Salimos desde Antigua para Panajachel, a la orilla del espectacular lago de Atitlan, en el altiplano de Guatemala. Desde Pana, tomamos una barca hacia el otro lado del lago, y llegamos a Santiago de Atitlan, un pueblito curioso, con un mercado bastante auténtico. Allí tanto los hombres como las mujeres van vestidos con los trajes tradicionales y hablan el castellano como pueden; su lengua madre es el Quiché, que se ha mantenido a lo largo de los años resistiendo a la opresión de los colonizadores y otras plagas. Allí se rinde culto a San Simón o Maximón, una divinidad de madera a la que visten con muchas corbatas y atuendos varios; los lugareños le ofrecen todo tipo de cosas, desde tabaco hasta alcohol o pepsicolas. La gente le pide por la fertilidad de los cultivos, por la salud y otro tipo de cosas; se mezclan el quiché con algunas palabras religiosas en castellano, todo aderezado con el humo del copal, un incienso muy oloroso; resulta curioso que pidan salud para el rey de España y por todos los santos católicos, eso debieron enseñarles los que llegaron en aquella época de conquistas y asesinatos.
Yo ahora ya estoy de nuevo en San Salvador, Merche y Ana regresan mañana para acá, se han quedado un par de días más para subir al Pacaya e ir a la playa de Monterrico.
Y aquí añado un vídeo que he encontrado por youtube con una parte del rito del Maximón
Curiosisimo rito… ese lago parece el mar¡¡¡
Hola Sergioteee! soy tu prima Helena, que sepas que mi madre y yo seguimos tu blog y que nos alegra saber que estas bien.
Esperamos verte pronto, un besito, disfruta.
Las fotos son dignas del mejor documental de la tele.
ANIMO sigue en la linea
M.U.