COVID-19. Aislados en la isla

Escribo esta entrada desde uno de los parones viajeros más grandes de mi vida. Esta pandemia nos ha caído como un jarro de agua fría, y nadie esperaba que fuésemos a llegar tan lejos como lo hemos hecho. Vuelos suspendidos a nivel mundial, fronteras cerradas, poblaciones enteras en aislamiento domiciliario, los sistemas de salud en los huesos y sobre todo, las desigualdades, más acentuadas que nunca. Los horrores del capitalismo global se muestran en estos momentos, y cada uno rema en direcciones opuestas para salvar y proteger lo suyo.

En Cabo Verde, se declararon los primeros casos en Boa Vista a inicios de marzo, y para la tercera semana del mes, cuando apenas había casos en esa isla, nos pusieron en cuarentena nacional. Una cuarentena bastante laxa, considerando que prácticamente no hay policías por la calle y que una gran parte de la población vive del día a día y de las ventas informales, por lo que resulta imposible que la gente la cumpla a rajatabla. Poco a poco los casos fueron subiendo, apareciendo en otras islas donde no había sido detectado hasta el momento. El mayor número de afectados está en la isla de Santiago, ciudad de Praia, donde residimos. En el resto de las islas parecía que se estabilizaban los casos y que manteniendo las comunicaciones entre islas cerradas, se lograría controlar la dispersión del virus.

No obstante, y aunque seguíamos encerrados, para mitad de mayo e inicios de abril, los casos iban ascendiendo poco a poco, en números de una cifra y de manera muy paulatina. El resto de las islas ya no tenían casos y estaban prácticamente todos recuperados. Por eso, y aunque el aumento seguía de manera constante en Praia, al finalizar mayo, se decidió acabar con la cuarentena. Diseñaron un modesto plan de adaptación a la “nueva normalidad” que no se podía considerar un plan de “desescalada”, pues no hubo datos suficientes como para considerar que el número de casos estuviese decreciendo.

Después de esta “liberación”, aparecieron casos en islas donde no había habido casos en ningún momento (probablemente asintomáticos no detectados) y se expandió exponencialmente en toda la población, por todas las islas. A día de hoy solamente se salvan las islas de Fogo y Brava. Seguimos en un estado de semiencerramiento y atentos día tras día a la evolución de los casos. Veamos qué nos depara el futuro.

Se han hecho muchas campañas en el país y se han diseñado múltiples infografías; hasta hay una página web que va actualizando día tras día la situación en el país.

Ya llevamos seis meses en Cabo Verde, de los cuales, tres, han sido encerrados en la vivienda. Se cancelaron visitas de amigos al país y un viaje relámpago programado a la península que teníamos para mayo.

Mientras tanto, como tengo acumulados un par de viajes previos a la catástrofe, voy a aprovechar para publicarlos en las próximas entradas, confiando en que pronto podamos volver a subirnos a un avión para seguir conociendo mundo y poniendo las chinchetas por allá donde pasemos.

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