En barco hacia la Isla de Maio

La Isla de Maio es la isla más próxima a Santiago, donde se encuentra Praia, la capital de Cabo Verde. Aunque uno se esperaría un servicio constante de barcos que van y vienen, resulta que el servicio ni siquiera se ofrece todos los días. Además, la página de Interilhas, que ofrece los viajes en barco, lanza un calendario de programación mensual, por lo que tampoco se pueden comprar con mucho tiempo de anticipación. En fin, que al menos, para ir a esta isla, se puede salir desde Praia los viernes por la tarde y regresar los domingos, y eso es lo que hicimos.

El viaje merecería una entrada entera para describirlo. Llegamos, como indicaba el boleto, una hora previo a la salida del barco, y un montón de personas se agolpaban en la entrada del puerto, donde un amable guardia de seguridad contenía a la muchedumbre y te respondía a las preguntas con monosílabos. Entendimos, finalmente, que había que esperar hasta que él nos indicase para poder acceder a la sala de espera para subir al barco. Finalmente, a la hora a la que se suponía que salía el barco, conseguimos acceder a dicha sala de espera, donde nos tuvieron otro buen rato. Después, y con dos horas de retraso, nuestro barco salía en dirección a la Isla de Maio. Una vez pasados los debidos controles y colocado las maletas donde te indican, consiste en correr hasta encontrar una buena ubicación. Los asientos son bastante cómodos, unos butacones donde podrías relajarte durante el viaje si no fuese por lo afectados por el mareo que son los caboverdianos en general. Al poco de partir, las abruptas arcadas y aspavientos de sufrimiento empiezan a escucharse por todos los rincones, inundándose posteriormente todo el camarote de cierto tufillo a vómito. Todos sabemos que el olor a vómito llama a más vómito, catalizando una reacción en cadena muy difícil de controlar. Tampoco sirve salir a cubierta, pues en este lugar se acumulan los más propensos al chorro en aspersor, que ayudados por la fuerza del viento, dejan impregnadas todas las superficies existentes, quedando esta planta completamente impracticable.

Después de aproximadamente dos horas de un viaje bastante sufrido, conseguimos llegar hasta el destino. La salida del barco también consiste en lograr ser el primero entre la multitud, produciéndose un efecto tapón en las estrechas puertas de acceso a los vestíbulos, de donde uno sale despedido hasta el exterior como en un parto complicado.

Una vez colocamos los pies en la tierra, nos esperaban Christof y Mona, quienes serían nuestros anfitriones en el hospedaje que habíamos reservado para pasar el fin de semana. Considerando que parece sencillo acceder a esta isla, y que íbamos a pasar 3 años en el país, decidimos tomárnoslo con calma y visitar Maio con tranquilidad, conociendo apenas aquello que se nos pusiese en el camino, y, por tanto, nos dejamos orientar por ellos a la hora de realizar alguna actividad. Sin prisas y con muchas ganas de disfrutar en la tranquilidad.

Su hospedaje, Barracudamaio, se encuentra a unos 10 minutos en coche de la capital de la isla, cerca del pueblo de Morro, a los pies de una playa preciosa. Allí cenamos algo de pescado del día y nos echamos a dormir, pues a la mañana siguiente saldríamos a conocer la Vila do Maio (también conocida como Porto Inglês). Su hospedaje, con varios pequeños bungalows para turistas, es una casa que funciona al 100% con energía solar, donde han logrado la sostenibilidad después de mucho trabajo e inversión. Tienen un huerto y algunos animales, además de un bar muy bonito perfecto para hacer barbacoas o eventos entre amigos.

Ellos se encargaron de llevarnos a la Vila de Maio por la mañana, donde nos recogerían después para ir a comer. Nos quedamos paseando por allí, y lo que más llama la atención es que la separan años luz de Praia. Con aspecto de pueblito y con apacibles habitantes que te saludan amablemente cuando te los cruzas, esta ciudad es un rincón de paz ubicado al margen de una espectacular playa de arena blanca, donde los pescadores capturan y venden su pesca del día. Después de caminar un poco y perdernos por las callejuelas, de conocer (por fuera, porque estaba en restauración) la iglesia de Nossa Senhora da Luz (siglo XIX) y el fuerte de São José, del siglo XVIII, nos relajamos en uno de los chiringuitos de la playa mientras mirábamos el oleaje y los pescadores. Estos días estuvieron un poco ventosos, por lo que el baño tampoco apetecía mucho.

Esta isla se llama Maio porque fue descubierta (o documentada por primera vez) el 1 de mayo de 1460, y aunque posteriormente los portugueses no le hicieron mucho caso, durante años, los ingleses explotaron los yacimientos de sal que existen en ella (por eso lo de Porto Inglês). A día de hoy se siguen explotando localmente, y aprovechamos que el acceso es libre para pasearnos entre los montículos de sal y disfrutar del camino “turístico” que recorre entre las salinas y la playa. Algunos letreros ilustran el camino y te explican sobre el origen volcánico de la isla y su biodiversidad. Lamentablemente, alguien los ha vandalizado y machacado con piedras todo el marco de cristal donde se encuentran colocados, lo que, junto al sol, que los ha emblanquecido, hace que leerlos sea una tarea muy complicada. No obstante el camino es bonito, se pueden observar algunas aves y plantas de color rojizo, creando un paisaje marciano muy peculiar. Algunas vacas pastaban sueltas y posaron en las fotos sonrientes.

Por la tarde fuimos con Mona y Christof a la playa que está cerca de su casa (realmente esta es la misma playa, que conecta desde Porto Inglês hasta Morro) para descubrir su fuente principal de alimentos: el pescado que sacan ellos mismos. Estuvimos pescando un buen rato y sacamos lo suficiente como para cenar ese día, comer al siguiente y aún así guardar en el congelador. Pasamos una tarde muy agradable y después de ducharnos, fuimos al pueblo de Morro a probar el grogue en un pequeño bar muy animado. El grogue es la bebida típica de Cabo Verde, y es un ron destilado con la caña del país. Curiosamente, a los que hayan jugado al Monkey Island, les sonará que los piratas bebían esta bebida como locos en la famosa aventura gráfica. Además, el término “grogui” viene de aquí, y es el estado en el que se queda media población del país todos los domingos tras unas buenas sesiones de grogue. Cabo Verde, como contaré en la entrada de Cidade Velha (primera capital del país) fue un lugar de paso de múltiples piratas y ha sido asaltada en incontables ocasiones. Quizás todavía alguna de las islas albergue algún tesoro enterrado.

A la mañana siguiente nos llevaron en su pick up verde hasta el norte de la isla, a una zona árida como el desierto. De hecho, estas islas se consideran parte del Sahel, aunque separadas geográficamente y distanciadas por un océano. El norte de la isla está protegido por el Parque Natural do Norte, con unas peculiares “Terras Salgadas” y unas dunas muy semejantes a las de Doñana. Este parque, que abarca zona terrestre y marina conforma un hotspot de biodiversidad, donde confluyen cada año diversas especies de aves migratorias, y donde cantidad de peces, tiburones y tortugas se reproducen en sus aguas y sus playas de arena fina. Allí pudimos caminar un poco por las dunas, divisar el horizonte de la isla y relajarnos en la orilla de los acantilados viendo las olas romper en sus costas.

También pasamos por unos hoyos en el suelo donde producen carbón de manera artesanal, cortando las acacias que se sembraron masivamente alguna vez en esta zona de la isla.

Al regreso, pasamos por el pueblito de Morrinho y por el poblado pesquero de Calheta. Son características las casitas de colores con pequeños boulevares en las calles principales adornados con conchas de búzio, un caracol marino comestible que es muy apreciado en todo el archipiélago. Específicamente en Calheta, el puerto pesquero acumula cantidades enormes de caracolas antiguas dispuestas en montañas. Es impresionante la cantidad de estos animales que han extraído y sorprende que aún no hayan acabado con él. En el puerto de Calheta hicimos algunas fotos a los pescadores y vimos cómo se repartían las capturas del día, donde toda la familia echa una mano.

Montañas de búzios

Esa misma tarde, habiendo disfrutado de un fin de semana único, regresamos hasta Praia en el barco de regreso, que sorprendentemente partió puntual, y donde se volvió a repetir el ritual de los mareos marineros.


Fecha: 10-12 de enero de 2020

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. RolPro dice:

    que buen clima les hizo en la aventura, saludos a la modelo en las fotos

    1. Sí, tuvimos mucha suerte en cuanto al sol, pero el viento en esa época del año es insoportable! Gracias por escribir Rol2

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