Paseos que no desgastan

Fecha: del 31 de julio al 22 de agosto de 2021


El segundo día dejamos a Mario disfrutar de su familia mientras Vero y yo nos fuimos a pasear por Gijón y Avilés. En la ciudad de Gigón, una de mis favoritas de toda la península, hicimos un free tour para que nos paseasen y contasen un poco la historia del barrio pescador de Cimadevilla.

Partimos desde la Plazuela del Marqués, con su característica estatua de homenaje a Don Pelayo, al que, en tiempos de pandemia, le habían plantado una mascarilla. La primera parada fue en los restos de la muralla romana, que defendía durante el siglo III la ciudad de Gigia. Muy cerca se sitúa la casa natal de Jovellanos, hoy convertida en museo. Desde allí caminamos callejeando hasta una plaza que recuerdo de mis veintipico años como “plaza del Lavaderu” (por un bar con ese nombre que allí se encuentra). El nombre real es “Plaza Periodista Arturo Arias”. Me acuerdo muy bien de comprar cajas de sidra y escanciarlas en plena plaza desde la tarde hasta bien entrada la madrugada. Me pregunto si esto se seguirá haciendo a día de hoy. El lugar, desde luego, está mucho más reformado y limpio que en aquellas épocas, al igual que todo el barrio de Cimadevilla.

En una esquina de esta plaza se encuentra la casa más antigua de la ciudad, de porte prácticamente cuadrado y con un techo de tejas rojas muy característico. Rodeamos esta casa y seguimos caminando hasta la Plaza de la Soledad, a la que Nacho Vegas se refiere en su canción “La plaza de la Soledá”, en la que pasea y reflexiona por este bonito (y en su época, decadente) barrio.

Al llegar al puerto subes por el barrio pescador.

Dejas a tu izquierda aguas sucias bajo el sol.

Y sobre tu cabeza chillan, dando vueltas, gaviotas que te guiarán.

Sólo avanza un poco más, y quizás me oigas cantar:

¿Quién me habrá robado el sol?, Que hoy no siento su calor

Y las ropas que cubrían mi piel, han tornado desnudez

Si es que escuchas esto, Habrás llegado a la plaza de La Soledá

Nacho Vegas
Artistas del barrio han pegado fotos antiguas de los habitantes de Cimadevilla

Poco a poco, fuimos subiendo entre edificios históricos hasta llegar al Cerro de Santa Catalina, donde nos topamos de frente con la escultura “Nordeste”, del escultor Joaquin Vaquero Turcios. Una masa de acero color óxido que se sujeta sobre una pequeña pirámide de hormigón. Allí resiste el paso de los años contra el viento, el salitre y el ser humano.

Un poquito más adelante, en medio de todo el cerro, se encuentra la Batería Alta de Santa Catalina, un enclave militar que se inició en 1904 y cuya construcción nunca se concluyó. De hecho, nunca llegó a ser armada, y finalmente acabó cediéndose a la ciudad como parte del parque, que es orgullo de todos los playus, como les dicen a los nacidos en Cimadevilla.

Otro de los orgullos de todos los habitantes de esta ciudad es el famoso “vater de King Kong” o como se conoce popularmente al “Elogio del Horizonte”, del escultor Eduardo Chillida. La verdad es que, aunque no tiene una forma especialmente bonita, se integra en el paisaje y en el Mar Cantábrico dando una preciosa sensación de tranquilidad. Lugar idóneo para echarse unos culines de sidra viendo el atardecer en los veranos de buen tiempo.

Iniciamos nuestro descenso de regreso hasta la parte baja de la ciudad, pasando al lado del exclusivo Club de Regatas, contra el que también arremete en una de sus canciones el gijonés Nacho Vegas, que con muchos de sus textos nos describe al detalle su ciudad.

Después nos detuvimos en la Iglesia de San Pedro, poniendo especial interés en una de sus ventanas, muy semejante (pero con dos arcos en lugar de tres) a la que se utilizó como símbolo del famoso balcón que recitaba “Asturias, paraíso natural” y que nos animaba a todos a visitar la comunidad autónoma en los primeros años 2000.

Llegamos finalmente a la Plaza Mayor, donde se encuentra el ayuntamiento y el grupo se deshizo satisfecho con el paseo y las explicaciones. Aprovechamos los últimos momentos para hacernos una foto en las escaleras del rock, que son unas escaleritas en un callejón a las que han pintado de colores y adornado con nombres de grupos de rock & roll clásicos. Y, por supuesto, nos asomamos a la Playa de San Lorenzo desde La Escalerona, uno de los miradores que nacen al pie del paseo que recorre esta hermosa playa.

Comimos por allí, en la calle peatonal Corrida, y nos dirigimos inmediatamente después hacia Avilés, famosa ciudad conocida por concentrarse la mayoría de fábricas siderúrgicas durante el auge de esta industria.

Yo nunca había visitado Avilés, y aunque no conseguimos en la tarde un tour para que nos la explicasen, pudimos pasear por sus calles y disfrutarla mucho más de lo que habría imaginado. Esta ciudad, que es la ciudad más septentrional de la península, dispone de una serie de impresionantes mansiones indianas a lo largo de su peatonalizada vía principal; se te abre la boca admirándolas. Se denominaba indianos a aquellos migrantes españoles que regresaban de América con grandes fortunas, y para demostrarlo, se construían estas viviendas que destacaban sobre las miserias de sus vecinos. Era característico que colocasen una palmera en el jardín de la fachada principal, y, a día de hoy, muchas de ellas aún se conservan con su característica distintiva en la entrada.

Nos encantaron los soportales que discurren a los lados de su amplia calle principal, peatonalizada, limpia y preciosa. Tras el conjunto de casonas que bordean esta calle, se esconde un jardín enorme, muy verde y bien cuidado. Es el Parque de Ferrera, que, aunque ahora es un espacio público único, en su momento se consolidó uniendo todos los espacios verdes que poseían los diferentes palacios que conforman esta vía principal de la ciudad. Dispone de una zona especialmente cuidada, denominada “Jardín Francés” que da acceso a la Casa Municipal de la Cultura, por donde salimos después de nuestro paseo.

Al otro lado de la Ría de Avilés, se encuentra el Centro Niemeyer, famoso arquitecto que diseñó Brasilia. Con un aspecto de características futuristas, es la única construcción de este arquitecto en España y quizás una de las más importantes de su carrera. Sirve como centro de exposiciones, pero en esta ocasión ya se estaba haciendo de noche y, aunque lo vimos desde el otro lado de la ciudad, no tuvimos tiempo de visitarlo.

Regresamos a Langreo agotados pero muy felices.



Ruta: Madrid – Langreo – MUMI – Cangas de Onís – Ribadesella – La Cuevona – Playa la Vega – Gijón – Avilés – Oviedo – Colunga – Lastres – Museo Minero Valle de Samuño – Desembocadura del Nalón – Cudillero – Cabo Vidio – Tapia de Casariego – Foz – Playa de las Catedrales – Ribadeo – Rinlo – La Coruña – Finisterre – Santiago de Compostela – Cambados – Combarro – Pontevedra – Castillo de Sobroso – Ribadavia – Carballino – Orense – San Pedro de Rocas – Nogueira de Ramuin – Mirador de Cabezoás – Parada de Sil – Balcón de Madrid – Castaño Milenario de Entrambosrios – Pasarela del Río Mao – Caldelas – León – Burgos – Echalar – Lesaca – Bera – Elizondo – Ainhoa – Zugarramurdi – San Juan de Luz – San Juan de Pie de Puerto – Roncesvalles – Pamplona – Pasajes – San Sebastián – Guetaria – Bilbao – Castro Urdiales – Santander – Potes – Espinama – Fuente Dé – Las Ilces – Mogrovejo – Santo Toribio – Aranda del Duero – Madrid

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