte. Más tarde descubrimos que el vino de esta región es de muy buena calidad, y compramos algunas botellas para degustar a la vuelta del viaje. Este lugar, situado en un enclave tan estratégico, fue tomado en varias ocasiones por los americanos y retomada por los ingleses, cambiando en diversas ocasiones de nombre y bandera. El Fuerte George protege el acceso por barco y sirvió como defensa de