El viaje estaba llegando a su fin, los inmensos bosques y las caminatas por senderos y cascadas quedaban atrás. Nos quedaban apenas un par de destinos antes de llegar a Chicago de nuevo y regresar a la cotidianidad de nuestras vidas. Sin embargo, la experiencia de haber rodeado los grandes lagos y conocido estos lugares tan únicos, se quedaría en nuestros recuerdos para siempre. Esa mañana fue una de las más largas y aburridas desde que inició el viaje, pues recorrimos aproximadamente 500 Km por unas carreteras, que en muchas ocasiones eran una línea recta infinita sin ningún vehículo en los alrededores. Si a esto le sumas que no hay que cambiar de marchas por tratarse de un vehículo automático
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Después de desayunar, salimos con el coche paralelos a la orilla del lago Superior, recorriendo la Upper Peninsula de Este a Oeste, hasta adentrarnos en el Parque Estatal Porcupine Mountains, también conocidas popularmente como las “Porkies”. Se llaman así, porque tradicionalmente, los pueblos originarios de esta zona, describían la silueta del complejo montañoso como la de un puercoespín agazapado; aunque nosotros no lo vimos. Estos bosques son muy característicos por el estado salvaje en el que se encuentran y la cantidad de fauna que en ellos habita. En todas partes hay señales de precaución ante los osos negros y sobre cómo se debe actuar en caso de encontrarlos. Llegamos directamente hasta uno de los miradores en lo alto del parque,
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Después de una relajada noche en nuestra cabaña salimos a la calle para realizar un par de rutas de senderismo. Toda esta zona es conocida por ser tierra de osos y muy biodiversa. Un recorte de periódico colocado en la recepción de las cabañas muestra un alce paseando frente a las cabañas. Siempre es bonito emocionarse pensando que vas a poder ver algún animal de este tipo en tu viaje… Llegamos hasta el parking a orillas del río Chapel, y justo detrás de nosotros llegó un autobús lleno de runners. Si el turismo de grupos ya es desesperante, imagínate si además de ir en grupos grandes, van corriendo. Aprovechamos que hicieron una fila interminable en el cuarto de baño para
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Después de dos fantásticos días a orillas del Silver Lake, emprendimos viaje hacia Estados Unidos de nuevo, teníamos por delante prácticamente todo un día de conducción, pero nos habíamos dejado en el camino (a causa de la lluvia de hacía dos días), el sendero de Cup & Saucer, que llega hasta el punto más alto de la isla. Salimos temprano en la mañana y los pequeños venados nos observaban fijamente para después salir espantados con prodigiosas carreras saltarinas. Un poco confundidos y de manera improvisada llegamos hasta la Reserva Provincial de Misery Bay, donde no había ni un alma y el centro de interpretación estaba cerrado. Nos pusimos a caminar por un sendero circular que discurría por un bosque algo
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Esa mañana madrugamos para alcanzar el ferry que nos permitiría atravesar el pequeño estrecho sobre el lago Huron. Este ferry, conocido como Chi Cheemaun Ferry, conecta los pueblos de Tobermory y South Baymouth. Los horarios son un poco extraños, y el primero es muy pronto y el segundo muy tarde, por lo que optamos por el primero, a las 7:00 de la mañana. No obstante, si vas con vehículo, hay que estar una hora antes en el puerto. Nos despertamos muy pronto, con más frío del habitual, y aunque aún no había salido el sol, se intuían unas nubes negras cubriendo el cielo. Comenzamos a desmontar nuestra tienda de campaña, y cuando estábamos por concluir, comenzaron a caer pequeñas gotas.
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Amanecimos en Elora Gorge, recogimos la tienda y nos dirigimos hacia la Península de Bruce, un pico de tierra que se adentra en el lago Huron. Parece que este es un lugar vacacional de los canadienses, donde, con mucho tiempo de antelación (más de 4 meses), ya estaba todo reservado para acampar; y los hoteles, a unos precios inaccesibles. Además, las reservas te piden un mínimo de dos noches seguidas, por lo que unos meses antes habíamos buscado por internet y encontrado un lugar en el que (rogando) nos permitieron acampar durante una única noche. Este lugar llamado “Millers Family Camp”, que en nuestro imaginario era un pequeño camping liderado por la entrañable familia Miller, resultó ser un camping enorme
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Despertamos en Toronto, y no sé por qué tomamos la decisión de ir a visitar por la mañana el barrio chino de la ciudad. Sin embargo, hacia allá nos dirigimos, en un transporte público excesivamente caro para nuestro bolsillo, y donde nos topamos con unos conductores de autobús muy desagradables. Creo que es lo único desagradable que nos encontramos en Canadá, pues la gente, en general, fue amable a más no poder. El barrio chino parecía desierto por la mañana, y nos costó encontrar un lugar donde desayunar, pero caminando y caminando, acabamos en unas callejuelas pintadas con graffittis donde finalmente pudimos desayunar en un concurrido bar de modernos. Después paseamos por las callejuelas de Kensington Market, que se trata
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Llegamos al hotel justo a la hora del check-in, lanzamos las maletas a la habitación y salimos con ansia para conocer esta bonita ciudad. Caminamos primero en busca de un transporte público que nos acercase al centro, sin embargo, no lo logramos, pues las rutas, desde donde estaba el hotel, daban unas vueltas medio raras y acabamos por llegar caminando hasta el mercado de St. Lawrence, hecho en ladrillo y con mil y una delicias alimenticias en su interior. Era la hora de comer, y pasear cerca de estos puestos nos abrió el apetito, el cual saciamos inmediatamente en unos banquitos de madera que tiene en un lateral. Seguimos caminando para tratar de cumplir con nuestros objetivos, y llegamos hasta
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Nos despertamos en el hotel del que hablaba en la entrada anterior. El hombre que nos atendió, un señor de (aparentemente) nacionalidad china que chapurrea un poco de inglés y te cobra con un aparato de ciencia ficción que conecta al móvil para pasar la tarjeta nos explicó que el desayuno era libre (o eso quisimos entender). En la cocina descubrimos que había un sinfín de cosas, desde gofres congelados hasta bollería de todo tipo, pasando por tostadas, cereales, zumos y frutas. Este día Vero descubrió una cosa llamada Aunt Jemima, un sirope muy dulce que se echa en los gofres, y todos nos quedamos impresionados con su capacidad de llenar cada cuadradito de este, con sirope, hasta casi rebosar;
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Por la tarde, después de abandonar Detroit y pasar el túnel fronterizo hacia Canadá, fuimos discurriendo paralelos al lago Erie, hasta llegar al pueblo de Niagara-on-the-lake, a los pies del lago Ontario, donde desemboca el río Niagara (que conecta ambos lagos). Durante todo el camino nos sorprendieron los viñedos que cubrían el horizonte. Más tarde descubrimos que el vino de esta región es de muy buena calidad, y compramos algunas botellas para degustar a la vuelta del viaje. Este lugar, situado en un enclave tan estratégico, fue tomado en varias ocasiones por los americanos y retomada por los ingleses, cambiando en diversas ocasiones de nombre y bandera. El Fuerte George protege el acceso por barco y sirvió como defensa de
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Amanecimos en Detroit, en un barrio residencial no demasiado alejado del centro de la ciudad. Sin desayunar, salimos caminando hacia el transporte público que nos indicaba google maps; un tranvía. Esperamos unos pocos minutos hasta que llegó un flamante tren de color blanco y muy moderno. En esa espera, tratamos de comprar los billetes en la máquina expendedora de la propia parada, donde una señora nos advirtió que es mejor no pagar, que nadie paga ese transporte y que no hay revisores. Fue tan insistente y nos supervisó tanto los movimientos, que acabamos por entrar de manera gratuita. Nunca me había pasado que los habitantes de una ciudad me recomendasen estafar a su propia ciudad. Llegamos al centro, el cual
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Por la mañana fuimos a recoger el coche que teníamos reservado, que no recuerdo cuál era, pero nos dieron un flamante Nissan Qashqai, maravilloso y lleno de complementos, por lo que nuestros teléfonos se podían conectar vía bluetooth para poner todas las listas de reproducción que llevábamos preparadas. Un coche alto, bastante amplio, de marchas automáticas y economizador de combustible, por lo que estábamos listos para circular por las suaves carreteras de Estados Unidos y Canadá. Nuestra primera parada fue en un pueblo en la frontera entre Indiana y Michigan, llamado Middlebury, donde no vimos prácticamente a ningún Amish, aunque se suponía que este lugar era uno de los epicentros de Estados Unidos donde se concentraban. Eso sí, comimos en
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Con esta entrada da inicio otro viaje por carreteras lejanas que discurren entre paisajes de ensueño. Esta vez, Vero y yo, acompañados de mi hermano Javier y su mujer Vega, recorrimos el complejo de lagos que separan Estados Unidos y Canadá. Buscábamos realizar una vuelta a los grandes lagos por carretera que sirviese como una primera aproximación hacia este enorme escenario de espejos, llanuras, bosques y rocas de colores. Todo este plan inició por la necesidad de viajar hasta Chicago, donde reside la hermana de Verónica, y donde pasamos unos días familiares antes de iniciar el viaje. Como es de obligación, en Chicago, paseamos por el Millenium Park, donde vimos las gigantes caras cambiantes que escupen agua y el monumento
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