Desde que llevo viviendo en esta casa, y según me cuentan, desde hace unos cuantos meses antes, había una furgoneta Volkswagen en el garaje, completamente desmontada y hecha piezas. Esta semana pasada, por fin la arrancamos por primera vez, la furgoneta de Mássimo parecía que recobraba vida. Tras unos días rodando por la ciudad, hemos decidido hacer el primer viaje familiar con ella. Nos hemos ido a Santa Julia, a unas lagunillas de domingueros donde hemos comido sopa de gallina y helados. Ha sido un día divertido y entretenido; al menos hemos salido de la monotonía de la capital. Estas últimas semanas he tenido esto un poco abandonado porque he estado de trabajo hasta el cuello, y parece que seguirá así hasta mi vuelta, pero bueno, esto me gusta y me entretiene.
En la última foto podemos hacernos una idea de cómo están los motores en El Salvador, todo el parking lleno de aceite!!
Mola la furgo¡¡¡¡
ya hablas con los dejes de el salvador o mezclas con lo chileno.
UUUh mi sueño siempre fue tener una!!!, dios son tan hermosas!, igual que tus fotos!, te mando saludos amigo bloguero!!!! 🙂
Quien pillara un furgo de esas!Marcos está hecho un padrazo eh.
Abrazos