Loja, la provincia de las mil sorpresas

En el mes de marzo hicimos una escapadita hasta la provincia de Loja de nuevo. Aunque ya habíamos estado un par de veces, aquí se oculta uno de los lugares que más curiosidad me ha dado desde que llegué a Ecuador, y por fin íbamos a poder conocerlo; el bosque petrificado de Puyango.

Fuimos en un autobús nocturno y alquilamos un coche en la ciudad de Loja para desplazarnos por la zona. Esta es, sin duda, la provincia que peor accesibilidad vial tiene, muchas de sus carreteras están sin asfaltar y muchos de sus pueblos están aislados del país. Entre carreteras de ripio llegamos a Zaruma, este pueblo encantador que ya habíamos visitado en una ocasión anteriormente. Después de pasear, comprar su delicioso café y contemplar los miles de colores de las casas de este asentamiento minero, nos dirigimos al tramo de túnel que han habilitado como museo en el que te dan explicaciones sobre el medio que sostuvo la vida de toda la población de esta zona y que sigue haciéndolo todavía.

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La noche la pasamos en la ciudad de Arenillas, muy cerca de la frontera con Perú. La gran cantidad de venezolanos por estas zonas nos indican que no son tiempos fáciles para el vecino sudamericano. Al igual que ellos fueron solidarios en momentos de bonanza, es el turno del resto de países latinoamericanos para abrirle las puertas y acogerles como hermanos. Por la mañana nos adentramos por serpenteantes carreteras hasta llegar al bosque petrificado, un lugar en el que se pueden encontrar árboles y hojas fosilizados de unos 100 millones de años; una locura. Algo parecido había visto en la Isla Grande de Hawaii, pero mucho más antiguo e impresionante.

Lamentablemente, con tanto bosque, y a la hora que llegamos, el sol daba de lleno desde la copa proyectando muchas sombras, por lo que las fotografías no son de la calidad que me habría gustado. No obstante pudimos conocer y maravillarnos con este impresionante lugar. Después, recorrimos diversos pueblitos perdidos entre caminos serpenteantes hasta llegar a Vilcabamba, donde nos hospedamos en las afueras, en un publado llamado Chambalabamba, al que llegamos a través de una conocida página de alquiler de viviendas. La casa que nos ofrecieron es maravillosa, perfectamente ubicada y con todas las comodidades, rodeada de huertos y árboles frutales que te incitan al descanso más absoluto.

Por la mañana subimos al cerro Mandango, al que yo ya había subido en otra ocasión pero que quería enseñar al resto. Disfrutamos mucho de sus vistas y tuvimos suerte porque hizo un bonito día. Las formas de esta montaña parecen marcianas, es una belleza escondida en este remoto lugar de Sudamérica. Totalmente recomendable!

Ese mismo día subimos hasta el mirador del Parque Nacional Podocarpus, recorrimos alguno de sus senderos y visitamos la ciudad de Loja, donde devolvimos el coche y nos dispusimos a regresar en el autobús nocturno para ir a trabajar al día siguiente por la mañana. La verdad es que sale a las siete de la tarde y llega a las cinco y media de la mañana; dependiendo de la capacidad que tengas para descansar en un bus cama, llegas a tiempo para ducharte y asistir al trabajo sin muchos problemas…


Fecha: Del 2 al 5 de marzo de 2019

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