Fin de año perdidos en Casamance

Fecha: del 26 de diciembre de 2021 al 9 de enero de 2022


Todo el mundo que habla de Senegal te menciona la Casamance como un paraíso imprescindible en este país. Además, nos habían insistido en que el festival de bailes tradicionales de Abene, era una maravilla, por lo que cuadramos para tratar de pasar el 31 de diciembre en ese remoto pueblo al sur del país.

Aunque tratamos de viajar a Casamance en el barco que te lleva desde Dakar hasta Ziguinchor y que todos narran como una aventura inolvidable, no conseguimos billetes habiendo intentado comprar con más de un mes de antecedencia. Iniciamos, por tanto, la mañana con un vuelo de Air Senegal que nos llevó desde Dakar hasta Ziguinchor, la capital de la Casamance. Una vez allí no recuerdo muy bien cómo hicimos, pero creo que llegamos a la caótica terminal de buses y desde allí logramos un transporte directo hasta el cruce de caminos que te lleva a Abene. Para llegar hasta este cruce tuvimos que atravesar el puente sobre el río Casamance y varias aldeas en el camino, donde se subían y bajaban pasajeros cargados de bultos.

No nos lo esperábamos, pues esta región del país se supone que es cristiana sincrética y no musulmana, pero al ser viernes, parece que todos los taxistas que debíamos encontrar en el cruce estaban ocupados rezando o simplemente no trabajando, respetando el día santo musulmán. Finalmente, y tras un rato sobre el sol abrasador, nos decidimos por subir en unas moto-taxis que nos llevaron hasta el hospedaje que habíamos reservado. Costó encontrarlo, pero finalmente llegamos.

Cómodamente al interior del bus
Puestos de peaje

Régula, una artista suiza instalada en Abene desde 2008, nos recibió con jugos naturales y nos enseñó su hospedaje y obras de arte. Tiene un emprendimiento con mujeres artistas de la zona, a las que apoya desde 1995, y es bastante conocida en la zona. Su emprendimiento sostenible hecho en adobe es muy bonito y allí nos instalamos muy a gusto. Aunque no lo tenía planificado, nos ofreció hacer la cena de fin de año con ella y, por supuesto, aceptamos.

Esa misma tarde salimos a pasear por el pueblo hasta llegar a la playa. Allí no había ni rastro del festival, ni escenario, ni tarima, ni bailes, ni trajes tradicionales. Por más que preguntamos a las personas de allí nos decían que sí, que en la noche bailaban, pero que esos días por ser fin de año no habría nada. La verdad es que allí no tenía pinta de estar desarrollándose ningún festival, por lo que nos desilusionamos muy rápidamente. El pueblo nos resultó aburrido, muy caluroso, bastante sucio y vacío.

Sin embargo, no perdimos la motivación y nos dirigimos hasta la playa para pasear. Allí pudimos ver los secadores de pescado hechos en bambú expuestos a lo largo de toda la costa, algunas piraguas y pescadores reparando embarcaciones o redes de pesca. Es lamentable la cantidad de basura que se almacena allí, una pena. Pasamos el resto de la tarde en uno de los pocos barcitos de la calle principal tomando cerveza Gazele, que por suerte, estaba heladísima.

Después de cenar un gran pescado, acompañado con verduras y un vinito, nos sentimos tan llenos y cansados que nos fuimos a dormir antes de que fuesen las doce de la noche. Abrimos el ojo a esa hora escuchando los gritos de feliz año, los petardos y los perros ladrando. Quién sabe si en ese rato la gente estaba bailando con trajes tradicionales… lo dudo.

Retornamos al día siguiente por el mismo camino que habíamos recorrido el día anterior hasta llegar a Usui, situada en la zona central de la Casamance sur, desde donde se puede acceder a algunos de los lugares visitables de esta región.

Restos de la AECID en Usui

Allí nos alojamos en un hotel que es en realidad una enorme casa impluvium moderna. Las casas impluvium se caracterizan por tener forma circular con las habitaciones distribuidas a su alrededor y un pozo en su centro para recoger agua de lluvia. Esta es la casa tradicional en esta zona del país, normalmente hecha de adobe, y que lamentablemente se va desplazando paulatinamente para dejar paso a los bloques de cemento.

Habiéndonos gustado la experiencia de las motos, quisimos aprovechar la tarde para ir en moto a un pueblo cercano llamado Mlomp. A los chicos que nos llevaron les pedimos que queríamos conocer al rey Diola. Esta etnia es la mayoritaria en esta región del país, y mantiene sus ritos ancestrales, sus religiones y sus costumbres de una manera muy ortodoxa desde épocas ancestrales. Visitar a su rey y ofrecerle algún tipo de presente se está convirtiendo en una tradición entre algunos visitantes de la región, por lo que allí nos plantamos para conocerle y que nos contase un poco sobre la historia de su pueblo y su cultura.

Lamentablemente, el poco francés que nosotros manejamos y el poco que ellos hablan, fue un impedimento para comprender enteramente el árbol genealógico que nos enseñaron con la historia de su familia. Sin embargo, pasamos un buen rato sentados en corro con toda la asamblea de sabios que le acompañaba bebiendo vino de palma, el trago tradicional de Casamance. Por el camino vimos la famosa casa de dos pisos de adobe que visitaríamos al día siguiente por dentro.

Nuestros taxistas motoristas


Ruta: Dakar – Isla de Gorée – Reserva de Bandia – Laguna de Somone – Cementerio de Conchas de Fadiouth – Isla de Fadiouth – Palmarin – Djiffer – Delta del Saloum (Falia) – Ziguinchor – Abene – Usui – Mlomp – Elinquín – Cap Skirring – Diembering – Bouyouye – Siganar – Ninabalan – Ziguinchor – Thiès – Saint Louis – Reserva de las Aves de Djoudj – Desierto de Lompoul – Kébemer – Dakar

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