Esta vez nos dirigimos hasta Pijao, un pueblito tranquilo que fue nombrado como el “Primer pueblo sin prisa de América Latina”. En él, sus habitantes parece que se toman la vida con calma y disfrutan cada segundo. El pueblo sigue los patrones de colores del resto de lugares del eje cafetero y te recibe en las alturas rodeado de montañas con plantaciones de café.

Tanto es así que acabamos metidos en una tienda de café y chocolate donde nos hicieron una demostración de café donde nos retuvieron durante hora y media. El café estuvo delicioso, y la explicación de la señora también. Pero qué lento!

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Después de conocer Pijao, nos fuimos hasta Córdoba, otro pueblito mucho más humilde, pero perdido entre las montañas, donde una serie de pequeños jeeps tradicionales cafeteros ofrecen paseos turísticos hasta lo alto de las montañas para perderse entre las plantaciones.

Nos subimos en un pequeño 4×4 destartalado que nos fue subiendo a trompicones hasta bien alto, donde pudimos observar de cerca las plantaciones de café y disfrutar de las hermosas vistas.

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Por la tarde, y previo paso para comer en Circasia, visitamos el jardín botánico del Quindío, que es precioso y tiene un mariposario muy bonito. Desde allí nos dirigimos a Pereira de nuevo, justo a tiempo para devolver el coche y acercarnos a la terminal de buses, desde donde teníamos un viaje de 5 horas hacia Medellín. El autobús tuvo un retraso de más de 3 horas; fue mortal, por lo que llegamos a Medellín rendidos, pero sanos y salvos a nuestro hotel.

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