De nuevo, recorriendo los manglares de Cayapas Mataje, una de mis zonas favoritas del país, acabamos haciendo una parada en un pequeño pueblo costero que ni sale en los mapas. Canchimalero resultó ser el lugar donde se celebra cada 3 de noviembre la fiesta de San Martín de Porres, el santo negro. Una procesión marítima que cada año congrega a miles de fieles de la zona. Allí nos estuvieron contando las historias del pueblo y nos invitaron a asistir a la fiesta el día 3 de noviembre. Ojalá podamos vivirlo algún año…. Como en la ocasión pasada, la visita a los manglares de Cayapas Mataje y los manglares de Majagual no pasaron desapercibidos. Una experiencia única que no me canso de recomendar.
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Continuamos nuestro viaje por el Carchi y nos acercamos hacia la comunidad Monteverde, cerca de San Gabriel, para poder visitar uno de los dos bosques monoespecíficos de arrayán que aún existen en Sudamérica. Uno de ellos lo pude visitar en El Parque Nacional Los Arrayanes, Argentina allá por el 2008. Este lugar, aunque mucho más pequeño (solo tiene 16 hectáreas) es un último reducto de bosque entre cientos de cultivos acechantes. El sendero es muy sencillo y bonito, con frases inspiradoras que incitan a la conservación de la naturaleza. Una última mancha de bosque que nos recuerda tiempos pasados. Vale la pena visitarlo aunque no esté en los circuitos turísticos habituales. Fecha: 25 al 28 de febrero de 2017
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Aunque ya había hecho una entrada de este maravilloso lugar, quería hacer una entrada específica para enseñar las fotos que pude hacer en esta ocasión y demostrar lo que cambia el lugar bajo una perspectiva nublada o una perspectiva de sol. Realmente es una suerte poder observar este lugar sin nubes y con sol, pues son pocas las veces que ocurre, pero las vistas y el entorno en el que te mueves cuando la zona está nublada, son mucho más auténticos y especiales. Dejo unas fotitos del inicio de este viaje que hicimos en febrero y que nos llevó del páramo a la costa. Fecha: 25 al 28 de febrero de 2017 Ruta: Quito – El Ángel –
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De entre los múltiples pueblitos existentes en las faldas del volcán Pichincha, Nono es uno de los más tranquilos y pintorescos. Sus calles desérticas, las casitas de colores y la iglesia semi-derruida, le dan la impresión de ser un pueblo abandonado. Si no es por el pequeño emprendimiento de helados y los dos o tres apartados restaurantes, podríamos confirmar esta teoría. Fuimos a pasar el día y nos comimos una de las gigantescas truchas de la zona. En los alrededores del restaurante, al borde de una quebrada, encontramos diversa fauna y flora, por lo que pudimos dar un pequeño paseo agradable para bajar la comida. Fecha: 28 de enero de 2017
Durante los meses de diciembre y enero, en la Reserva de Maquipucuna (una reserva privada en la zona de Nanegal, que sorprendentemente sigue siendo parte de Quito) suelen frecuentar muchos individuos de oso de anteojos, el único oso sudamericano y en estado vulnerable de conservación. Se acerca a esta zona porque hay una gran cantidad de aguacatillo, un árbol que produce una de sus frutas favoritas. Es un animal huidizo y difícil de ver, sin embargo tuvimos la suerte de encontrarlo a unos pocos metros de distancia. Esta experiencia es única y ocurre a un par de horas de coche de casa. El paseo fue agradable, pero este fue uno de los últimos avistamientos de oso de la
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Desde que llegué a Quito aprendí que el café de Zaruma tenía algo especial. Lo que nunca habría imaginado es que este pequeño pueblo parado en el tiempo se escondía en lo alto de una montaña nublada, que sus casas estaban hechas de madera pintada en colores y que debajo de esta montaña hubiese miles de agujeros de la extracción minera. En el camino entre Loja y Zaruma pasamos por la Basílica de El Cisne, perdida entre las montañas y donde según cuenta la leyenda, una señora que solía acompañar en sus labores a una pastora indígena un día le prometió (antes de desaparecer) que si le hacían una escultura con su figura, nunca más habría sequía. Desde entonces,
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Desde Zamora rodeamos el Parque Nacional Podocarpus hasta llegar a la entrada cercana a la zona de Vilcabamba. El ecosistema aquí ya no es amazónico, es un bosque andino al que estamos más acostumbrados, sin embargo, la belleza de los paisajes y los caminos que se recorren, es abrumadora. Paseamos un rato por el parque y después fuimos a visitar Vilcabamba, característico por las preciosas montañas que le rodean y la teórica longevidad de sus habitantes. En realidad, esperábamos ver a los famosos viejitos de este pueblo, y lo que nos encontramos fue miles de turistas (o residentes) extranjeros que se instalaron aquí por las propiedades de longevidad que se promocionan. Tan alto es el número de extranjeros que hasta
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Después de celebrar la nochebuena con la familia de Vero, emprendimos nuestro viaje hacia Macas, en la región amazónica del Ecuador. Hicimos noche en Riobamba porque nos comentaron que el paso desde esta ciudad hasta Macas era espectacular. Se atraviesa por el Parque Nacional Sangay y se rodean diversos complejos de lagunas. Para nuestra suerte no paró de llover desde el minuto 1 hasta que llegamos a la ciudad de Macas. Al menos allí sí pudimos pasear un poco por la ciudad, que tampoco es que tenga mucho más que otras de las pequeñas ciudades amazónicas del Ecuador. Situada a orillas del río Upano, se debe reconocer que es una ciudad mucho más ordenada que el resto de las
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En diciembre, para la salida de navidad organizada por la oficina, nos llevaron a hacer la ruta del “Tren de la Libertad”, una de las diversas rutas de trenes turísticos que tiene este país. La salida se hace desde la ciudad de Ibarra y recorre las escarpadas montañas de los andes repletas de cultivos, dando la característica imagen de las montañas ecuatorianas, todas divididas en sus parcelitas agrícolas. Lo interesante de esta ruta es que te lleva hasta el pueblo de Salinas, en el Valle del Chota, zona de producción de caña y algodón, que antaño fue explotada por los jesuitas en el siglo XVII, y que al encontrarse en una zona baja y rodeada de montañas, tiene un
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Tras la escala en Santa Cruz, salimos hacia la Isla de Isabela. La llegada fue medio desconcertante, pues existe un caos generalizado en el puerto y te cobran una tasa por entrar, cosa que en las otras islas no pasa. Entre el caos y la polvareda de las calles sin asfaltar acabamos subidos a una chiva (creo que aún no había hablado de las chivas en este blog; son unos camiones habilitados para que la gente se siente y pasee, donde suelen poner música, y en ciudades como Quito o Guayaquil, se convierten en puras discotecas móviles). En nuestro caso, la chiva era solo para llevarnos hasta el hotel, sin música, sin bebida y sin locura. Todo el pueblo de
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El día siguiente, después de una intensa jornada de buceo, fuimos a pasear un poco por San Cristóbal antes de viajar de nuevo hacia Santa Cruz en la tarde, donde a la mañana siguiente tomaríamos otra lancha hasta la isla de Isabela. Visitamos primero la playa Punta Carola, llena de lobos de mar echados por todas partes en familia, rebozándose en la arena, bostezando y disfrutando del sol luciendo su sobrepeso. Sin embargo, todas las guías decían que la playa interesante de San Cristóbal era la playa de La Lobería, a donde nos desplazamos después y para nuestra sorpresa, había muchos menos lobos de mar que en la primera. Parece que hace unos años hubo una gran matanza furtiva
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El tercer día nos fuimos hasta la isla de San Cristobal, en una de las lanchas que sale cada día a las 7:30 de la mañana. Habíamos contratado (Espe y yo) un tour para visitar la playa Cerro Brujo, donde los lobos marinos descansan tranquilamente echados en la arena. Después, nos llevaron hasta León Dormido, un gran grupo de peñas en medio del mar con mucha profundidad, entre las cuales se crean corrientes y es habitual ver todo tipo de animales, entre ellos el famoso tiburón martillo. Pudimos bucear aquí y alucinar con toda la cantidad de vida en las inmediaciones de estas rocas. En esta ocasión, aunque vimos infinito número de especies animales nadando en este lugar, no pudimos
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El segundo día, ya instalados en Puerto Ayora, salimos temprano para visitar la famosa playa de Tortuga Bay. Puerto Ayora es la capital de la isla Santa Cruz, una ciudad pequeña, y sin embargo mucho más caótica y desordenada de lo que me habría imaginado. Cuando viajas hacia Galápagos, las expectativas son la paz y la tranquilidad, y uno se imagina hermosos lugares poblados de pausados habitantes que viven en armonía con la naturaleza. En contraposición a esta imagen idílica uno se encuentra un sector turístico completamente desordenado donde todos compiten a ver quién saca más dinero; múltiples coches y camiones soltando humo y haciendo ruido, junto con restaurante improvisados y gente insistiéndote para entrar en ellos. Todo esto,
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¿No os estabais preguntando por qué llevo dos años en Ecuador y aún no había visitado las Islas Galápagos? Bueno, primero, es un destino caro, y segundo, hacen falta unos cuantos días para que la visita a las islas valga la pena. Así que aprovechando tres días seguidos que fueron festivos en diciembre, que junto a un fin de semana y dos días de vacaciones que me cogí, logramos hacer una semana completa sin trabajar. Además, residir en Ecuador tiene sus ventajas, pues los billetes de avión son más baratos y la entrada al parque nacional también lo es. Los turistas pagan 100 dólares por el ingreso, y los ecuatorianos y residentes, creo que pagamos 10… todo son ventajas!!
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Hace tiempo que me habían recomendado asistir a un cambio de guardia del palacio presidencial o palacio de Carondelet, sin embargo al ser un día entre semana, es bastante complicado organizarse (y tener el día libre). Finalmente tuvimos la oportunidad de asistir un lunes a este bonito evento, bastante más concurrido de lo que habría imaginado. Llegamos pronto y nos posicionamos bien, justo detrás del grupo de veteranos de la guerra del Cenepa, que ocurrió entre Ecuador y Perú durante un par de meses de 1995 y acabó por delimitar formalmente la frontera que llevaba tiempo en disputa. Después de un sol abrasador, comenzaron a sonar las cornetas y los guardias de las puertas comenzaron a moverse, iniciando
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