El viaje que comienza ocurrió entre el 25 de diciembre de 2018 y el 6 de enero de 2019. Decidimos, esta vez, pasar la noche de navidad con la familia de Vero y encontrarnos en Colombia con mis padres para dar una pequeña vuelta por el país. En esta ocasión aproveché para conocer dos zonas que aún no había podido visitar: la costa caribeña y el eje cafetero.

Yo volé desde Quito, solo, porque a Vero no le dieron vacaciones hasta dos días después, para encontrarme en el aeropuerto de Bogotá con mis padres, y desde allí, juntos, volar hasta Cartagena de Indias.

Llegamos bien entrada la noche, por lo que nos fuimos directos a dormir y no empezamos nuestra andadura hasta el día siguiente por la mañana. Paseamos tranquilamente por el centro histórico de Cartagena, desde bien temprano, por lo que en un principio la ciudad parecía menos concurrida de lo que nos esperábamos. Sin embargo empezó a aumentar el calor y comenzaron a aparecer los turistas. Cientos de vendedores de todo tipo de artículos te persiguen con amabilidad allá donde vayas; todos tienen una historia que contarte y a todos da ganas de comprarle.

Hicimos una primera aproximación visitando el museo de la inquisición, conociendo las cientos de iglesias, bordeando las murallas y sus baluartes llenos de cañones. Disfrutamos con monumentos tan míticos como la torre del reloj, que te abre paso hasta la plaza de los coches, la plaza de la aduana o la plaza de San Pedro Claver. Nos asomamos también a la catedral y paseamos por el muelle de los pegasos. Una ciudad llena de historia, cuyo casco histórico se recorre en poco tiempo, y que te agota con sus calores y sus coches pasando por las calles más estrechas que te puedas imaginar.

En esta ciudad ocurrió en 1741 el conocido Sitio de Cartagena, donde el Imperio Británico trató de invadir esta ciudad que estaba controlada por el Reino de España. Aquí, las tropas inglesas, en clara superioridad, entraron en la bahía de Cartagena con sus barcos y sus cañones; sin embargo, Blas de Lezo, el comandante de los españoles, con unas estrategias defensivas inimaginables, consiguió frustrar la gesta inglesa. No me voy a explayar, para eso está wikipedia, pero entre las medidas que tomó, fue la de cerrar con cadenas la entrada principal a la ciudad, por lo que los barcos intentaron entrar por Bocachica, una entrada más estrecha y custodiada por los fuertes de San José y San Luis, haciendo que los barcos tratasen de entrar uno por uno y fuesen cañoneados con éxito en este intento. Después de varios días de batalla, los ingleses tuvieron que retirarse con unas 10.000 bajas contra unas 600 de los españoles. Es una historia muy interesante, que este artículo de National Geographic relata muy bien.

Hace años, mi padre me había contado esta historia, y no podíamos perder la oportunidad de conocer el Fuerte de San Fernando de Bocachica, por lo que alquilamos un barco que nos llevó a trompicones hasta allí, donde un guía comunitario nos relató esta historia y nos enseñó la fortaleza. Este lugar con tanta historia y tan olvidado nos sorprendió por su ausencia de turistas y poca promoción entre las actividades ofertadas en la ciudad. Sin lugar a dudas, una visita imprescindible.

Al atardecer, abren el Café del Mar, un lugar en la muralla de la ciudad donde tocan música en vivo y uno puede disfrutar de algún cóctel y de la brisa del mar. Después nos fuimos caminando despacito hacia el hotel disfrutando de la ciudad iluminada y su bonito ambiente nocturno.

---