En una escapadita a Bogotá para el evento de cierre de un proyecto, pude aprovechar, junto con algunos amigos, para conocer el páramo que abastece de agua a la población capitalina de Colombia. El Parque Nacional Chingaza se encuentra ubicado en la sierra que rodea la ciudad de Bogotá, y en su mapa tiene forma de mariposa. Para hospedarnos, elegimos un lugar cerca del pueblo de Shiecha, aunque el primer día entramos desde el pueblo de Fomeque en coche para llegar hasta la zona de Monterredondo. De camino hasta este sendero tuvimos que deternernos innumerables veces, pues por todo el camino aparecieron diversos venados alegrándonos el día. Asustados, pero curiosos, continuaban comiendo con una oreja levantada mientras se dejaban fotografiar.
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Salimos temprano para visitar uno de los famosos pueblos que rodean Medellín. Aunque no teníamos ya mucho tiempo, pues el viaje se estaba acabando, tuvimos que priorizar, y Guatapé fue el pueblo que decidimos visitar después de leer sobre varios lugares cercanos. Primero pasamos por el pueblo de Peñol, trasladado aquí después de inundarlo para crear los embalses que rodean esta zona. Desde un mirador se puede observar la cruz de la iglesia del antiguo pueblo. Un poquito más adelante se encuentra la piedra del Peñol, una masa de roca granítica gigantesca, que parece que se formó por un fenómeno de presiones parecidos a los del pan de azúcar en Río de Janeiro. Tuvimos mala suerte, de nuevo el verano
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Amanecimos en Medellín, donde nos habíamos inscrito en un free tour llamado “Medellín, ciudad de contrastes”. Nos convocaron en la estación de metro de Parque Berrío, desde donde fuimos caminando para visitar algunos lugares cercanos. Los primero que visitamos fue la Basílica de la Candelaria, fundada en 1649, pero que ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de la historia. En ese momento estaban dando misa, una misa colapsada de gente, que apenas nos dejó asomarnos un poco a la iglesia. Desde allí caminamos hasta el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, el que en su momento fuese el Palacio de la Gobernación de Antioquia y que ahora sirve como lugar de eventos y exposiciones. En su interior había
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Esta vez nos dirigimos hasta Pijao, un pueblito tranquilo que fue nombrado como el “Primer pueblo sin prisa de América Latina”. En él, sus habitantes parece que se toman la vida con calma y disfrutan cada segundo. El pueblo sigue los patrones de colores del resto de lugares del eje cafetero y te recibe en las alturas rodeado de montañas con plantaciones de café. Tanto es así que acabamos metidos en una tienda de café y chocolate donde nos hicieron una demostración de café donde nos retuvieron durante hora y media. El café estuvo delicioso, y la explicación de la señora también. Pero qué lento! Después de conocer Pijao, nos fuimos hasta Córdoba, otro pueblito mucho más humilde, pero perdido
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Madrugamos el primer día de 2019 para dirigirnos hacia Salento, pueblo base para visitar el tan famoso Valle de Cocora. Cuando llegamos, ya había algunos vehículos y personas paseando, pero el ambiente era tranquilo y se podía disfrutar. Comenzamos a caminar por la ruta circular, que llega hasta lo alto de un mirador, y desde ahí se baja por una cuesta empinadísima y no apta para cualquiera. El lugar, visualmente es muy agradable; una pradera de césped inmensa, rodeada por palmas de cera, una especie nativa del Quindío colombiano. Sin embargo, lo que significa este paisaje es deforestación del bosque nativo, donde únicamente se conservaron estas palmeras y se sembró césped para el ganado. Al menos ahora es un atractivo
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Debido a la imprudencia de no haber comprado las entradas de manera anticipada, tuvimos que correr esa mañana. Nuestro avión salía pronto por la tarde y por tanto solo teníamos unas pocas horas para visitar este fantástico lugar, escenario imperdible para cualquiera que visite el caribe colombiano. Caminando no alcanzábamos a ir y volver, por lo que tuvimos que tomar la decisión de hacer la ruta a caballo. Los pobres animales pasan el día entero yendo y viniendo, y me imagino que al final del día deben acabar rendidos. Excepto yo, ninguno había subido nunca a un caballo, y la última vez que yo lo hice, creo que tenía 19 o 20 años, por lo que tampoco me sentía muy
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Esa mañana llegaba Vero, así que nos despertamos en nuestro hotel de Santa Marta, y cuando bajamos a desayunar, todos lo hicimos con cara de perro. Esa mañana descubrimos que nuestro hotel no tenía agua caliente. Bueno, eso no es tan grave si estás durmiendo en la ciudad donde falleció Simón Bolívar, y si además puedes ir a visitar la hacienda donde pasó sus últimos días y oler un poco la historia de Latinoamérica de cerca. Nos dirigimos a la Quinta de San Pedro Alejandrino, fundada en el año 1608, donde Simón Bolívar, después de haber perdido la mayoría de sus apoyos y de ver incumplido su sueño de lograr una Latinoamérica unida, se aposentó unos días para reposar de
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La estación de autobús de Cartagena está lejos de de la Cartagena histórica y colonial. Atravesamos toda la ciudad, con un trancón (atasco) tan potente, que casi no alcanzamos a subir al autobús. Viajamos de noche hasta Santa Marta, donde pasamos la primera noche y nos despertamos temprano para retirar el coche de alquiler que teníamos reservado. Tras la sorpresa de recibir un vehículo tipo SUV en lugar de un sedán, salimos dirección Aracataca, el pueblo natal de Gabriel García Márquez, y lugar de inspiración de Macondo. El pueblo es como cualquier otro pueblo rural colombiano, ecuatoriano o peruano. Un lugar olvidado, construido en bloques de ladrillo a medio pintar, tejados de chapa, motocicletas y cables atravesados. En mitad de
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Uno de los destinos más habituales de los visitantes de Cartagena son las Islas del Rosario, un complejo de islas coralinas cercanas a la costa y de fácil acceso en barco. Por la mañana nos dirigimos al muelle turístico, desde donde salen los barcos que hacen esta ruta, y contratamos uno llamado “Lizamar”. Sin leer los comentarios de tripadvisor, nos lanzamos a la aventura con este barco (que salió con hora y media de retraso) y al que subían turistas de una forma completamente desordenada y de manera muy brusca. Ya la gente comenzó a molestarse desde ese momento, lo cual no prometía nada bueno. Después de partir, empezó a tomar una velocidad exagerada, a lo que la “tripulación” alegaba
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El viaje que comienza ocurrió entre el 25 de diciembre de 2018 y el 6 de enero de 2019. Decidimos, esta vez, pasar la noche de navidad con la familia de Vero y encontrarnos en Colombia con mis padres para dar una pequeña vuelta por el país. En esta ocasión aproveché para conocer dos zonas que aún no había podido visitar: la costa caribeña y el eje cafetero. Yo volé desde Quito, solo, porque a Vero no le dieron vacaciones hasta dos días después, para encontrarme en el aeropuerto de Bogotá con mis padres, y desde allí, juntos, volar hasta Cartagena de Indias. Llegamos bien entrada la noche, por lo que nos fuimos directos a dormir y no empezamos nuestra
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En otro de los varios viajes a Colombia que tuve a lo largo de mi anterior trabajo, me di una escapada de fin de semana desde Bogotá hasta Villa de Leyva y alrededores. Este pueblo colonial del que tanto había oído hablar no decepciona para nada, aunque al ser festivo colombiano el lunes, la cantidad de turistas había superado con creces la capacidad de carga del pueblo y casi no se podía ni caminar. Lo que más impresiona al llegar es la enorme plaza mayor empedrada, con una iglesia que parece minúscula mirada en el contexto, y una pequeña fuente en el medio que tampoco puede lucirse con tal inmensidad de plaza. Los balcones, las paredes blancas y las
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En 2009 visité por primera vez Brasil, y por aquel entonces llegué en barco desde Perú, haciendo parada en la isla de Santa Rosa de Yavarí (Perú) y entrando por Tabatinga hacia Brasil, prosiguiendo mi camino hacia Manaos. En este punto se juntan tres países amazónicos, Perú (Santa Rosa), Brasil (Tabatinga) y Colombia (Leticia), y en esa ocasión no hubo tiempo de pasar hacia Colombia ni por un ratito. Ocho años después, y con unos años de viajes en la espalda, he tenido la oportunidad de visitar Leticia, el punto que me faltaba para haber puesto el pie en los tres países de esta bonita triple frontera aislada del mundo. Llegando a esta ciudad desconectada del país y metida en
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Cerca de Bogotá, y aprovechando uno los múltiples viajes a esta gran ciudad, me di una escapadita de fin de semana hacia las famosas minas de sal de Zipaquirá. Me habían contado que en el interior de la mina habían tallado una gran iglesia, la llamada Catedral de Sal, primera maravilla de Colombia, lo cual me llamaba mucho la atención. En realidad, aunque es bonito, al interior no hay tanto como “una catedral excavada en la roca” sino, más bien, el aprovechamiento de los túneles que se usaron para extraer sal, donde han colocado algunas tallas de cruces y en una de las salas principales, bancos, una cruz grande y alguna figura tallada en sal. Es un lugar
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Existe un río, un río grande, que abastece otro río más grande aún, un río que da vida a una región gigante, tan grande que no puedes imaginarla dentro de tu cabeza. Y en esa región hay tanta vida, tanta, que podrías intentar entender las relaciones existentes entre cada uno de los seres vivos que allí habitan y podrías morir de viejo sin haber comprendido ni una décima parte de los procesos que allí ocurren. Ese río grande se llama Putumayo, uno de los múltiples ríos que abastecen al río amazonas y que forman la cuenca amazónica. Una maravilla de la naturaleza y que cada vez se encuentra más amenazada por presiones antrópicas. Yo tengo la suerte de estar
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Gracias al proyecto en el que trabajo, he tenido la oportunidad de viajar a Bogotá en un par de ocasiones, y probablemente tenga que seguir haciéndolo a lo largo de un tiempo. Esta ciudad es inmensa, mucho más de lo que me imaginaba, y sus calles y avenidas se dividen en “Carreras” y “calles”. Unas miran norte-sur y otras este-oeste, de modo que no existen (por lo general) nombres de calles, sino números, y de esta forma es muy sencillo localizarse dentro de la ciudad. Aburrido pero práctico. Como el tiempo, por lo general, suele ser limitado en este tipo de viajes, me limité a visitar el barrio de la Candelaria, o lo que es lo mismo, el
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