Islas del Rosario: Un infierno paradisiaco

Uno de los destinos más habituales de los visitantes de Cartagena son las Islas del Rosario, un complejo de islas coralinas cercanas a la costa y de fácil acceso en barco.

Por la mañana nos dirigimos al muelle turístico, desde donde salen los barcos que hacen esta ruta, y contratamos uno llamado “Lizamar”. Sin leer los comentarios de tripadvisor, nos lanzamos a la aventura con este barco (que salió con hora y media de retraso) y al que subían turistas de una forma completamente desordenada y de manera muy brusca. Ya la gente comenzó a molestarse desde ese momento, lo cual no prometía nada bueno. Después de partir, empezó a tomar una velocidad exagerada, a lo que la “tripulación” alegaba que era necesario para que las olas no nos causasen problemas, por lo que llegamos hasta el destino empapadísimos.

El destino no fue nada más ni nada menos que un pequeño resort deteriorado en la Isla Grande llamado “Isla Lizamar”, donde nos tuvieron toda la mañana (lo que nos prometieron como una ruta por las islas, terminó siendo un “vean lo que puedan a toda velocidad y consuman en mi resort”). Allí había unos pobres flamencos encerrados en un charco, unas cuantas mesas y unos toboganes para que la gente se lanzase al agua, además de, como era de esperar, música a todo volúmen.

Al menos ofrecían actividades de buceo, y yo pude disfrutar de una inmersión con el instructor, lo único serio de todo el percal. Aunque no había muchos peces, los arrecifes son muy bonitos, de miles de colores y con murallas coralinas que se hunden hasta el infinito más profundo. Sin duda lo más bonito de las Islas del Rosario está bajo el agua.

Al regreso, de nuevo a toda velocidad, llegamos hasta uno de los escenarios más grotescos que he presenciado en mi vida. Una playa hermosa en un manglar, donde las comunidades aledañas han improvisado puestecitos donde te sirven comida y bebida, de nuevo con música a todo volumen y en unas condiciones bastante precarias. Ya me habían advertido que en las Islas, los vendedores de todo tipo de cosas (pero sobre todo los de ostras) y los masajeadores espontáneos intentan confundirte y engañarte para que acabes pagándoles más de la cuenta o por servicios que te han ofrecido como “probar” o “gratuitos”, donde mucha gente acaba discutiendo con ellos y teniendo serios problemas. Por esto, y aunque nos ofrecían sillas todo el tiempo, como no queríamos consumir nada, optamos por mantenernos de pie y acosados constantemente por miles de personas intentando vender.

Lo grotesco no es solamente la situación de este lugar llamado Cholón, lo grotesco es que frente a la playa, una serie de yates de lujo, llenos de torsos perfectos, bailan al ritmo de su propia música mientras beben como locos todo tipo de cocteles en pequeñas discotecas flotantes improvisadas, creando un contraste lamentable entre la pobreza y el lujo instagramero que causa un disgusto inmenso.

Lo grotesco del asunto

Al retornar a nuestro barco superpoblado, varios eran los turistas insultados por los choloneros que ofrecían gratuita y amablemente sillas, quienes obviamente esperaban ser pagados (pedían una propina). Aquello se tornó en un intercambio de gritos e insultos, donde casi salimos a pedradas. Retomamos la velocidad de crucero exacta para llegar hasta el continente chorreando y jurando hacer toda la publicidad negativa posible de este tour.

Después de ducharnos en el hotel, aprovechamos para seguir paseando y conociendo el casco histórico de Cartagena, perdiéndonos entre las calles del barrio de Getsemaní y disfrutando de las aglomeraciones de personas, el calor húmedo y los video-selfies descontrolados.

Sepultura del jesuita Pedro Claver, el “esclavo de los negros” quién defendió sus derechos y los protegió hasta el día de su muerte.

Fecha: 25 de Diciembre de 2018 al 6 de Enero de 2019

Ruta: Cartagena – Islas del Rosario – Cholón – Santa Marta- Aracataca – Minca – Parque Nacional Tayrona – Pereira – Salento – Valle de Cocora – Filandia – Calarcá – Pijao – Córdoba – Circasia – Medellín – Peñol – Guatapé – Bogotá – Zipaquirá – Nemocón.

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