Esta vez nos dirigimos hasta Pijao, un pueblito tranquilo que fue nombrado como el “Primer pueblo sin prisa de América Latina”. En él, sus habitantes parece que se toman la vida con calma y disfrutan cada segundo. El pueblo sigue los patrones de colores del resto de lugares del eje cafetero y te recibe en las alturas rodeado de montañas con plantaciones de café. Tanto es así que acabamos metidos en una tienda de café y chocolate donde nos hicieron una demostración de café donde nos retuvieron durante hora y media. El café estuvo delicioso, y la explicación de la señora también. Pero qué lento! Después de conocer Pijao, nos fuimos hasta Córdoba, otro pueblito mucho más humilde, pero perdido
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Desde Málaga, previo desayuno exprés con Virginia y Darío, viejos conocidos de El Salvador y que han sido papás, nos dirigimos hacia Antequera, donde se encuentra el paraje natural de El Torcal, unas formaciones calizas moldeadas por agentes meteorológicos que forman un paisaje kárstico surrealista y precioso. El día fue muy soleado, y aunque frío, permitió disfrutar del paisaje en todo su esplendor. Las carreteras secundarias de montaña que llevan hasta este lugar van mostrando paisajes constantes y tientan a pararse a tomar fotos cada 200 metros. Desde allí bajamos para adentrarnos en el pueblo de Antequera propiamente dicho, donde aprovechamos para pasear y tomarnos unas cañas de media mañana acompañadas de un delicioso mollete relleno. En lo alto, como casi siempre,
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