Existe un departamento llamado Ahuachapán, y en su región norte hay una serie de pueblitos de ensueño perfectamente situados entre las montañas, donde uno respira aire puro y se olvida de que existe San Salvador. Este fin de semana estuve allí con Brenda, paseando y conociendo. Casitas de colores con techos de teja, dibujos en las paredes y gente amable y sonriente que te saluda al pasar. La ruta la hicimos en autobús, dos asientos corridos a cada lado del pasillo y el conductor gritaba “topense hacia el lado, tres y dos, tres y dos!!”. Finalmente llegamos hasta Juayua, donde almorzamos en la feria de gastronomía que montan los fines de semana, bebimos chicha artesanal y horchata de maní. Compramos algunas artesanías y salimos para Ataco, donde nos quedamos a dormir, un pueblito decorado al máximo con dibujos que narran historias, y aunque el cielo se tapó y empezó a pringar, como dicen acá, pudimos disfrutarlo con unos paseos mojados y una cena a base de la mejor sopa de tomate que jamás probé, una maravilla. Al día siguiente visitamos Tacuba y Apaneca, pueblos cafeteros por excelencia, cuyos cerros son cuadriculados, como podrán ver en la fotografía adjunta. Ese mismo domingo fuimos a cenar en familia los de la casa porque Anita, nuestra compañera italiana ya se marchó hoy en la mañana…ahora somos solo Massimo y yo, que pasamos las horas jugando a las damas chinas.
Sergito,
Lindísimo el pueblo y las fotos. Me encanta la montaña esa que parece un tablero de ajedrez. Son cultivos no? ¡¡¡Entérate y me lo cuentas el 9 de julio o el 15 de agosto!!!
Besos y abrazos, te invito a visitarme en la wé (claro, lo mío es mucho más aburrido…jeje):
http://www.laparraylahierbabuena.blogspot.com/
Muuua! 😀
No mames wey. Esta bieeeeeen cabrona la ruta esa de las flores. Me gustaron mucho esas fotos, etan bien chivas, y lo murales son vergones tambien. Bueno, papito enjoy last week as much as you can. See you loco