El norte peninsular

Fecha: del 31 de julio al 22 de agosto de 2021


Llegó el verano, y después de aproximadamente 7 años sin pisar España durante el periodo estival, decidimos que 2021 sería un buen momento para hacerlo. Vacaciones en pleno agosto, no recordaba que la masificación fuese algo tan arraigado en mi país. El calor es imposible de olvidar.

El periplo, como siempre, inició en el epicentro de mi vida, Madrid, desde donde nos dirigimos en el coche (prestado) de mis padres hacia Asturias, más específicamente hasta Langreo, corazón de la cuenca minera. No pudimos tener mejor compañía, pues Mario fue nuestro guía y nuestro anfitrión, hospedándonos en casa de su encantadora familia. Desde aquí comenzaba este viaje de aproximadamente 20 días.

Recorrimos los 445 kilómetros que separan Madrid de Langreo de una manera fluida y con buena conversación, casi sin enterarnos. El día estuvo muy bonito hasta cruzar el túnel de El Negrón, que, como no podía ser de otra manera, nos indicaba que nos adentrábamos en el planeta Axturies (como la bautizó Alex de la Iglesia en su película “Acción Mutante”), casi permanentemente cubierto de una masa uniforme de nubes blancas.

Aparte de una parada para echar gasolina y comer algo, también nos detuvimos en León, para admirar el embalse de Barrios de Luna, construido entre 1945 y 1951, inundando cantidad de pueblos de la zona y permitiendo mejorar la agricultura de la región. El cielo estaba precioso y el agua brillaba color azul turquesa. A tan solo 15 km del mencionado túnel, fue una despedida perfecta de los páramos castellanos.

En Langreo nos esperaban para comer, y ¡vaya si se come! No puedo recordar el menú completo, pero creo que incluía centollas a la sidra, escalopines al cabrales, merluza con almejas, infinidad de quesos, y todo regado con mucha sidra, escanciada constantemente y en culines frescos. Aquella sobremesa se nos fue hasta bien entrada la tarde, con cafés y licores varios. Manuel, el padre de Mario, nos contó muchas historias sobre La Felguera y la industrialización que trajo la fábrica de Pedro Duro (Duro-Felguera) desde finales del 1800. La historia del carbón y la siderurgia en esta zona del país, y la organización barrial del asentamiento minero en esa época, daría para varios blogs y muchas sobremesas, por lo que no me extenderé aquí en eso, hay ingente información en wikipedia. Solo como dato: este lugar fue uno de los que mayor índice de alfabetización tenían a finales del XIX e inicios del XX.

La mañana siguiente la iniciamos visitando el MUMI, Museo de la Minería y la Industria de Asturias. Situado en la localidad de El Entrego, se construyó en los terrenos de la escombrera de la emblemática Mina de San Vicente, en el corazón de la cuenca carbonífera del río Nalón. Se trata de un museo histórico muy interesante que contiene piezas que muestran la evolución de la minería, desde las primeras herramientas hasta las más modernas. Todo colocado dentro de un castillete de ladrillos rojos y con un ascensor que emula a los de los pozos mineros. De hecho, baja hasta los subsuelos del museo, emulando la bajada real a una mina, donde se toma un tren minero que discurre por diferentes túneles excavados en el carbón. Diferentes estaciones muestran el duro trabajo del minero y un guía te explica cómo era la vida de los trabajadores de esta industria. Se trata de un museo muy ilustrativo en el que se te pueden escapar fácilmente un par de horas sin aburrirte ni un momento.

😪 No entiendo por qué no tengo ninguna fotografía del MUMI 😪

Después de visitar el museo nos dirigimos hasta Cangas de Onís. Yo no recordaba haber estado nunca, aunque es posible que de pequeño hubiese ido alguna vez con mis padres. Inexplicablemente, conseguimos aparcar en la calle muy bien, porque el pueblo estaba abarrotado de turistas, y cuando digo abarrotado me refiero a que caminar por las calles era una tarea muy complicada, y tomarte algo en un bar, directamente imposible. Allí nos encontramos también con Marcos, que veranea en Asturias todos los años con su familia, y paseamos un poco por las calles.

Las miles de terrazas y el mercadillo que habían instalado ese día, hizo que a día de hoy no tenga noción de la belleza del pueblo. Salvo el puente romano, que se encuentra a la entrada y atractivo principal para los selfies, el resto del pueblo estaba invadido por sombrillas y terracitas que impedían el disfrute. El puentón, como le llaman coloquialmente, que en realidad tiene origen medieval (aunque es muy probable que hubiese un puente romano previamente, pues la calzada romana pasaba por allí, cruzando el río Sella), es considerado Monumento Histórico Artístico, y desde 1939 cuelga de él la Cruz de la Victoria, símbolo de Asturias.

Conseguimos, después de esperar un buen rato, comer allí, y nos dirigimos posteriormente a Ribadesella, ciudad famosa por la competición de piraguas que descienden el río Sella cada verano. Aunque nos costó bastante aparcar, la ciudad no estaba tan masificada como Cangas, y pudimos pasear un rato y tomarnos un café tranquilamente mientras disfrutábamos de la conversación de los amigos que se reencuentran.

Después, Marcos nos llevó a un lugar que Mario no conocía (ni, por supuesto, nosotros); La Cuevona, una cueva natural de 300 metros que desemboca en una pequeña villa llamada Cuevas del Agua. Un lugar muy impresionante y natural, al que se accede por carreteras de montaña serpenteantes rodeadas de miles de tonos de verde.

Para concluir el día, nos dirigimos hasta la playa de la Vega/Berbes, cuyo nombre completo es “Monumento Natural de Vega y Entrepeñas”. Esta playa es de los arenales más extensos de la zona, y en su parte posterior presenta unas preciosas dunas cubiertas de vegetación litoral. El acceso a la playa es mediante pasarelas que preservan la naturaleza, pues presenta ciertos endemismos que suponen un gran valor botánico. Los surfistas acceden a la playa por estas pasarelas y el atardecer nos mostró tonos cálidos de todos los colores existentes entre el amarillo y el rojo. Por esta zona también se pueden observar huellas de dinosaurio, aunque no nos aproximamos a la zona en concreto para verlos, pues estaba todo muy concurrido y aún debíamos regresar a Langreo para dormir.

Disfrutamos de un intenso primer día que nos abrió los ojos y nos dejó enamorados del norte de la Península Ibérica para el resto del viaje.



Ruta: Madrid – Langreo – MUMI – Cangas de Onís – Ribadesella – La Cuevona – Playa la Vega – Gijón – Avilés – Oviedo – Colunga – Lastres – Museo Minero Valle de Samuño – Desembocadura del Nalón – Cudillero – Cabo Vidio – Tapia de Casariego – Foz – Playa de las Catedrales – Ribadeo – Rinlo – La Coruña – Finisterre – Santiago de Compostela – Cambados – Combarro – Pontevedra – Castillo de Sobroso – Ribadavia – Carballino – Orense – San Pedro de Rocas – Nogueira de Ramuin – Mirador de Cabezoás – Parada de Sil – Balcón de Madrid – Castaño Milenario de Entrambosrios – Pasarela del Río Mao – Caldelas – León – Burgos – Echalar – Lesaca – Bera – Elizondo – Ainhoa – Zugarramurdi – San Juan de Luz – San Juan de Pie de Puerto – Roncesvalles – Pamplona – Pasajes – San Sebastián – Guetaria – Bilbao – Castro Urdiales – Santander – Potes – Espinama – Fuente Dé – Las Ilces – Mogrovejo – Santo Toribio – Aranda del Duero – Madrid

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