Copán, ruinas y dieciocho conejos

El viaje relámpago de este fin de semana ha sido del todo improvisado, me llamaron el viernes y me dijeron “hay un espacio en un carro camino a Copán, te animas?” y claro, no pude decir que no. En cinco horas nos plantamos en el pueblo de Copán Ruinas, tras pasar la frontera El Salvador-Guatemala y Guatemala-Honduras.   El pueblo es pequeñito, con su placita, su iglesia y MUCHA tranquilidad. Los paseos por el pueblo a la noche han sido algo de agradecer. Pero el atractivo del lugar son las ruinas mayas que se encuentran a 10 minutos caminando. No son enormes, pero tienen muchas estelas bien conservadas, unos relieves preciosos a todo detalle. Además se pueden visitar por debajo

Ruinas mayas de Palenque, cascadas superpobladas y zapatismo

Ayer nos fuimos para Palenque, antigua ciudad maya impresionante, con torres y templos espectaculares; en ella se pueden apreciar relieves y algunos colores, juegos de pelota y diferentes tumbas cuyo contenido está en el museo británico, como era de esperar… De camino paramos en las cascadas de agua azul, un lugar bastante decepcionante, completamente pavimentado, lleno de tiendas y restaurantes, superpoblado y con mucho dominguero… casi no se podía ni caminar; la verdad es que las cascadas eran bonitas, pero tanta masificación le quitaba bastante encanto. Misol Ha, otra cascada también con bastante gente nos dejó mejor sabor de boca, es bastante alta y con una gruta por detrás que se puede visitar. La carretera resulta curiosa por su cantidad

Lago Atitlan y sus lindas Quichés

Salimos desde Antigua para Panajachel, a la orilla del espectacular lago de Atitlan, en el altiplano de Guatemala. Desde Pana, tomamos una barca hacia el otro lado del lago, y llegamos a Santiago de Atitlan, un pueblito curioso, con un mercado bastante auténtico. Allí tanto los hombres como las mujeres van vestidos con los trajes tradicionales y hablan el castellano como pueden; su lengua madre es el Quiché, que se ha mantenido a lo largo de los años resistiendo a la opresión de los colonizadores y otras plagas. Allí se rinde culto a San Simón o Maximón, una divinidad de madera a la que visten con muchas corbatas y atuendos varios; los lugareños le ofrecen todo tipo de cosas, desde